Capitulo 1

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.Ilaria.

El viento hacía que su cabello se pegara a su rostro sin poder evitarlo y que la diadema en su cabeza se moviera constantemente. Los galopes de su yegua llegaban hasta sus oídos. Las telas color blanco de su vestido revoloteaba con el viento.

Era su acción favorita.

Era lo que adoraba. Correr con su yegua entre los árboles del bosque, entre la naturaleza, era todo lo que para ella se llamaba perfecto. Recorrer el bosque del reino de Armar era de las cosas que más amaba.


Cada vez que se detenía en algún risco y admiraba la puesta de sol desde lo alto, todo era perfección. Todo su reino lo era. Desde su palacio, el pueblo, hasta los bosques que rodeaban sus terrenos. Para Ilaria, todo Armar era perfecto. Y la perfección solia intensificarse cada vez que llegaba a su lugar favorito de todo el reino: El río dorado.


Aquella caída de agua donde el reflejo del sol y el color miel de las piedras del fondo le daban un color dorado que le parecía maravilloso, y la verdad es que lo era. Cómo precencia un río de oro brillante e intenso.Cuando llegó con su yegua a la orilla de ese río se bajó con cuidado de su silla y la ató con una cuerda en un árbol para retenerla, aunque sabía que no se escaparía, solo era cuidadosa.

Al terminar, acarició la crin negro azabache y sedosa de su yegua. Le encantaba, era el único caballo de ese color en todo el reino. De piel negra, oscura como la noche.

-Perdóname, Niebla, creo que me excedí un poco-le dijo a la yegua-Debes descansar.

De su crin bajó hacia la parte superior de la silla, hacia la panza algo hinchada de Niebla.

-Ya no puedes correr tanto como antes, al menos por ahora, aún faltan unos meses-sonrió pensando en el potrillo que se creaba dentro de su yegua.

La dejó comiendo un poco de hierva para irse a sentar en una enorme piedra que estaba justo en la orilla del río. Esa piedra donde le gustaba sentarse y contemplar la cascada frente a ella, observar las hojas de los árboles moverse con el viento. Un lugar donde no había nada que le gustara más que respirar el aire fresco que solo el bosque podía ofrecerle.


Permaneció allí un rato, absorta de todo a su alrededor, hasta que un crujido detrás de ella la hizo voltearse y observar de manera cansada a la persona que se encontraba detrás suyo. Aunque no le sorprendía.

-¿Que haces aquí, Pearcy?-le reclamó volteandose para seguir observando el agua.

No le hizo falta volver a voltear para notar la pequeña reverencia que Pearcy, el jefe de la guardia real, le había hecho.

-Princesa Ilaria, discúlpeme, pero es mi deber como el guardia principal asegurarme de su protección-dió como excusa para ella-Y creo que venir sola a esta parte del bosque es algo peligroso.

-¿Y por eso me seguiste con todos tus hombres?

-¿Como dice?

-Si, no creas que no sé que hay varios escondidos entre los árboles-le hizo saber mientras aún miraba la cascada-Te conozco bien.

LA ESPOSA DEL REY {Los Cuatro Reinos #1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora