.Ilaria.
Estaba en blanco. Su corazón comenzó a palpitar velozmente, y su cuerpo tembló sin poder controlarlo.
Frente a ella, Hizzan seguía sin ninguna expresión en su rostro, pero lo más preocupante era la llama cargada de furia que se encendida en sus ojos. Ella se separó de Zadckiel, quien yacia callado y serio ante la interrupción del príncipe. Se acercó a su prometido con cuidado.
—Hizzan...déjame explicarme, esto no...
—¿No es lo que parece?—interrumpió él con una voz que jamás había oído antes mientras daba dos zancadas gigantes hacia ella—¿No acabo de ver a un insolente soldado besando a mi novia, la princesa?
La voz tan seca, dura e imponente del príncipe la sorprendía y asustaba como nunca lo había hecho. Estaba aterrada; no por Hizzan, sino por lo que podría llegar a hacer. Lo que acababa de pasar era un grave error, por mucho que hubiera sido un alivio para su corazón. El hecho de que Zadckiel la besara movía muchas cosas en ella, pero al ser descubiertos, nada más y nada menos que por su prometido, complicaba todo. Era la falta de respeto más intolerable que podía existir, y sabía que Hizzan no sería sutil.
Ella trató de acercarse a él.
—Hizzan, se que esto está mal, pero...
—Nada—interrumpió con voz imponente con sus ojos sobre ella—Nada justifica lo que este hombre te hizo—susurró sin dejar de observar a Zadckiel a espaldas de Ilaria. Por un momento ella quiso intervenir, pero la voz de Hizzan lo impidió—Guardias.
Dos guardias de Ikary entraron inmediatamente al balcón. Aunque ella no sabía de dónde habían salido.
—Hizzan...¿Qué...?—trató de preguntar.
Él se giró hacia los guardias y dió sus instrucciones.
—Lleven a este...sujeto, con el rey.
Los guardias eseguida tomaron por la fuerza a Zadckiel para sacarlo del balcón pero él, extrañamente, no opuso resistencia. Aunque ella si trató de impedirlo.
—¡No! ¡¿Que hacen? Sueltenlo ya!
Pero ninguno de los guardias se movió, ni siquiera la miraban a ella.
—Recuerde, princesa, que estos hombres no son parte de su armada—oyó la voz de Hizzan a su lado.
Con los ojos anegados en lágrimas de angustia y desesperación, vió como se llevaban a rastras a Zadckiel fuera del balcón. Por puro impulso tomó el brazo de Hizzan antes de que este siguiera a los hombres.
Estaba aterrada; aterrada por lo que podía pasar. Enviarían a Zadckiel con el rey Dattmon, y eso era lo peor que podía ocurrir.
Las lágrimas ya corrían por sus ojos. El miedo de ver a una persona que quería tanto caminar hacia el peor destino que pudiera tener la estaba angustiando, tanto que era capaz de todo por interntar evitarlo.Incluso, ceder ante el enemigo.
—Hizzan...—sollozó sin evitarlo, y no podía dejar de dolerle el pecho con lo que diria—...te lo pido, no hagas una locura.
Por primera vez en minutos el príncipe la observó fijamente.
—No voy a consentir esta falta de respeto, princesa; no en mi palacio—masculló con seriedad.
—Hizzan, desquitate conmigo; yo también fallé, ¿No es así? Lo permití. Déjalo en paz, por favor.
—¿Que dices?—murmuró acercándose lo más posible a ella—Yo jamás te haría daño, jamás.
Esas palabras la dejaron muda. Sorprendentemente había parecido escuchar algo completamente sincero, pero su cerebro no funcionaba bien en ese momento. No quería, no podía permitir que Hizzan siguiera con lo que sea que tenía en mente.
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LA ESPOSA DEL REY {Los Cuatro Reinos #1}
FantasyNi ser llamado valiente justifica las heridas, ni vivir como un cobarde garantiza paz. Las cicatrices que verdaderamente importan no están en la carne, sino en el alma, donde el dolor es silencioso pero insoportable, y cada latido es un recordatori...