Capitulo 2

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.Ilaria.

El chico con el que se había criado desde la infancia la observaba con una gran sonrisa desde aquel sofá.

—Te ves hermosa, como de costumbre—le aludió—El blanco es tu color, Ari.

Ese era el apodo que aceptaba solo de dos personas, su amigo Zadckiel y su tío Evander. Mismo a quien ambos chicos dolían llamar, Evan, de cariño. Pero quién más solía utilizarlo, por lo menos aún después de que creció, era Zadckiel.

—Me gustaría decir lo mismo con respecto a tí—se acercó al chico que ya había dejado su daga para colocar sus brazos sobre las rodillas—¿Cómo estuvo la guerra?

Ilaria se sentó a su lado. Y al estar más cerca, notó varios rasguños en lo que veía de su cuello y unos más detrás de su oreja.

—Cómo cualquier otra, aunque posiblemente menos sanguinaria—explicó él mirando hacia algún punto del salón.

—Tus rasguños dicen otra cosa.

Ilaria notó la piel herizada de Zadckiel cuando pasó unos de sus dedos sobre los rasguños de su cuello para inspeccionarlos.

—Gajes del oficio—dijo con sencillez mientras le dedicaba una sonrisa.

A ella no le parecía algo tan sencillo, aunque sabía que el deber del rey y de su mano derecha, que era Zadckiel, era ir a las guerras o a las invasiones, o más que nada detener las mismas, igual no dejaba de preocuparse por cosas como esas. Le preocupaba que alguna de las personas que más quería en el mundo saliera lastimado. Pero a Zadckiel no parecía importarle eso.

—¿Viniste a darme la bienvenida como la buena amiga que eres o querías decirme algo? Porque ni un te extrañé he escuchado—indagó él después de un rato.

Ella lo recordó y le sonrió con pena.

—De hecho, quiero que cenes con Evan y conmigo en el comedor real, como...una cena de bienvenida—explicó apenada.

Él pareció pensarlo pero no dudarlo.

—¿Una cena con el rey y la princesa? Para mí sería todo un honor—se llevó la mano a su pecho antes de levantarse para salir del salón—Vamos, no hagamos esperar al rey.

Pensó por un momento que Zadckiel se había sentido mal por el hecho de que Ilaria no le dijera que lo extrañó y que solo lo buscó para ir a comer, lo que por un segundo la hizo sentir mal a ella. Siguió con su mirada como Zadckiel se dirigía hacia las puertas antes de llamar su atención.

—Zadckiel—llamó mientras se levantaba para acercarse. Él se detuvo y giró para verla.

—¿Ari?

Ella mantuvo su mirada fija en sus ojos color miel y una sonrisa en sus labios.

—Te extrañé, Zadckiel, claro que lo hice—le hizo saber con total sinceridad—Lamento no haberlo dicho desde el principio.

—Tranquila, no lo dije en serio.

—Pero yo sí—aclaró—Te extrañé y me preocupé todos los días.

Quedó frente a frente con su amigo de la infancia, aquel chico que conoció en un árbol de manzanas, aquel chico que conoce toda su vida a la perfección. Lo tenía frente a frente, tal y como solo ella lo podía ver. Cómo un chico cualquiera, mientras todas las demás personas del reino  lo veían como un guerrero, frío, serio, valiente. Y aunque si lo era y ella lo sabía, nadie más conocía su interior como las dos personas más cercanas a él. Y ella era la única que conocía esa sonrisa que ahora salía de sus labios directamente hacia ella.

LA ESPOSA DEL REY {Los Cuatro Reinos #1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora