.Zadckiel.
Los reclutas que habían entrenado resultaron ser más ágiles de lo que alguna vez se imaginó. Y eso era bueno para su armada. Aunque aún había soldados entristecidos por la resiente perdida de Aramis, y otros enojados por lo mismo. Pero eso no impedía que llevarán a cabo su entrenamiento de maravilla.
Llevaba al rededor de tres días vigilandolos desde el balcón del palacio. No había ido con ellos para darles su espacio, sabía que ellos habían pasado más tiempo con Aramis que él, aunque eso no impedía que él sintiera su perdida, y que lamentara cómo sucedió.
—Parece que necesitan algo más fuerte para distraerse—oyó la voz de Pearcy a su lado.
No lo miró, solo suspiró.
—Lo lamento, Pearcy; sé que Aramis era casi un hijo para tí—dijo sin apartar la mirada del campo.
Pero no necesitaba verlo para saber que aquel recuerdo lo había afectado, solo le vastó con su voz.
—Lo entrené desde niño, yo le había enseñado todo lo que sabía. A él y a Dyron.
Sin importar los días que habían pasado, no importaba, la perdida de uno de sus soldados era un motivo que tenían los demás para entrenar, estar preparados para cuando fuera nesesario luchar contra el enemigo. Y eso era lo que pasaba, por eso habian estado tan entregados a sus entrenamientos, querían lo mismo que todos. Venganza. Y por ello se preparaban.
Por primera vez, Zadckiel giró su rostro hacia su compañero, parecía pensativo, profundamente pensativo.
—Sabes que todo esto acabará, ¿No, Pearcy?
—Es por lo que pido a los dioses cada día, Zadckiel.
—Pues así será —masculló Zadckiel—Pronto todo volverá a la normalidad, y seguiremos con lo nuestro.
Notó una mirada extraña de parte del jefe. Y le parecía extraño, Pearcy sabia completamente todo lo que ocurría.
—Es lo que espero, pero no entiendo cómo puede ayudar tener a la sobrina del rey Dattmon cómo apoyo—comentó Pearcy, para sorpresa de Zadckiel.
Sus cejas se arrugaron.
—¿Cómo? ¿Que quieres decir?
Pearcy pareció confundido cuando Zadckiel lo encaró.
—Si, la...liberaron. Bajo órdenes de la princesa Ilaria—respondió Pearcy.
El desconcerto en los ojos de Zadckiel y la confusión eran más que notables.
—¿Que la... liberaron? ¿Cuando?—preguntó entre dientes.
—Me...me lo informaron esta mañana, pensé que sabías. La princesa dijo...
No se quedó para escuchar las explicaciones de Pearcy. De inmediato volvió a entrar al palacio, y se encaminó hacia la habitación de Ilaria. No lo comprendía, ¿Que estaría pasando por la cabeza de ella para liberar a alguien que trato de asesinar al rey, a su tio? Esperaba con gran fuerza que todo fuera un mal entendido mientras recorría los pasillos de palacio hasta que llegó a la habitación de ella. No pensó en nada cuando abrió la puerta sin siquiera anunciarse. Aunque se detuvo en seco cuando vio la escena frente a él.
Sentadas en dos grandes almohadas, se encontraba Ilaria, y no sola, sino acompañada de aquella chica que hace poco estaba encerrada en los calabozos bajo el castillo. Al verlo, Ilaria se levantó de su asiento seguida por la chica, Astrid, quien enseguida bajó la cabeza.
—Zadckiel, déjame explicarte—dijo Ilaria cautelosa mientras Zadckiel entraba lentamente a la habitación.
—¿Que hiciste?—murmuró observando a la chica que se ocultaba detrás de Ilaria—¿La liberaste?
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LA ESPOSA DEL REY {Los Cuatro Reinos #1}
FantasyNi ser llamado valiente justifica las heridas, ni vivir como un cobarde garantiza paz. Las cicatrices que verdaderamente importan no están en la carne, sino en el alma, donde el dolor es silencioso pero insoportable, y cada latido es un recordatori...