.Rey Dattmon.
No solía prestarle atención a los pequeños detalles, pero ese detalle era diferente.
Habían pasado días desde que lo había recibido. El olor amargo a sangre había ido desapareciendo, y, lo principal, el pedazo de piel cortada que yacia en esa caja se había ido descomponiendo con los días. La marca que hace tan solo un par de semanas adornaba la muñeca de su sobrina, aún permanecía en esa caja. Y aunque sabía que tenía que dehacerse de ella, no lo hacía. Y solo porque la mantenía como un recuerdo. Le recordaba lo obsoleta e incompetente que era su sobrina, le recordaba como podía haberle ganado al reino de Armar de no haberla enviado, le recordaba su remordimiento por no haber acabado con ella cuando tuvo tantas oportunidades durante tantos años.
Le recordaba el error que le había costado tanto.
Con cara de fastidio soltó la caja sobre la mesa junto a la gran ventana del salón donde se encontraba. Se habia quedado en ese lugar luego de que uno de sus guardias le informara que su hijo había llegado al palacio.
Él principe ahora venía entrando por la gran puerta del salón en dirección a su padre, el rey.
—Solo espero que traigas buenas noticias—fue lo que dijo el rey con la mirada en la ventana.
Hizzan se acercó directamente al estante de madera junto a él y saco un frasco grande, era el licor del rey.
—Solo les regresé el mensaje, padre—respondió Hizzan sirviendo el licor en dos copas de plata—Nada tan grave.
—¿Qué fue lo que hiciste con exactitud?
El principe tenía una expresión aburrida mientras le entregaba una de las copas a su padre quien la recibió esperando respuesta.
—Ya te lo dije, le envié un pequeño mensaje al rey Evander—respondió Hizzan.
—¿Que tipo de mensaje?
—Solo le dejé una pequeña marca a alguien muy especial para él.
—Se más específico, hijo, quiero oírlo.
Hizzan no separaba sus ojos cristal de la ventana, parecía perdido en él, en sus pensamientos.
—En el bosque nos encontramos con ella, tan solo con la compañía de un guardia. Fue sencillo—respondió finalmente en murmuros—No acabé con ella, la necesitaba viva, solo...
—La heriste—terminó su padre por él.
—Justo en un brazo, con eso pagamos la deuda por Astrid.
—No pensé que te interesara tanto tu incompetente prima.
—Me interesa el nombre de mi familia, más nada—masculló de inmediato Hizzan—De haber mandado el cadáver de Astrid todo sería diferente. Habría hecho lo mismo con la sobrina de Evander. Y sería una pena, era... un hermoso espécimen.
Hizzan permanecía con la mirada perdida en el horizonte a través de la ventana, una mirada algo extraña para el rey que lo observaba con una ceja levemente elevada.
—Te cuidado, Hizzan, las mujeres Edevanne tienen ese poder de persuasión, y es muy difícil salir de él—le advirtió.
Eso hizo que el príncipe apartará los ojos de la ventana para mirar con algo de confusión a su padre.
—¿Cómo estás tan seguro?
El silencio que emanó de parte el rey era extraño, y más extraño aún era su respuesta.
—Porque lo sé, y sé bien de lo que te advierto—fue lo que murmuró el rey antes de darse la vuelta y empezar a caminar hacia su trono seguido de su hijo—Espero que tu movimiento sirva de algo. De no ser así, tendré que recurrir al plan principal.
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LA ESPOSA DEL REY {Los Cuatro Reinos #1}
FantasyNi ser llamado valiente justifica las heridas, ni vivir como un cobarde garantiza paz. Las cicatrices que verdaderamente importan no están en la carne, sino en el alma, donde el dolor es silencioso pero insoportable, y cada latido es un recordatori...