.Ilaria.
La vista desde las ventanas que rodeaban su recamara era... diferente. Diferente a lo que estaba acostumbrada. No veía el bosque rodeando su reino, ni el pueblo a lo lejos. Veía simplemente el patio principal del palacio de Ikary. Concretamente, una gran fuente que parecía estar averiada. A lo lejos solo se veían las copas de los árboles que sobresalian de los muros.
No dejaba de preguntarse, ¿A qué se debía tanto encierro? ¿Por qué se mantenían sumamente alejados de su pueblo? Pero ninguna pregunta parecía tener respuestas para ella.
A su lado estaba Astrid, y parecía no estar más cómoda que ella en ese momento. Se abrazaba a si misma mientras observaba la vista con una expresión extraña.
—No pensé que volvería aquí algún día—dijo Astrid con voz pasible—Pensé que me iría, cumpliría lo que me ordenaron, y podría huir, sin que me encontraran.
Ilaria suspiró.
—Por lo visto, el destino tiene diferentes planes a los que pensamos cada uno—murmuró caminando dentro de la hasta detenerse frente a la cama—Ahora lo entiendo.
Era casi del mismo tamaño que su cama anterior, la cubría un dosel con cortinas a su alrededor y se encontraba poblada con varios almohadones de plumas y algodón. El resto de la habitación no era tan diferente, un par de libreros en las esquinas, cuadros costosos en las paredes, alfombras tapizando el piso. Todo en un color cobrizo, rojo, y marrón. Igual que el resto del palacio, que parcialmente no tenía gran diferencia a su propio hogar, solo que este lucía un tono más lujubre y apagado. Al igual que las personas que trabajaban ahí, y que servían la familia real. No como en su palacio, donde encontraba a cada sirviente con una sonrisa en su rostro siendo amable y amigable con todos.
—Todo es tan diferente ahora—suspiró recordando todo lo que habia dejado atrás.
—Lo sé, y sé que para usted no será fácil—le dijo Astrid cuando se volteó.
Se abrazó a si misma bajando la cabeza.
—Ya te lo dije, Astrid, debo hacerlo...por mi familia.
—¿Aunque eso signifique...casarse con Hizzan?
Un sabor agrio surgió en ella al oír las palabras. Pero no podía hacer nada para evitarlo.
—Aunque me cueste la vida...debo parar a Ikary, y aceptaré todas las consecuencias que vengan con eso—zanjó tratado de convencerse a ella también.
—Es admirable que haga lo que...
Se detuvo de pronto cuando fue interrumpida al oír la puerta de la recamara abrirse dejando entrar a alguien sin anunciarse. Esa persona se detuvo a unos metros de la puerta con una sonrisa que era la más clara ilustración de la arrogancia que jamás se había visto en los cuatro reinos.
—Alteza—saludó Hizzan sin borrar la sonrisa de su rostro en dirección a Ilaria.
—Alteza—respondió Ilaria sin ánimos de su presencia.
El silencio se expandió por su habitación por varios segundos en los que los ojos de Hizzan no se separaron de ella. Ni siquera cuando volvió a hablar.
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LA ESPOSA DEL REY {Los Cuatro Reinos #1}
FantasyNi ser llamado valiente justifica las heridas, ni vivir como un cobarde garantiza paz. Las cicatrices que verdaderamente importan no están en la carne, sino en el alma, donde el dolor es silencioso pero insoportable, y cada latido es un recordatori...