Capitulo 10

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.Ilaria.

Esos dos días había tratado de ignorar a su tío y a Zadckiel a toda costa. Si los veía por los pasillos, ella caminaría hacia otro pasillo diferente; si la llamaban, ella no iría; si la buscaban, no dejaría que abrieran su puerta.


No habian insistido tanto como ella esperaría, pero también sabía que ellos conocían su manera de enojarse, debían darle un tiempo en el que ella misma podría volver a dirigirles la palabra.

Ya hacia muchos días de estrés dentro de ese palacio, y ansiaba de verdad poder salir y respirar un poco de aire fresco. Por esa razón habia ido hacia los establos, y ahora se encontraba sobre Niebla, su yegua. Quería cabalgar por el bosque igual que siempre que quería salir del palacio.

Solo tenía un problema.

—Muevete, Zadckiel—le advirtió al chico que se encontraba acariciando el rostro de Niebla. Maldecia el hecho de que Niebla le tuviera tanto aprecio.

Él la había interceptado antes de que ella lograra salir por las puertas del establo y no la dejaba seguir.

—¿A dónde planeas ir?—le preguntó él observándola desde abajo con rostro cauteloso.

—No es asunto tuyo—fue su respuesta.

—¿Irás al río dorado?

—No es asunto tuyo—repitió.

Él solo la observó con los ojos entrecerrados desde donde se encontraba.

—Sabes que no es buena idea salir, no después de lo que pasó con el rey, podrías estar en peligro—explicó.

La mirada severa que le lanzó ella hizo que Zadckiel elevara una ceja.

—Eso debiste pensarlo antes de confiarte y ocultarme la verdad junto con mi tío—le replicó.

—¿Seguirás con eso?—le preguntó él mientras se acercaba más hacia la silla de montar—Ya nos disculpamos contigo de mil maneras.

—Pues busca mil más, no me importa—le espetó tratando de que él soltara los estribos de Niebla, pero, fue inútil.

—Mira, ya no importa, el punto es que no te dejaré salir al bosque tu sola—dijo él como advertencia.

Ella soltó una risa cargada de ironía.

—No sería la primera vez que lo hago, deberías saberlo.

—No me importa, no te dejaré salir de aquí tu sola si estamos aún en guerra con Ikary—exclamó él seriamente—Déjame preparar a Tornado.

Uno de los defectos de Ilaria solía ser, principalmente, la desconfianza, pero en segundo lugar estaba el rencor.

—Si voy a salir de aquí acompañada, no será de tí—se quejó aún sobre Niebla.

Eso hizo que Zadckiel, que estaba apunto ir a buscar a su caballo, volviera a levantar una ceja.

—¿No? ¿Y con quién, entonces?—preguntó él.

LA ESPOSA DEL REY {Los Cuatro Reinos #1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora