.Ilaria.
Tres días de viaje en un carruaje ella sola, no era su acción favorita.
El viaje hacia Tetris se resumía en parar en algún claro de la inmensa cantidad de bosques que había para armar las tiendas que los hombres de Zadckiel, el mismo Zadckiel, e Ilaria, usarían para dormir. Las mismas tiendas que se encargarían de desarmar en la mañana para seguir con el viaje. Pero mientras tanto, en ese gran carruaje en el que iba se dedicó a leer más libros de los que había leído en meses.
Sabía que no les quedaba mucho por recorrer, pero viajar sola en un carruaje. Ni una princesa podria aguantarlo por tanto tiempo.
Agotada por tanto tiempo encerrada, resopló antes de tocar tres veces la ventana que separaba el interior del carroaje con la espalda del conductor. Esa era su señal para que todas las personas que rodeaban la carroza se detuvieran.
Un guardia abrió la puerta del carruaje y ella vió como Zadckiel bajaba de su caballo para ver que sucedía. El joven vestido de cuero oscuro junto a su espada se acercó.
—¿Sucede algo, alteza?—preguntó al acercarse a la puerta.
—Si, Zadckiel, estoy cansada de estar encerrada en estas cuarto paredes, necesito un poco de aire—respondió ella acomodando la capa que tenía sobre los hombros para bajar del carroaje.
Zadckiel le tendió una mano para ayudarla. Ya en el suelo, se colocó la capucha de su capa para cubrirse del sol y cubrir un poco más su vestido color azul. Observó a su alrededor, se encontraban en una pradera donde tenían una vista algo lejana del reino de Tetris, solo veía el palacio, sus muros blancos y parte del pueblo. Pero lo poco que vio, era hermoso.
—¿Cuánto nos falta, Zadckiel?—preguntó Ilaria caminando un poco más alejándose de los demás guardias.
—Cómo unas tres horas—respondió él—¿Ya podemos continuar?
Ella lo miró a la cara con determinación.
—Ni creas que pasaré un solo minuto ahí dentro de nuevo—señaló el carruaje dorado—Siento que me falta el aire.
—¿Y que quieres hacer? ¿Ir a pie?
Ella no lo pensó.
—Dame un caballo, seguiré desde aquí—ordenó.
Él lo dudó.
—¿Segura? ¿Cabalgaras por tres horas?
Eso le hizo gracia.
—Cabalgaba antes de caminar, Zadckiel, eres testigo—aclaró sonriente—Dame un caballo—ordenó lentamente a su amigo.
Él sonrió al oír la firmeza en al voz de Ilaria.
—¡Preparen un caballo para la princesa!—ordenó Zadckiel a unos hombres de la armada.
Enseguida uno de los guardias detuvo a un hermoso caballo de piel marrón junto a Tornado, el caballo de Zadckiel. Ella se acercó y apoyó uno de sus pies en las manos del guardia que se las ofreció para ayudarla a subir, aunque no lo nocesitaba.
Cuando se montó, el caballo se inquietó un poco.
—Ohhh, quieto, bonito—tranquilizó al caballo acariciando su crin.
Zadckiel, ya sobre su caballo, se acercó a ella.
—Recuerda que no es Niebla, no te conoce bien—le dijo.
—No iba a traerla a un viaje tan largo, Zadckiel. Está embarazada ¿Recuerdas?
—Lo recuerdo.
Ella lo observó con algo de desprecio, pero no podía verlo así después de tantos años juntos.
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LA ESPOSA DEL REY {Los Cuatro Reinos #1}
FantasyNi ser llamado valiente justifica las heridas, ni vivir como un cobarde garantiza paz. Las cicatrices que verdaderamente importan no están en la carne, sino en el alma, donde el dolor es silencioso pero insoportable, y cada latido es un recordatori...