04. reencuentro en el muelle

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<< pov. aerin >>

— ¡Au! Con cuidado, Yina, por favor. Si sigues así me vas a dejar sin un solo cabello.

— Lo lamento, señorita — se disculpó, pero su cara se relajó cuando me vio sonreírle a través del espejo. — El vestido que usará esta noche en el baile es precioso.

— Oh, ¿lo viste? — ella asintió mientras pasaba de nuevo el cepillo por mi cabeza. — Es bonito, mucho. Estoy de acuerdo.

— No te escuchas muy emocionada — me hablo otra voz, desde mi cama. Sabía que Sina estaba aquí pero hasta ahora no había hablado más que para parlotear sobre su más reciente conquista: el barón del estado de junto. — Pareciera que no será el primer evento al que asistes con un anillo de compromiso en el dedo.

— Todos sabían que terminaría pasando. No es ninguna sorpresa.

— Pero si que es digno de una fiesta, aún así — insistió. — Ya quiero que sea hora. ¡No me voy a sentar en toda la noche!

— El baile es para celebrar la llegada del navío, Sina. No se trata de una hueca celebración — dije. — Vuelven a casa luego de un mes.

— Si, que si. El anillo mágico o que sé yo — se burlo; la mire acusante pero sin poder evitar reírme junto a ella. — ¡Esa cosa me tiene hasta los santos cojones, de verdad! ¿Acaso tiene la capacidad de hacer llover billetes, o por qué se hace tanto alboroto?

— ¡Sina! — la reté, girándome hacia ella. Por el rabillo del ojo note que Yina se aguantaba una risa, pero siguió peinándome. — Ese anillo nos protege de un sinfín de horrores y desastres.

Mi amiga bufó y hecho la cabeza hacia atrás, en protesta.

— Es que no se habla de otra cosa últimamente. ¿Por qué tenemos que tenerlo nosotros, ahora?

— Cada reino lo custodia por cincuenta años, y seguimos nosotros para tenerlo — explique, a pesar de que sabía que ella estaba al tanto. — Es un honor que lo traigan aquí.

— Cielos, ¿nos espera medio siglo de alabanza a esa baratija? — se quejó, exagerando. — Más vale que al menos sea lindo.

Un toque en la puerta nos interrumpió. Luego de indicarle que pasará, la cabeza de una chica de la servidumbre se asomo tímidamente.

— Señorita Shin — me llamo con voz quedita y suave, no debía tener más de dieciocho años, — me pidieron que le avisara que el barco ya llegó al puerto.

Me levante de inmediato, sonriendo. Yina soltó mi cabello y este me cayó en la espalda, libre y completamente desenredado.

— ¡Vamos, Sina, corre! — grite, contenta como una niña. Ya en el pasillo, no tarde en escuchar sus pasos seguirme de cerca. Ambas íbamos en júbilo, riendo y sonriendo mientras colábamos nuestros cuerpos de habitación en habitación, esquivando cada persona y objeto. — ¡Llegaron más temprano de lo planeado!

— Tal vez lanzaron a Yoongi por la borda para hacerse más ligeros e ir más rápido — bromeó Sina. — ¡En ese caso si que se armaría fiesta!

La tome de la mano y la anime a ir más rápido junto a mí, soltando risillas felices. Una vez en el muelle, gritamos y vitoreamos al ver aquel enorme barco de vuelta en su lugar.

La tripulación ya había bajado casi totalmente y todos estaban de pie frente a la embarcación, hablando con los elementos terrestres que ya estaban ahí para recibirlos.

Al ver a la figura que más había esperado, solté a Sina y acelere aún más el paso. La falda de mi vestido de día revoloteaba con el aire y la brisa marina me pegaba agradablemente en la cara.

— ¡Taehyung!

El chico se giró al escuchar mi voz y su rostro adoptó una gran y bonita sonrisa rectangular. Cuando llegue a él me lance a sus brazos. Me alzó en el aire y nos hizo dar un par de vueltas.

— Así que está es la gloriosa bienvenida que me prometieron — me bajo, pero sin soltarme. Mis manos se mantuvieron en sus hombros. — Y yo que pensé que sólo serían un par de cervezas.

— Te mereces lo mejor luego de traer el anillo y llegar justo como lo marcaba el calendario.

— Te dije que estaría de vuelta a tiempo.

Con mi vista periférica note a Sina saludando a Yoongi y Seokjin, dos miembros tripulantes y amigos nuestros desde hace años. Di un paso atrás, separando mi cuerpo del de Taehyung pero tomando su mano con emoción.

— Tienes que contármelo todo. Cada ola, cada ventisca y cada giro que le dieron al timón. No saltes ningún detalle — pedí. — ¡Tienes que hacerme sentir como si hubiera estado ahí!

— Pues un puto pulpo atacó el barco y casi nos manda a dormir para siempre — hablo Yoongi, con un tono más alto. — ¿Por qué no empezar por ahí?

— No era un pulpo, sino un calamar — corrigió Seokjin, sonriente. — Uno gigante.

Sina y yo nos miramos en confusión y después regrese la vista a Taehyung.

— ¿Qué?

— Ya tendremos tiempo de contar la travesía en la fiesta — hablo, con calma. — Ahora hay que poner el anillo en su lugar.

Lo conocía demasiado bien. Por ello fue que no pudo ocultarme ese destello de inquietud que le inundó los ojos. Siempre habíamos podido casi leernos la mente, así que al darse cuenta de que había notado su vacilación, me lanzó un asentimiento de cabeza que se traducía en un: "te lo contaré, si, pero espera".

— Me sorprende que llegaras vivo, Yoongi — le dijo Sina al otro, burlona.

— Claro, Sin, hagamos como que no te sientes aliviada y jubilosa de verme otra vez — le dijo, con ese tono de superficial coqueteo con el que siempre se hablaban.

— La verdad es que no — la chica apretó sus labios en una sonrisa. — Las cosas estuvieron muy tranquilas sin ti aquí para molestar.

Empezamos a caminar de vuelta al palacio, por el camino exclusivo que nos ahorraba tener que caminar hacia arriba por parte del la ciudad. Al llegar a la explanada, antes de emplazar a subir las escaleras hacia la entrada, sentí  la mano de Tae darme un apretón para llamar mi atención.

— Aerin, debo decirte algo — me dijo, una vez que alce la vista hacia él.

— ¿Qué?

— Lo vi — dijo.

— ¿A quién? — inquirí, ladeando mi cabeza.

— A él — habló, y luego me miró a los ojos, muy serio. — A Jungkook.

Lo único que fui capaz de hacer fue inhalar en completa sorpresa.

mar del este • jjk ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora