30. vistazos por encima del hombro

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<< pov. aerin >>

No tardé mucho en encontrar el brote de plátanos al pie de la palmera. Arranqué uno y me lo comí de tres mordidas. Tenía un hambre horrible desde la mañana pero no había querido soltar ni una queja para no parecer una carga.

Regresé con la fruta en los brazos pero casi me tropecé cuando vi el torso desnudo de Jungkook. Tenía los ojos cerrados y se estaba haciendo el cabello hacia atrás.

Tragué saliva.

No me di cuenta de que me había quedado viéndolo como una boba sino hasta que él me reclamó.

— No me parece justo que tú veas cuando yo no pude hacerlo — me reto, pero note un tono de burla en su voz.

Aish... — refunfuñe y me giré, sentándome en una piedra y dejando los plátanos a mi lado.

Pelé uno más y empecé a comerlo, escuchando el agua moverse detrás de mí. Jungkook parecía estar disfrutando del lago. Yo, por mi lado, no podía borrar de mi cabeza la imagen de su cuerpo. Las gotas deslizando por su pecho, su expresión serena... Sacudí mi cabeza, prohibiendome seguir con esos pensamientos.

Podía sentir mi corazón acelerarse.

Seguí comiendo.

Al cabo de algunos minutos más, oí al chico salir del agua. No tardó en sentarse a mi lado. Casi me atraganto cuando me di cuenta de que no se había puesto la camisa.

Evite mirarlo, pero mis mejillas ya debían estar sonrojadas.

Él tomó un plátano y empezó a comer junto a mí.

— Tu cabello luce como cuando éramos niños — señaló, luego de un rato en silencio.

— Si, bueno... — intenté acomodarlo un poco. — Aquí no hay rizadores ni nada para peinarlo.

— Así se ve bien — opinó. — Me gusta.

Ahí estaba.

Su maldito y sutil tono.

Ese modo de hablar que no hacía más que revolverme el estómago.

Estaba segura de que él sabía que me había puesto nerviosa. ¿Por qué rayos no se había puesto la camisa otra vez? ¿Es que ahora iba a hacer de exhibicionista? Seguro habría terminado con la cara entera del color de un tomate de no haber sido por el ruido que se escuchó entre las plantas a nuestro alrededor.

Los dos nos pusimos atentos.

— ¿Qué fue eso?

— Tal vez un animal — Jungkook se puso de pie, con delicadeza y sin hacer ruido.

— ¿No habrá tigres o cosas así aquí, verdad? — musité, temerosa.

Sentí mi respiración cortarse cuando las plantas comenzaron a sacudirse de nuevo frente a nosotros, a solo unos metros. Me levanté y me puse detrás de Jungkook, pero cuando de entre las hojas salió un pequeño lémur, sentí que ambos nos calmamos.

— Vaya-

— ¡Un mono! — exclamé, sonriendo.

Salí de detrás suyo y avancé un par de pasos.

— Espera, Aerin — me tomó la mano. Intente reprimir el ligero cosquilleo que me causó su tacto. — Puede ser peligroso.

Me reí.

— ¿El amo del océano le tiene miedo a un pequeño primate?

— Nada de eso — frunció el ceño. — Solo es mera precaución.

Recuperé mi mano y seguí acercándome, lentamente. Estiré mi brazo y le mostré al animal el plátano a medio comer que llevaba en la mano.

— Toma, monito — hable, gentilmente. — Mira, ¿quieres un poco? ¿Tienes hambre?

Sonreí aún más cuando el mono alzó sus pequeñas patas y aceptó la comida. Me giré hacia Jungkook, emocionada. Él dejó salir aire de entre sus labios e imitó mi sonrisa.

— Bien — aceptó, — el mono es lindo.

Pero en eso, el animal tomó una pequeña piedra del suelo y se la lanzó al chico a la cabeza. Me tape la boca con ambas manos por la sorpresa y, cuando lo vi sobar su frente por el golpe, solté las carcajadas.

— ¡Sonaste totalmente hueco!

— Carajo-

Mis ojos lagrimeaban de la risa.

— Dios — intenté serenarme mientras el mono seguía comiendo, — no puedo... No puedo — me reí airosamente hacía el cielo con mis manos en la barriga. — ¿Podemos llevarlo con nosotros?

Jungkook apretó los labios.

— Vámonos.

Se giró, tomó el resto del brote de plátanos y empezó a andar. Lo seguí, aún muy feliz.

— ¡Anda! — lo alcancé, luego de darle un último vistazo al simpático chimpancé. — ¡Se ve que sería mejor vigía que Jimin, eso seguro!

mar del este • jjk ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora