mar del este • jjk ✔️

14. punto entre cielo y mar

<< pov. aerin >>

— Entonces, ¿no eres una princesa?

— No, no lo soy — le respondí a Hoseok.

Esta era mi primera noche abordé de un barco como este, así que había un cosquilleo justo en el centro de mi estómago del que no me podía deshacer. Estábamos cenando todos juntos, en la cubierta, cerca de la proa. Era una mezcla de verduras, carne y encurtidos a la que no podía acostumbrarme, ni con ya varios bocados. Aún así, no sabía demasiado mal. Y tenía bastante hambre.

Jungkook estaba sentado en los escalones, con una pose despreocupada e informal. Yo estaba usando una vieja java de madera como asiento, mientras que los demás solo se habían tirado a comer al rededor mío. Parecían interesados en saber de mí, o tal vez sólo estaban siendo algo cotillas para conocer algún chisme sobre su capitán a través de mis palabras.

Una vez fui a ser voluntaria en un preescolar al lado de Taehyung y los niños me acaparaban y rodeaban para que les leyera algún cuento. En este momento tenía la misma sensación de esa ocasión.

— Pero vas a ser una, ¿no? — me insistió él. — ¿No eres tú la prometida de ese príncipe?

Evite mirar hacia Jungkook.

— Si — conteste.

— ¿Donde está tú anillo? — pregunto Jimin.

— Seguro lo dejó en casa — sonrió Nam. — ¿Te imaginas que cayera al agua con esa piedra en el dedo? Se iría al fondo en un segundo.

Conocía a Jimin y Namjoon de antes, ya que ambos eran amigos de Jungkook. Solían ser vecinos de vuelta en Corea, pero en realidad nunca me lleve mucho con ellos.

— No quería arriesgarme a perderlo — asentí.

— Tienes la pinta de ser una chica de interiores — me dijo Hoseok. — ¿No nos atrasaras, no?

— ¿Más que tú cuando te confundes al izar la velas? — se burló Jungkook. — Si a esas vamos te dejo en el próximo puerto.

Me mordí el interior de mi mejilla para sofocar mi sonrisa. Me lleve otra cucharada a la boca.

— ¡Solo fue una vez! — se quejó Hoseok.

— Una vez al día — se carcajeó Jimin.

— Tú cállate, que no eres mucho mejor — Nam lo callo. — ¿No te acuerdas cuando dejaste caer el ancla en alta mar?

Incluso Jungkook se rio ante esa anécdota. Fue una carcajada profunda y parecida a la de un niño. Casi me teletransporto al pasado.

— ¡Basta! — se quejó el castaño, refunfuñando. — ¡Supérenlo ya! ¡Eso fue hace siglos!

— Creo que debería considerar sustituirlos una vez que acabemos con este viaje — les dijo su capitán. — No me vendría mal contar con un grupo de marineros verdaderamente hábiles.

Algo en la manera en que los veía y les hablaba me causó un cálido sentir. Era bueno saber que se había hecho de una familia con estos chicos, luego de haber pasado tanto tiempo solo en el pasado. Solían ser solo él y su padre la mayoría del tiempo, pero cuando el señor Jeon murió, el chico pasó a vivir por su cuenta.

— Sin nosotros estarías perdido — atacó Nam, señalándolo con una mano. — ¿Te acuerdas de la vez que te emborrachaste en Marado?

Todos explotaron en risas. Jungkook, por otro lado, se mostró ceñudo.

— ¿Qué hizo allá? — pregunté, curiosa.

— Ya váyanse a dormir — se levantó el burlado, pero era inútil; los otros no se iban a detener.