20. aguas turbulentas

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<< pov. jungkook >>

El quinto día de viaje nos puso bajo un nublado y grisáceo cielo. Los vientos se hacían cada vez más fuertes y eso no era una buena señal. Me coloqué detrás del timón y, al ver más allá en el horizonte, mis presentimientos tomaron un giro. Maldije en mi mente cuando sentí que el cielo dejaba caer gotas de agua.

— El clima se pone feo — dijo Hoseok, desde babor. — Odio las tormentas.

Negué con la cabeza, muy serio.

— No es una tormenta — hable. Aerin, sentada en una caja a unos tres metros de mí, levantó su mirada asustada. — Es un huracán.

Vi de reojo que la chica se ponía de pie.

— El mar nos va a bautizar — soltó Jimin, a medida en que la lluvia se iba haciendo más gruesa y espesa.

— ¡A sus puestos! — grite, comenzando a ver lo que venía en mi cabeza. De inmediato, todos se fueron a atender sus tareas.

Menos ella.

— ¿Qué hago yo? — me pregunto Aerin, con una decisión que admire, pero temí.

Sacudí la cabeza.

— Tú ve a meterte a la cabina. Quédate abajo.

Frunció el ceño.

— Si no me dices qué hacer para ayudar, yo sola encontrare algo — amenazo.

Suspire cansado, empezando a sentir todo mi cuerpo empaparse. Vi su cabello mojado y sus ojos determinados; no iba a conseguir que se fuera a esconder.

Tuve que aceptar y pensar rápido.

— Ve y aprieta las cuerdas. Tenemos que tensar todo — la indique. Ella asintió ante cada una de mis palabras. — Ayuda a Jimin.

La vi correr hacia el castaño, quien ya estaba en el proceso de revisar los nudos. Me aguante las ganas de ir a encerrarla en la cabina una última vez antes de regresar mi vista al frente.

— Esto se ve mal, Jungkook — Namjoon hablo a mis espaldas.

Trague saliva, viendo la tormenta crecer.

— Estaremos bien — sentencie, pero sólo me estaba intentando convencer a mí mismo. — Siempre lo estamos, ¿no?

Namjoon no contesto.

El barco empezó a mecerse fuertemente por las altas olas. Había agua por todas partes y la cubierta estaba completamente mojada por todos los salpicones. Agarre con fuerza las manijas del timón para mantenerlo firme.

Entre las olas y los vientos, se escuchaban los quejidos y gritos ocasionales de los chicos. Se percibía el esfuerzo que estaban poniendo. Yo, además de tener que guiar la embarcación, no podía quitarle los ojos de encima a Aerin, pues tenía que sentir que la cuidaba a la distancia.

Se había colgado de las redes para alcanzar las cuerdas más altas. Por ello, cuando no pude evitar que el barco se inclinara bruscamente, ella cayó de golpe al suelo.

mar del este • jjk ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora