07. un ladrón vuelve a casa

360 52 4
                                    

<< pov. jungkook >>

Namjoon, Hoseok y Jimin fueron los únicos de la tripulación que ordené me acompañarán al palacio, una vez que arribamos. De ellos, el segundo era el único que jamás había pisado estas tierras. En cuánto a los demás... Todos habíamos crecido aquí.

— Este lugar luce exactamente igual a cómo lo recordaba — opinó Jimin, mientras caminaba inspeccionando todo a su paso.

— Tampoco es que tengas buena memoria, así que eso no es decir mucho — se burlo Namjoon de él, ganándose una mirada retadora del más bajo.

— ¿Cuál es el plan de acción? — me pregunto Hoseok, junto a mí.

— Solo síganme la corriente — le guiñe un ojo.

Seguimos nuestro camino de ida al palacio. Ya había anochecido, pero se veía una muy buena cantidad de luz en el castillo. Una fiesta o algo así, parecía.

Namjoon empezó a caminar más cerca mío.

— ¿Y si te encuentras con Aerin, Jungkook? — me pregunto. — ¿Estas listo para eso? Seguro que dónde esté Taehyung, también estará ella.

Intente mantenerme tranquilo y no ponerme a la defensiva.

— ¿Te interesa el drama, Namjoon? Si quieres puedes irte a ver una obra mientras nosotros trabajamos.

— Deja de disfrazar tus sentimientos con ese humor rancio y pasivo-agresivo — me acusó. — ¿Estas seguro de que el anillo no es solo una excusa para ver si te encuentras con ella?

— Nam, en serio — me forcé a sonreír. — Lo que tú deberías hacer es escribir una novela.

Al llegar a la entrada del palacio, tres gorilas de uniforme detuvieron nuestro paso.

— Deténganse — dijo uno de ellos. — ¿Quienes son ustedes?

— Los invitados de honor, trío de desubicados — dije, con suma confianza. — ¿Qué no saben que sin mí no tendrían esta ridícula fiesta?

Se miraron entre ellos, pero pude notar que se habían molestado.

— Fuera de aquí, alimañas. Es evidente que no pertenecen a este lugar — nos empujó otro.

Escuché a Jimin gruñir.

— Jungkook, ¿puedo? — me pregunto.

Me encogí de hombros.

— Adelante.

Y le dio un puñetazo a uno de los guardias. De forma inmediata, los otros se encargaron de agarrarnos y la gente de alrededor comenzó a exclamar en sorpresa y alarma.

— ¡Pedazo de basura! ¿Qué crees qué haces? — el golpeado le gritó a Jimin.

— Tienes que perdonarlo. Tiene un pequeño problema de ira — dije, con sarcasmo.

— Tú cállate, fanfarrón — escupió otro.

— Te apuesto una bolsa de monedas a que vas a tener que soltarnos — sonreí.

mar del este • jjk ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora