37. estrellas fugaces

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<< pov. aerin >>

Recostada en mi hamaca, después de todo el ajetreo del día, hacía una recapitulación de cada suceso que se había dado durante el viaje hasta el momento. Cuando me subí a escondidas, nunca me habría podido imaginar ni la mitad de las cosas que habían pasado. Era digno de un buen libro de aventuras y de ser el relato comidilla de la fiesta.

No podía dormir.

Estaba ansiosa. Cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Taehyung encerrado en los calabozos del palacio me revolvía el estómago. De solo pensar en no completar la misión y no devolver el anillo a tiempo... No lo soporté más y me puse de pie. Salí a la cubierta y caminé hasta el área del timón, donde había alguien sosteniéndolo y manteniendo la dirección del barco. Hace ya varias horas habíamos dejado atrás los pedazos de hielo, así que no había nada frente a nosotros más que el mar abierto.

— Hola — salude.

— ¿Pasa algo? — Jungkook posó su mirada sobre mí y me sentí mejor al instante.

Negué con la cabeza y me quedé a su lado. Luego de algunos segundos sin decir nada, me relamí los labios para después continuar hablando.

— Gracias por haber ido por mí.

— ¿Tenía opción?

Sonreí y él hizo lo mismo. Desde aquella parada en la isla, algo había cambiado notoriamente entre los dos. Estar a su lado se sentía reconfortante y reparador. Como estar en casa.

— Te ves bien detrás del timón — señalé.

Me miró de reojo, sonriendo ladinamente. Se hizo a un lado, haciéndome espacio e invitándome a acercarme más.

— ¿Quieres manejar?

— ¿Puedo?

— Claro — asintió. — Venciste sirenas, un pájaro helado e incluso a un mono. Creo que puedes hacerlo todo.

Me reí y me coloqué detrás del timón, con él a mi espalda, muy cerca de mí. Cuando sus manos se posaron en mi cintura, sentí un cosquilleo en la boca de mi estómago.

Me dediqué a ver el mar frente a mí. La imagen era de apariencia infinita. Sentí que el aliento se me iba. Había pasado tantas noches imaginándome en esta misma posición que, al estar viviéndola, todo se sentía como un sueño del que no me gustaría despertar.

— Amo esto — suspire. — ¿Recuerdas lo mucho que deseaba ser marinera cuando éramos niños?

— ¿Ya no?

Sentí su respiración muy cerca de mi oído.

— Ahora sé que no es posible — intente sonreír. — En Corea tengo deberes que retomar.

— Tus sueños deberían ser más importantes que todo eso.

Me encogí de hombros.

— Ya no es tiempo de pensar en deseos de juventud.

Jungkook me tomó de la mano y me hizo girar para verlo. Se acercó más a mí y yo quedé recargada contra el timón. Me quedé estática cuando él llevó una mano a mi mentón y me atrajo hacia él para poder besarme.

— ¿Sabes por qué me fui de la fiesta, Aerin? El día que nos volvimos a ver — especificó. Me quedé callada, esperando a que continuara. — Fue la primera vez que sentí envidia de Taehyung.

Entrecerré mis ojos.

— ¿Envidia?

— Al verlo tomar tu mano... Y verte a ti usando ese anillo... — chasqueó los labios. — Me sentí más fuera de lugar que nunca. Siempre fui consciente de que ustedes tenían una vida muy distinta a la mía pero, curiosamente, jamás me hicieron sentir así. Sin embargo, ese día... Fue como si estuviera viéndolos desde el exterior. No me había sentido así de mal desde que rechazaste escaparte conmigo hace siete años.

mar del este • jjk ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora