39. negociaciones y risas

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<< pov. jungkook >>

Al llegar al final de la caída, no hubo ningún estruendo ni golpe digno de acabar con mi vida. En lugar de eso, floté con apenas unos centímetros de separación con el suelo. Luego caí muy fuerte, pero ya sin poner mi cara y dientes en peligro.

Todo estaba oscuro, pero el piso estaba resbaloso. Agua. Camine encima de ella, en busca de cualquier indicio, pero no había nada más que un vacío negro infinito. Grité por Genung, pero pasaron varios minutos para que un par de figuras igual de oscuras que el escenario se aparecieran frente a mí. Dos alacranes gigantes me rodearon y soltaron una especie de siseo hacia mí, como si en lugar de insectos fueran serpientes.

Nunca vi algo más espeluznante.

Se acercaron con amenaza, pero se detuvieron cuando la voz que había escuchado antes se hizo presente.

— Esperen un poco, queridos. Jungkook es nuestro invitado. Deben tratarlo como tal.

Sentí un escalofrío al ver a las criaturas alejarse y hacerse una sola, en un gran animal de dos cabezas. Trague saliva y de repente me sentí incapaz de seguir andando.

— Carajo, eso si espanta-

— Ningún otro mortal había conseguido llegar hasta aquí con vida. ¿Tienes algo que decir al respecto?

La diosa llevaba un vestido grisáceo y ceñido que la hacía ver aún más intimidante. La escala de sus facciones y tamaño era abismal, así que no era como estar hablando con cualquier persona. Tenía que estirar el cuello y levantar la vista para poder verla a la cara.

Chasquee la lengua dando un vistazo alrededor, intentando buscar valor.

— ¿Está es tu casa? Hermosa decoración — casi tuve que gritar, pues me daba la impresión de que con su cabeza tan arriba, no iba a poder oír mi mortal voz. — ¿Tú misma te hiciste con la idea?

Ella emitió una risa ronca.

— Así es como planeo hacer que luzca todo el mundo.

— Pues vaya, que creatividad — tosi, aclarando mi garganta. — Deberías trabajar mejor de diseñadora de interiores... O algo así. ¿No te llama la idea? Así se dejaría de armar tanto lío.

Se quedó mirándome un momento, hasta que esbozó una sonrisa parecida a la de un gato.

— Estuve observando tu viaje. Te has estado divirtiendo mucho, ¿no es así?

Suspire.

— Ya, asumo entonces que las sirenas, los monstruos, los fenómenos naturales y todos esos dolores de cabeza fueron obra tuya.

Volvió a reírse.

— ¿No te gustaron? Nunca te cansas de herir mis sentimientos, Jungkook.

— Escucha, ¿podemos ir al grano? Dame el anillo y me largare de aquí para que puedas continuar con tus quehaceres de diosa decoradora, ¿qué te parece?

— ¿Por qué crees que yo lo tengo? — alzó una de sus puntiagudas cejas. — Según yo, habíamos quedado en que tú me lo traerías. ¿No estás aquí por eso?

Solté aire entre dientes, cansado de su mierda.

— Lo robaron la noche de la fiesta. Estás perfectamente consciente de que armaste todo ese teatro para que me culparan y me mataran.

— ¿A ti? — musitó, divertida. — ¿Estás seguro de eso?

Fruncí el entrecejo y medite sus palabras... Repase con cuidado y rapidez todos los acontecimientos de los últimos días... Y fue en ese momento cuando todas las piezas de la historia se ensamblaron. Fue como si un balde de agua fría me cayera encima.

— Taehyung — casi susurre. Luego la miré, furioso. — ¡Sabías que él usaría su derecho de sustitución y creíste que yo huiría dejándolo morir en mi lugar!

— ¿Creí? Tú no eres ningún héroe, Jungkook. Te conozco. Puedo ver a través de ti — volvió a reír, como si hubiera escuchado un chiste.

— ¿Por qué? ¿Por qué haces todo esto?

Ella suspiró.

— Sin el único y adorado heredero, el reino se volvería un completo y hermoso caos. Luchas de poder, rebeliones, golpes de estado, hambrunas, sequía, ¡guerras! — enlistó, con emoción. — Puedo ver los posibles futuros y, entre tú y yo, te confieso que ese es mi preferido — sonrió. — El príncipe noble, el ladrón traidor... ¡Todo fue tan predecible!

— ¡Yo no traicione a Taehyung!

— ¿Estás seguro de eso? No es lo que yo vi estos últimos días.

Alzó una mano en el aire e hizo aparecer una imagen de Aerin, como si se abriera un portal. Se me fue el aire. Estaba de vuelta en el barco, con una espada en la mano, engullendo el arma en el aire con Namjoon a su espalda, haciendo segunda y luchando igual que ella contra un montón de pequeños y feroces dragones. Al fondo, el enorme animal que habíamos visto volar al llegar escupía fuego.

— ¡Aerin!

Inútilmente, corrí a la imagen, pero cuando me lancé a ella, desapareció. Me levanté rápidamente. Me había mentido, ellos no iban a estar a salvo allá fuera, de vuelta en el barco.

Debí saberlo.

Mierda, ¡debí prevenirlo!

— Te estás metiendo con su prometida.

Genung dejó salir de su boca la risa más honda que le había escuchado hasta ahora y su alacrán de dos cabezas disminuyó de tamaño para subir a su hombro.

— ¡Déjalos en paz!

— Taehyung aún no está muerto y tú ya estás seduciendo a su mujer. No puedes cambiar lo que eres, Jungkook.

— No me conoces-

— Claro que sí. Desde el momento en que ese príncipe se ofreció para tomar tu lugar supiste que no intentarías salvarlo. ¡Te ibas a ir de vacaciones a Jeju, por todos los infiernos!

— Yo no-

— Escucha, debo admitir que me resultas bastante entretenido. Me diviertes, Jungkook, así que tengo que darte un poco de crédito. ¿Quieres el anillo? Contesta una simple pregunta. Si lo haces con la verdad, te daré el estúpido pedazo de metal que tanto quieres.

No podía seguir confiando en ella. Necesitaba una garantía.

— Júralo — gruñí entre dientes.

Ella rodó los ojos y, con una sonrisa malvada, usó su dedo para trazar una cruz sobre el lugar donde debía estar su corazón.

— Bien. Lo juro, bobo mortal — dijo.

— ¿Cuál es la pregunta?

— Si te doy el anillo se abren dos opciones. Lo regresas al reino, salvas al mundo y de paso a ese bello príncipe... O huyes junto a tu amada a navegar por el mar el resto de tu miserable vida, sin reparar en los problemas que dejas atrás. Si yo te doy el anillo, ¿qué es lo que harías?

Respire profundamente y apreté los labios. Esa hija de puta estaba loca, pero la respuesta para mí era más clara que el agua. La mire fijamente, con seguridad, y conteste.

— Volvería a Corea.

Todo estuvo en calma por un segundo, pero luego Genung sonrió con todos sus puntiagudos dientes y el piso debajo de mis pies comenzó a temblar, haciéndome caer de bruces.

— ¡Mentira!

— ¿Qué? ¡No! ¡Te digo la verdad!

— Respuesta incorrecta, Jungkook — dijo, con tono cantadito mientras su alacrán regresaba a su tamaño original. — Fue un placer volver a verte, pero espero no tener que hacerlo nunca más.

Lo único que escuché fue su risa maquiavélica mientras mi cuerpo volvía a caer al vacío oscuro.

mar del este • jjk ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora