26. diecisiete años, pt. 6

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17 años
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— ¡Jungkook! ¡Jungkook!

Mi comida fue interrumpida por los alaridos de mis amigos. Llegaron corriendo a mi casa hechos unos locos. La puerta estaba abierta para que el aire corriera, así que se pasaron sin previa invitación.

— ¿Qué carajo les pasa? — me limpié la boca, pues estaba a medio bocado de mi pan tostado. Cuando Jimin golpeó la mesa con sus palmas, me levanté. — ¡Eh, joder!

— No vas a creerlo — Namjoon sonrió.

— ¿Qué cosa? ¿Qué estoy a nada de matarlos a los dos? — gruñí. — ¿No ven que estoy merendando?

— Jungkook — Jimin no cabía en su emoción, — ¡el viejo Yang murió!

Trague forzadamente.

— ¿Q-qué?

— ¡Que murió! ¡Estiró la pata!

— Me dijeron que su sobrino está en el muelle — Nam me palmeó el hombro. — Es ahora o nunca.

Asentí sabiendo muy bien lo que los tenía tan contentos. Al entenderlo, se me contagió su exaltación. Teníamos que ir allá lo más pronto posible. Y eso hicimos. Corrimos calle abajo hasta llegar al puerto. Era día de desembarque, así que estaba repleto de pescadores y vendedores. Tuvimos que esquivarlos a todos con agilidad y rapidez.

— ¿Lo ven? — pregunte, sin detenerme.

— No-

— ¡Allá, el penúltimo en la línea!

Vimos el barco del señor Yang a lo lejos y nos dirigimos hacia allí.

— ¿Crees poder comprarlo con tus ahorros?

— Ya lo veremos — le conteste a Jimin.

— ¡Qué emocionante! — gritó él.

Cuando estuvimos lo suficientemente cerca para que el hombre al que buscábamos nos escuchara, todos empezamos a cacarear su nombre para anunciar nuestra llegada y llamar su atención. ¡Seyong, Seyong! Estaba atando unas cuerdas y fumándose un cigarrillo, sentado encima de un barril de madera ya bastante grisácea. Una vez frente a él, los tres nos dispusimos a recuperar el aire.

— Jungkook — dijo él, cómo saludó.

— ¿Cuánto pides? — solté directamente, haciéndome el cabello hacia atrás y enderezando mi postura.

— Joder, niños. ¿Es en serio? ¿Acabo de enterrar a mi tío y vienen a hacer escándalo por el barco?

— Vamos, tu viejo estaba muriéndose desde hace más de tres años. Cada día que abría los ojos era un milagro para él — dijo Jimin.

Aish, trío de mocosos — se quejó el hombre.

— Seyong, ¿cuánto? — insistí.

Él suspiró y dejó caer las cuerdas al suelo. Era un tipo demasiado alto, así que cuando se levantó, tuve que alzar un poco la vista. Se hurgó el bolsillo trasero del pantalón y sacó una llave.

— Para tu sorpresa, Jungkook, estaba a punto de ir a buscarte. Decidí dejarte el barco.

— ¿Qué?

— Mi tío quería que fuera yo quien se lo quedara, pero la verdad es que nunca serví para navegar y no deseo gastar plata manteniéndolo estacionado en el puerto — me lanzó la llave y yo la atrapé en el aire. — Felicidades, tu cara de perro faldero y toda tu mierda sobre querer aventurar tu vida al mar logró conmoverme. Tómalo, es tuyo.

— ¿Me estás jodiendo? — deje caer mi mandíbula.

— ¿Lo quieres o prefieres que te cobre unos cuantos cientos de wones?

— ¡Mierda, si- Gracias, Seyong! — me lance a abrazarlo fugazmente, feliz a más no poder. — ¡Gracias, gracias, gracias!

— No me alabes demasiado, que necesita un sinfín de reparaciones-

— ¡Nos haremos cargo, faltaba más! — exclamó Jimin, tomándome de los hombros y sacudiendo mi cuerpo con fuerza. — ¡Nos vamos de aquí, carajo, nos largamos por fin!

Nos fuimos del puerto sintiendo que nos crecían alas de la espalda. Era hora de ponerse serios y en marcha. La vida en el mar estaba más cerca que nunca. Mientras caminábamos de vuelta a casa, observé la llave de la cabina de mi barco soñado sobre la palma de mi mano. En lo único que pude pensar en ese momento, fue en la propuesta que Aerin me había hecho la noche anterior.

Todo estaba poniéndose en su lugar.

mar del este • jjk ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora