CAPITULO 34 KENDALL

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Mi hermano mayor Kurt me asusta para despertarme como todos los días. Siempre con la excusa de no acostumbrarme a levantarme tarde.

— Tienes nombre de reina, pero no eres una, así que levántate, el campamento es mañana y necesitas todo — maldije al pelirrojo a más no poder y me levanté de la cama.

El sol de Milen me hizo abrir bien los ojos al despertar, me preparé y fui a desayunar "tenía ganas de saber quién era el pelirrojo de los sueños, maldito Kurt y sus costumbres de deportista y levantarse temprano"

"ojalá y le dé una diarrea trifásica en medio de su partido de baloncesto, olvide ponerse perfume y se le rompa un condón. Bueno, mejor lo del condón no, no necesito en mi vida una versión pequeña de Kurt"

— Buenos días, nena — saluda mi padre John y mi madre me sirve el desayuno.

— ¿Tienes todo para el campamento de arqueología? -—pregunta mi madre Kristen — puedo ir al museo por lo que te falte.

— Solo necesito unos pinceles, es lo que falta para mi kit de arqueología.

— Creo que en mi portafolios tengo unos — comenta mi madre y va por ellos. Ventajas de tener padres arqueólogos-historiadores.

Luego de comer e ir al museo con mi madre por sus cosas y un pequeño paseo por el centro comercial para comprarme unas ultimas cosas ya tengo todo listo para ir al Campamento de Arqueología Reina Kendall para jóvenes. Estaría dos semanas en los desiertos de Milen para investigar y buscar ruinas de las viajas ciudades.

A la mañana siguiente el autobús se detuvo en frente de mi casa y junto al resto de mis compañeros y mi mejor amigo Marco.

— ¿Lista para las mejores dos semanas de tu vida otra vez? — pregunta el pelinegro de piel canela ya que esta no es la primera vez que voy al campamento.

— Claro, bobo. ¿Trajiste el kit del aburrimiento? — pregunto ya que el camino hasta la zona desértica del tropical Milen es de dos horas, dos horas en las cuales el chofer y la instructora nos marean escuchando, merengue de Eddy Herrera, salsa de Marc Anthony, bachata de Romeo y las baladas de Chayanne. Al principio te gustan las canciones, pero luego de una hora ya te cansas.

— Revistas y sopas de letras, mi Nintendo DS y mi mp3 con más de 50 canciones nuevas para el viaje — choco su mano en puño.

— Eres el mejor, Marco.

— ¿Aún sueñas raro? —preguntó en susurros el moreno — Marco y yo nos conocemos desde que estamos en pañales, no hay nada que nos ocultemos, además de que nuestros padres eran mejores amigos y trabajadores activos del museo de historia de Milen.

— Si, siempre es lo mismo, trato de hacer una línea de tiempo y tratar de reconocer la ropa y las estructuras, tal vez es el siglo XIV o XV. Pero las cosas que pasan no tienen sentido, es muy avanzado para esa época, como si hubiera una ventaja.

— ¿Y has visto a las personas?

— No, pero el pelinegro y el pelirrojo nunca dejan de aparecer, a veces veo sus ojos, otras veces sus espaldas, no logro tener una imagen clara de ellos.

— Ok, en definitiva, te volviste loca Kend — me llama por mi apodo desde pequeña.

— Lo creeré si un loquero me lo dice.

Al llegar al campamento, separan las tiendas entre chicos y chicas y se empiezan las excavaciones. Los primeros días no encontré más que piedras de mármol naturales y piedras de cuarzo, luego encontré junto a Marco unas vasijas de barro cerca de una formación de rocas en el lado Este, pero no fue hasta la segunda semana que todo empezó a ponerse interesante.

Diarios De La Realeza (Saga de La Luna #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora