Cómo de costumbre John ya está en clase cuando Alexander entra de los primeros. Con timidez y cuidado, el joven se acerca al rubio por lo que le había advertido Jefferson. Le pide si le podría dejar una hoja de actividades, ya que el profesor no tenía suficientes.
—Claro, dame tu número y te lo envío ya mismo— contesta de forma amable, John, sacando su móvil y Alexander empieza a dictar, cuando se da cuenta de que él mismo tiene el teléfono entre sus manos y podría haberle sacado una foto. ¿Será que ese chico quería pedir su número? Rastrero. Seguro lo hace para Dios, sabe que, tal vez mostrar su último móvil caro o... justo en ese momento, llega el mensaje y John le sonríe diciéndole que ya tiene con él las fotos.
Sí, todo lo que le han dicho sobre él es cierto, debería llevar cuidado. Parece amable, pero las apariencias engañan. El rubio le sonríe mientras se sienta, haciendo sonrojar un poco al chico, que, no caerá ante los encantos de un cualquiera que debe llevar locas a las muchachas del otro colegio.
Con el pasar de los minutos, empiezan a entrar otros alumnos, entre ellos el delegado y subdelegado de la clase, Tallmadge y Hale. Ambos son bastante majos con todos, incluso Hamilton ha llegado a cruzar un par de palabras con ellos. Con frecuencia los dos siempre están juntos, haciendo ñoñerías de esas de novios. En el fondo, cuando Alexander los ve, piensa en que él también disfrutaría un interés romántico, ya que siempre le gusta recibir cariño. Pero todo a su tiempo. Ya estuvo probando con un par de chicas antes de ser adoptado por Washington, y, cree que no se le da tan mal.
¿Por qué está mirando el cabello de Laurens? Tal vez ese color rubio, tan puro y dorada llama su atención. Es increíble cómo pueden existir cabellos tan cuidados.
—¡Hola!— Saluda Tilghman y se sienta junto a Hale que espera impaciente a Tallmadge.
Alexander pilla su mochila y abre un libro de lectura, ya que, como siempre sus amigos tardan en llegar, aprovecha para leer. Le quedan menos de cincuenta hojas. La emoción de saber qué pasará al final le desespera. Solo tiene ganas de leer. Ese libro se lo ha regalado su padre. Cada semana se acaba uno y según Washington es una buena manera de entretener a Alexander.
—Dónde surgen las sombras es un libro espectacular...— Asegura Laurens llamando la atención del pelirrojo de nuevo. —Lo leí el año pasado, tiene un gran final— comenta, siendo observado, casi amenazado por los ojos morados. —Tranquilo, no te diré cómo termina. Soy un buen lector...— se acerca un poco a Alexander —detesto que me cuenten el final...— Susurra dejando a Hamilton pensativo sobre las intenciones del chico con esos gestos. ¿Ha encontrado a alguien que le gusta leer? Sin más, le da una sonrisa al joven para no ser desagradable y continúa con su lectura.
La puerta se vuelve a abrir y aparece Tallmadge dispuesto a sentarse en su sitio cuando Hale se levanta, deprisa y abraza al otro.
—¡Ben!— Grita el joven como cada mañana que se saludan con emoción. Ambos se dan un beso en los labios, siendo sinceros, todo el mundo en clase se ha acostumbrado a ellos. Hecho por el cual, solo se meten por ser muy dulces.
Alexander se para a verlos, ambos siempre son tan románticos entre ellos, o al menos eso sabe desde qué está aquí. Se ha enterado de que llevan cinco años juntos y a él le parece que ambos son muy mimosos. Es una de esas parejas por las que apostaría que durarían para siempre. Ojalá él encontrase a alguien así. Por desgracia... Las muchachas que ha conocido hasta ahora no le han hecho sentirse así.
—¡Amor!— Dice achuchando al joven con fuerza mientras la mochila se le cae un poco hacia bajo y Hale la sube de nuevo al hombro del contrario con una sonrisa. —Voy a dejar todo, mejor.— Cuenta poniendo la mochila en la silla y luego se sienta, señalando al más joven para que tome asiento sobre él.
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El número tres | Lams
Fiksi PenggemarUn joven se enamora de un polista católico apasionado por la danza, finamente ambos deciden seguir el destino hasta ver que sucede. Esta es la segunda edición de mi libro (la única que se puede leer actualmente). Cuenta con unas 78.000 palabras.