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-No, al final no vendrá- asegura John viendo a su madre sentada en los pies de la cama. -Me dijo que sus padres tienen una cena de empresa y tiene que ir.

-Está bien. ¿Quieres invitar a Martha? ¿William?- Pregunta Eleanor viendo a su hijo. Todos los niños iban a divertirse y no quería que John fuese la excepción. Según él, es demasiado mayor para que los pequeños quieran jugar con él y demasiado pequeño para sus hermanos mayores que se creen super grandes por haber terminado el instituto.

-No, mamá. Estaré atento por si se aburre enviarle algún mensaje y hablar con él- dice bastante contento. -Espero que le vaya bien, sé que no le gusta comer en público.

-Lo sé, espero que se lo pase bien, pero intenta pasarlo bien tú también. Te prometo que iré a tu próxima actuación ¿sí?- Dice la mujer y John asiente. -¿Qué te vas a poner para la cena de esta noche? Recuerda que viene tu tío también.

-Lo sé, mamá, el tío siempre queire que nos veamos perfectos- asegura mientras se levanta y camina hacia su clóset. -¿El traje azul marino? ¿Y si me pongo solo una camisa y el pantalón negro ese del dobladillo?

-Lo que quieras estará bien, mientras no te me pongas de deporte.

-Es que es más cómodo.

Eleanor ríe un poco y se acerca también hacía toda la ropa que hay por allí y ve a su hijo tomando una camisa. -Prueba a ver si te cabe.

-No he engordado. Debe caber igual- asegura viendose al espejo.

-No, pero haces más deporte ahora y algo de musculo más si que tienes. Martha también ha tenido que hacer una limpieza de ropa. Tu cuerpo ahora es muy diferente- explica Eleanor. -Esa camisa también es muy bonita, pero te vendrá corta ¿no?

-Pero no tiene más que un par de meses.

-Ya, y tú no has cumplido aún los dieciséis y ya eres como tu padre- afirma Eleanor riendo un poco. -Podemos medirte a ver cómo vas.

-Detesto ser alto, mamá. ¿Por qué no puedo ser más bajo? Así no puedo bailar, mido de más y peso de más.

-No te preocupes, te queda poco ya de danza. Luego te concentras en medicina y la altura no es ningún problema. Además, es cosa de familia, tu padre mide uno noventa y dos, y yo uno setenta y siete. No podéis salir bajitos. Tú no te preocupes, pero es que claro que sí pesamos como los demás y medimos mucho más no estamos bien.

-Pronto voy a empezar a darme con las puertas, mamá.

-No seas dramático, que las puertas son de dos metros.- Ríe la mujer. -Busquemos que ponerte y luego te llevo yo al conservatorio.

-¿Me vas a llevar?- Pregunta ilusionado y la mujer asiente.

-Gracias, mamá- dice apresurándose a tomar la ropa para la cena y lo que usará durante la clase de danza. -Estoy listo- Dice y Eleanor ríe, hace mucho tiempo que no va ella misma a llevar a John a bailar.

**

-Double, double- avisa el hombre y John suspira ¿cómo demonios hará eso? -Pateas para la derecha y llevas la pierna dos veces. Estás en noveno de danza, tienes que poder hacerlo. Y más tu qué eres cuanto menos... alto. Venga-a veces bailar le puede llegar a hartar un poco cuando no le salen las cosas, pero no importa, tiene mejores momentos que peores. -¡No te tires tanto hacia delante! Espalda más recta, como si hicieses el simple. Ahí.

-...

John se para un momento y se apoya en la barra que hay en el centro de la sala sosteniendo su cabeza.

-Venga John, sigue. No te pares. No me puedes decir que estás cansado. Voy a tener que hablar seriamente con tu nutricionista. No puede ser que te den jaquecas así no avanzamos. Me estas decepcionando últimamente. Te necesito a mil para la función o no llegaremos a las competiciones de fin de año.

El número tres | LamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora