—¿Pero tienes fiebre?— Pregunta Eleanor preocupada tocando la frente de su hijo.
—No mamá, solo me siento mal— asegura John tumbado en la cama. —No quiero ir hoy a clase.
—Iré a avisar a tu padre— dice la mujer levantándose de la cama. —Quedate ahí. ¿Quieres que vengan a revisarte? La otra vez, cuando lo del examen, me dijeron que te faltan algunas vitaminas. Tal vez es eso. Deberíamos darte vitaminas.
—No mamá, no avises a nadie para nada— murmura estampando la cara contra la almohada.
—¿Qué te sucede?— Pregunta volviendo a sentarse. —¿Me lo cuentas?
John da un pequeño suspiro y mira a su madre, apartando la cabeza de la almohada. —Es muy duro ir al insti...— Murmura el joven.
—Si quieres puedes continuar estudiando en casa, yo pensaba que te gustaba. Me lo pediste tanto...— Dice Eleanor. —Tu hermano prefirió estudiar en casa. Entrarás a una universidad igual.
—Me encanta el instituto, es maravilloso. Hay gente buena conmigo, pero otros no tanto. ¿Por qué se comportan ellos así conmigo? ¿No pueden ignorarme? Como a todos los demás— murmura el joven jugando con su pie moviendo la manta plegada al final de la cama.
—Tú ignoralos y para delante. Solo es envidia. Eres la definición de un joven perfecto— sonríe Eleanor intentando animar y de la nada se abre la puerta.
—¡Mamá! ¡Ya llegó el Señor Müller a darme clase!— Grita James. —¿Jack? ¿Qué haces aquí?
—Tu hermano está malito, James. Vamos— Eleanor se levanta y toma delicadamente la mano del niño dejando a solas a John en su habitación durante unos instantes.
Justo, cuando John ya pensaba que, de nuevo, sus hermanos le habían quitado un pequeño momento con su madre la mujer regresa y vuelve a sentarse. —¿Qué puedo hacer, mamá?
—Mira, mi chico, tu eres muy buen estudiante. Sé que lo de Gilbert no lo esperabas, así que, si quieres, intenta aguantar este curso y si ves que no te gusta continúas estudiando en casa.
—No se si ellos son peor o mis hermanos lo son.
—Venga, si en realidad los quieres un montón— asegura la mujer con una sonrisa. —Y pronto vas a tener que querer a uno más. ¿Se te ocurre algún nombre?— John levanta los hombros y mira a su madre sin ninguna idea. —¿Qué te parece Barthlomew? Como el tío.
—Y si es chica ¿Mary?— Pregunta John. —¿Cómo la tía?— Su madre asiente con una sonrisa y John sonríe un poco.
—Me gusta cómo piensas, chiquitín.
—No soy un chiquitín, mamá.
—¿Qué llevas aquí en el pie?— Pregunta viendo una herida.
—Rozadura— responde con tranquilidad. —Llevo más de una. El elástico de la zapatilla está muy nuevo.
—Por eso te dije que llevase las viejas al ensayo ¿Me dirás por qué te molestaste tanto con tus compañeros?— Cuestiona amablemente acariciando el cabello de su hijo, hace mucho que su madre no le presta atención.
—No es nada...
Eleanor suspira, sabe que es bastante difícil hacer enfadar a su hijo, y solo hay tres maneras: hacerle daño a un animal, que se le rompan las zapatillas recién estrenadas y que le llamen gay. Sin duda, ninguna de las dos primeras fue. —Escucha, la gente puede pensar de ti lo que quiera. Tal vez te ven más "femenino" por querer ir arreglado, pero lo importante es lo que tú eres en verdad.
—Bailar es de chicas— murmura algo enojado.
—No lo es.
—Deberías haberme ignorado cuando te pedí bailar.
![](https://img.wattpad.com/cover/318030508-288-k356197.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El número tres | Lams
FanfictionUn joven se enamora de un polista católico apasionado por la danza, finamente ambos deciden seguir el destino hasta ver que sucede. Esta es la segunda edición de mi libro (la única que se puede leer actualmente). Cuenta con unas 78.000 palabras.