FINAL #42

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Por fin puede decir que está definitivamente en su casa. No hay colchón tan blandito como aquel, que le haga sentir tan bien. No puede decir que está extremadamente bien, pero algo mejor sin duda.

William intenta acompañarlo todos los días que puede, y Hamilton suele pasarse a hacerle una buena visita, aprovechando para dejarle ramos de flores.

—Will, quería hablar contigo— dice Laurens. —Ya he extendido esto mucho tiempo.

—Dime, Jack. Sin miedo— asegura el pelinegro sentándose a su lado.

—No quiero que nada cambie, pero no voy a hacerte tontas ilusiones. Creo que voy a volver con Hamilton y es mejor que lo sepas. Te preocupas por mí y me has acompañado en lo peor y mejor de mi vida. Sé que no te merezco y nunca voy a poder igualarme a ti. Creo que esto será lo mejor para todos. Para la amistad de mi madre y la señora Washington, para la salud de Alex...— tal vez John ha tomado una mala decisión.

—Está bien. No importa. Gracias, espero que esa decisión haya salido de tu corazón y no haya sido condicionada por nada— dice dándole un beso en la mejilla. —Si algún día cambias de opinión yo te esperaré, o si algún día necesitas alguien que te apoye no dudes en contarme. Somos mejores amigos ¿no?

—Sí— asegura dándole un abrazo. —Te quiero— afirma sin soltarse del joven.

—Yo también. Me alegra que estés de vuelta y con una alimentación buena— afirma levantándose y John le pide ayuda para hacerlo.

—¿Quieres bailar?— Pregunta el joven y el británico asiente.

—Solo no saltes ni hagas nada que te pueda hacer daño. Lleva cuidado.

—Cuidado es mi segundo nombre.

—Sabes que no. Sería el cuarto en todo caso.

—¿El cuarto?

—Tengo un mejor adjetivo para ti— afirma bailando como ambos saben.

***

—Ya voy— asegura John acercándose a abrir la puerta caminando con su muleta de apoyo. —¡Alex!— asegura viendo como el joven le abraza sin sujetarse de él como acostumbra.

—Hola— asegura dándole un beso y flores. —¿Listo para ir a clase?

—Sí. Espero que el tema no haya avanzado mucho— asegura el rubio.

—No lo ha hecho, puedes estar tranquilo. ¿Cómo te ha ido con tu profesor nuevo?

—Bueno. Bien, es polaco. Me está ayudando a volver a incorporarme. En un mes estaré como nuevo— asegura con una sonrisa. 

—Te dejaste el abrigo en mi casa— dice Alexander dándole un beso en la mejilla.

El número tres | LamsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora