—Gracias por dejarme tus apuntes— dice Alexander devolviéndole la hoja en perfectas condiciones a Laurens.
—Gracias a ti por prestarme tambien los tuyos— dice John volviendo a darle la hoja tras el intercambio de apuntes. —¿Cómo fue tu fin de semana?— Pregunta amablemente mientras guarda en una carpeta el folio.
—Con mis amigos, ellos son realmente raros, pero uno de ellos me estuvo contando toda su vida amorosa.— Ríe Hamilton mientras se cuelga de los hombros la mochila.
—Mi padre me deja ir a tu casa, bueno, solo si me acompaña su secretario Grimké— dice Laurens y Hamilton le abraza orgulloso.
—¡John, eso es maravilloso!— Grita Hamilton viendo el gran salón de actos de la escuela. —¿Quieres que prepare algo?— Pregunta el pelirrojo y Laurens niega.
—Bueno, a no ser que tú quieras. En eso ya no me intrometo. Lo que sea estará bien.
***
—Bien, entonces, para el viernes ¿qué preparo en la cena?— Pregunta Martha Washington mirando a su hijo.
—Ehm... No sé. Tal vez le tengo que llamar para ver qué come— se pregunta un poco para él mismo. Sé que los lácteos los toma desnatados, mucha fruta y verdura. los hidratos de carbono solo integrales, algunas proteínas magras. No toma azúcares y evita los conservantes y de grasa solo aceite de oliva, aguacate y frutos secos Especialmente nueces y anacardos— Murmura Alexander y su madre le mira.
—¿Cómo sabes todo eso?
—Mejor no preguntes— dice sentándose bien en el sofá. Es una historia extraña. También sé que para merendar come una fruta y dos nueces— añade el pelirrojo. —Pero le debería preguntar ¿verdad, mamá?
—Ay... Bueno, no sé. Haz lo que veas conveniente— murmura la señora Washington y Alexander ríe un poco.
—Veremos películas y prepararemos un guión de artes. Será muy divertido— aclara su hijo.
***
—¡Jack!— Grita Alexander abrazando al más alto cuando entra a su casa. —Deja que cuelgue tu chaqueta— dice el pelirrojo tomando la chaqueta del joven una vez ya están en el salón y los adultos hablando juntos.
—Alex, no sabía que eras hijo de los Washington— murmura algo avergonzado de haberse dado cuenta en aquel punto.
—¿Nunca te dije que me adoptaron?— Pregunta el pelirrojo sentándose en el sofá dejando un hueco para John. —Pensé que sí.
—Mi madre es muy amiga de la tuya.— Explica sentándose en el hueco.
El teléfono de Alexander empieza a sonar y Laurens se lo pasa muy cortésmente sin mirar quién es. —Es Jefferson— dice el pelirrojo contestando el teléfono. —Hola. No, hoy no bajo. Te lo he dicho esta mañana— asegura bastante convencido. —¡Lo olvidé! Lo siento, no te preocupes. Claro, te espero a las siete y te lo doy— dice antes de colgar y Laurens le mira un poco extrañado. —Me pidieron que guardase un sobre.
—No quieto sonar cotilla... ¿Un sobre con que?— Pregunta Laurens.
—Ehm... No sé, no me dejan abrirlo. Con dinero supongo ¿qué más si no en un sobre?— Responde el pelirrojo silenciando su teléfono.
—Madre mía, Alex. Puede ser cualquier cosa— explica pasando una mano por la espalda del otro de forma lenta y amistosa. —Ellos se pueden aprovechar de ti.
—¿Por qué lo harían?
—No me dan buena espina, temo que te pueda pasar algo, pero no debería meterme en tus amistades— asegura Laurens y Hamilton le mira atentamente. —No soy nadie para decirte esto.

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El número tres | Lams
Hayran KurguUn joven se enamora de un polista católico apasionado por la danza, finamente ambos deciden seguir el destino hasta ver que sucede. Esta es la segunda edición de mi libro (la única que se puede leer actualmente). Cuenta con unas 78.000 palabras.