—No te creo que irás con ese— murmura Kinloch algo molesto mientras acompaña a Alexander a la biblioteca.
—Bueno, me enseñará dibujo técnico después de que le ayude con sintaxis. Así que, si no me enseña pocos deberes podré haceros— explica el pelirrojo acomodando sus gafas. —A no ser que tú sepas, y, sé que no sabes.
El más bajo abre la puerta de la biblioteca a lo que, Kinloch se niega a entrar. —No pienso entrar en ese repulsivo lugar. Luego te vienes al parque de los patos, tío.
—Sí, Frank, nos vemos más tarde.— Se despide Hamilton y se adentra en la gran sala donde hay unas estanterías enormes y una escalera. Tiene fortuna, al parecer ese centro es de los mejores, como dice su padre. Siente que ha pasado de la nada a tener de todo.
Se vuelve a concentrar en su misión, buscar al chico. Su madre le comentó lo que había hablado con la madre del otro y, este aceptó. Le ayudaría un poco con sintaxis, no será molestia para él. Ve de espaldas al rubio mirando libros y, le toca el hombro para que se de la vuelta. —Hola, Alexander— saluda el rubio dejando un libro de vuelta en la estantería.
John recuerda el mensaje que recibió de Alexander aquel sábado, dónde, comentaba la idea. Ahora, como se ha enterado es un misterio, bueno, al menos para él. Puede ser que a Eleanor se la haya olvidado mencionar el pequeño detalle de que Alexander es hijo de la señora Martha Washington y John piense que es idea de Alexander. Pues sí, es posible.
—¡¿Qué te ha pasado?!— Pregunta Alexander sin devolver el saludo.
—¿A qué te refieres?
El rubio se toca la cara, donde mira Alexander fijamente. —Tienes un moratón— dice tocando un poco más arriba de la mano de John. —¿Estás bien?
El más alto recuerda el incidente y suspira un poco. Se nota más de lo que pensó, pero, cuando uno se mira al espejo a las seis de la mañana no está muy atento. —Me di un golpe, nada del otro mundo— afirma intentando restarle importancia mientras busca un sitio para sentarse y dejar la mochila.
—¿Te peleaste con alguien?— Pregunta con curiosidad mientras camina detrás del rubio hacia una mesa en la esquina.
Ambos sacan las sillas delicadamente y se sientan intentando no hacer mucho sonido, mientras, John calma la curiosidad de Hamilton. —No, no, no. A mí no me va eso de las peleas— dice recordando que, ayer al parecer se enamoró del suelo y se acabó dando un golpe. —Solo soy algo torpe.
—Yo no te llamaría especialmente torpe— asegura el pelirrojo jugando con uno de sus pequeños rizos. —Tienes un gran futuro como artista— saca su estuche que, está justo encima de todos los libros y saca sus apuntes de sintaxis. No es el niño de los apuntes, pero, los ve medianamente dignos. Le gusta usar colores cálidos.
—Oh, no creo. Solo es un pasatiempo— asegura también sacando un folio y el estuche, donde, los colores azules abundan. Se nota cuál es su color favorito.
—Pensé que el año que viene estudiarías un artístico— supone erróneamente Alexander. —Aunque yo tampoco soy el mejor para hablar de esto. No sé si prefiero ciencias o humanidades.
—Es una difícil decisión— asegura viendo cómo las finas y pecosas manos de Alexander juegan con el bolígrafo ágilmente de un lado a otro.
Al final, la conversación no va mucho más allá y Alexander empieza a explicar su parte del trato. Se le hace agradable el chico, es una buena compañía para estudiar. —Creo que no es tan difícil como pensaba— dice el rubio riendo un poco.
—No, pero cuando te despistas en un paso sientes que todo te saldrá mal— confiesa contento de haber podido ayudar en algo.
—Cuando quieras yo te ayudaré en dibujo técnico— sonríe el rubio y Alexander se sonroja por algún extraño motivo.
—Me estás ayudando en muchas cosas. Al menos aprobaré artes escénicas— dice el pelirrojo jugando nerviosamente con el cuello de su abrigo.
—Aprobarás artes escénicas con buenas notas— confiesa John seguro de que, el chico cada vez mejora más, y, ya sabe bailar algo. —Escribir guiones también es parte de artes escénicas.
Suena el timbre y ambos jóvenes se levantan, dirigiéndose al salón de actos donde les toca la optativa. —¿Entonces no irás a bachillerato de artes? Seguro que bailas muy bien, bueno bailas muy bien— se corrige tímidamente ya que, en el fondo, ha visto a John bailar.
—Me iré a ciencias. Creo que me gusta ayudar a la gente, y, tal vez ahí puedo ayudar más.
—¿Has pensado en algo?— Cuestiona viendo como el chico cuelga su mochila sobre su hombro y como sonríe pensando en su idea.
—Pediatría ¿y tú?— Devuelve la pregunta con su sonrisa blanca mientras le echa una mirada a Alexander desde una altura separada. Se le hace muy tierno,imagina al chico agachado con pequeños niños que jugarían divertidos.
—No sé, no llevo mucho tiempo aquí. Aún no he mirado todo— confiesa aún confundido por la infinidad de grados por elegir.
—Aún queda mucho tiempo para elegir.— Afirma abriendo la puerta para dejarle paso al más bajo y que entre al lugar. —¿Hoy que haremos?— Pregunta con emoción.
—Bailar— asegura el profesor saliendo de la nada asustando a los jóvenes. —Tendremos un musical que celebrar a fin de curso. Podéis participar si os gusta.
—¿Qué dices, John?— Pregunta emocionado y ve como el joven no muestra misma emoción.
—Y-yo.... Creo que solo iré a ver— confiesa el rubio amarrando su cabello en una bonita coleta
—John— murmura el profesor, —eres el talento del escenario en este colegio.
—Gracias, pero creo que por esta vez prefiero...
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El número tres | Lams
FanficUn joven se enamora de un polista católico apasionado por la danza, finamente ambos deciden seguir el destino hasta ver que sucede. Esta es la segunda edición de mi libro (la única que se puede leer actualmente). Cuenta con unas 78.000 palabras.