Alexander está sentado en el parque con sus amigos, que, no paran de chulear sobre la maldita fiesta, y, un eterno debate de cuántas chicas se llevó cada uno, aunque hubo algún que otro chico. El pecoso realmente se pierde en sus pensamientos sobre su próxima novela, no tiene muy claro como hacer físicamente al personaje, eso sí, el personaje va a tener un gato, un gato como el que tiene él.
—Tío, Alexander, tú qué sacas buenas notas— afirma Thomas,— haz mis deberes, por favor.
Por alguna razón, Alexander siempre acaba cediendo y el trabajo se lo lleva él hasta casa. Él se compara con uno de esos antiguos copistas a mano, porque, es lo que hace todas las tardes.
—Alexander es un buen tío, siempre nos ayuda ¿verdad?— Dice Gabriel revolviendo el cabello de Hamilton y este le atrapa la mano rápidamente para que deje de hacerlo. —¿Vamos a mi casa esta tarde y hacemos tarde de chicos?
Alexander piensa un segundo y no ve demasiado apropiado que sea hoy. —Mañana hay clase, ¿por qué no el viernes?
—Tío, el viernes es día de fiesta. No creo que ninguno de nosotros quiera tener a un grupo de borrachos en casa— explica Reynolds. —Bien, pues hoy— decide por el solo y al parecer la mayoría del grupo está de acuerdo.
La mayoría, porque Francis no. —Oye, que tengo polo—. Empieza a hacer un berrinche algo infantil. —Me parece horrible que vayáis sin el alma de la fiesta, una falta de respeto.
—Solo es una excusa porque eres gay y no soportas ver estos cuerpos serranos— asegura Gabriel y Francis en respuesta le pega una colleja.
—Una. Soy pansexual. Dos. Tú eres más gay que yo y para cuerpo serrano el mío.
Ambos pelean absurdamente a ojos de Alexander. ¿Qué más da quien quiera a quien? —¿Yo, gay?— Pregunta Gabriel. —En mi vida me he liado con un tío.
Todos a excepción de Alexander lo miran y empiezan a reír hasta que después Madison le susurra al odio a Alexander lo que pasa. —Está colado por Francis desde hace años— dice en el "susurro" pero suficientemente alto para que todos escuchen.
El pelirrojo no evita un poco una risa, ya que, ambos justos sería extraño o el simple hecho de que Francis pudiese tener una pareja estable es imposible. —Lo que pasa es que Gabri está celoso porque Frank ligó mucho en la fiesta— asegura Jefferson viendo a los dos. —No como Reynolds que le dejó María.
—¿Por qué?— Sin duda Alexander se perdió mucho en esa fiesta.
—Tan estúpido que se le olvidó que cumplían un año juntos—. Se burla Francis. —Y quedaron o algo así y James no fue, pero él ni la llamó y se quedó con un pastel horneado en casa la chica.
—Y tú tan estúpido que perdiste el partido de polo— se defiende Reynolds.
Hamilton continúa pensando solo en su próxima historia, el protagonista y su aspecto físico. Quiere que sea encantador, el típico chico tímido pero con una gran personalidad. Con grandes aspiraciones que cumplir. Cree que es hora de variar, sus últimos cuatro libros han tenido como personaje principal una mujer trabajadora y valiente, tal vez esté bien variar de vez en cuando. Piensa por varios minutos lo que quiere en él, lo que, a sus ojos le gustaría: que sea alto, seguro agradece más unos cuantos centímetros; ¿rubio o castaño? ¿Un color intermedio? Aunque le da ilusión los cabellos dorados, tal y como era el estándar de belleza del renacimiento... Piensa en seguir ese patrón, podría ser maravilloso. Listo: ojos azules, rubio, bonitos y lisos cabellos, alto, piel pálida y mejillas sonrosadas. Su personaje estará dispuesto a vivir una historia de poesía romántica. —¡ALEXANDER!— Gritan y el pelirrojo agita la cabeza volviendo al mundo. —¿Verdad? —De nuevo por perderse en su imaginación está en un apuro. Solo asiente esperando acertar y los chicos sonríen. —Bien guarda este dinero y nos lo das el lunes— dice Thomas extendiendo una bolsa a Hamilton que acepta. —No puedes decir nada. Las cosas del grupo se quedan en el grupo.

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El número tres | Lams
FanfictionUn joven se enamora de un polista católico apasionado por la danza, finamente ambos deciden seguir el destino hasta ver que sucede. Esta es la segunda edición de mi libro (la única que se puede leer actualmente). Cuenta con unas 78.000 palabras.