—¡Benji!— Grita Hale tocándole la espalda por detrás al chico que le hace hueco entre la mesa y la silla.
Mientras tanto, llega Alexander también que, entró a la vez de Hale, pero este salió disparado. Se sienta al lado de John y se apoya un poco en el hombro del joven. —Buenos días— murmura Laurens a la oreja del joven.
—Hola— dice Alexander acariciando el brazo de John. —¿Sabes lo que me hiciste?— Susurra el pelirrojo riendo un poco, pero el otro le mira preocupado. —No fue nada malo.
Justo se escucha abrir la puerta y ambos se separan. Incluso Alexander se pone de pie y se da la vuelta rápido, pero solo encuentran a Gabriel que entra algo decaído.
—Hola, Gabri— saluda Hamilton y John también se pone de pie.
—Hola— saluda caminando hacia la silla para dejar la mochila. Realmente se nota su estado deprimido y desganado.
—¿Estás bien?— Pregunta Laurens dirigiendo la palabra al chico por primera vez en el curso y Alexander se acerca un poco a él.
—Dejé a Frank— murmura el joven y hasta Hale se da la vuelta.
—Pero se veían bien juntos ¿qué ha pasado?— Dice Tallmadage y el otro empieza a llorar a lo que John le da un abrazo. Solo es su instinto. Gabriel entiende perfectamente por qué Alexander parece casi obsesionado con él, es alto y parece fuerte. Sin duda explica varias cosas.
—No me quiere, solo fingió— llora el chico y Alexander se une también al abrazo. —Gracias, Alex.
***
—¿Seguros? Me puedo quedar si...— Dice Alexander mirando a John y Gabriel sentados en unas escaleras.
—Te preferimos aquí, pero parece ser que ellos empezarán a buscarte pronto— murmura Laurens acomodando un poco su jersey sobre sus hombros. A veces resbala un poco al estar sobre la camisa.
—No quiero ir con ellos...— Murmura Gabriel enterrado en su tristeza.
—Entonces quédate con Jackie. Yo tendré que ir con ellos— dice Alexander a lo que, Laurens se levanta y se acerca.
—¿Qué te hice?—Susurra a la oreja de Alexander esperando la respuesta que no le dió durante tres clases y el pelirrojo a parta algo su cabello y su Jersey de cuello para enseñarle el cuello. —Lo siento.
—No importa, no es malo. Solo te emocionste con las cosquillas— dice tocando la mano de Laurens y este le da un beso en los labios intimidando el cuerpo del más bajo un poco para atrás antes de marchar.
—Mereces a alguien mejor— susurra Laurens volviendo a sentarse junto a Gabriel.
—Eso me dijo Martha.
—Confía en ella. Sabe lo que hace.
Mientras tanto, Hamilton se acerca al grupo con su mochila y ellos se la toman para sacar un par de cosas. Llega también Francis casi a la par y todos se quedan mirándole por cómo lleva gran parte del rostro. —¿Qué miran, cerdos?— Pregunta sentándose en el banco y sacando un cigarrillo.
—Vas hecho polvo.
—Una pelea— dice sin importancia, tampoco se nota tanto. —También terminé con Gabriel por vuestra culpa.
—¿Y?— Pregunta Jefferson. —No nos pasas nada de contenido.
—Porque sois idiotas— murmura Francis mirando hacia bajo.
—Tío, parece que vayas a llorar. ¿No será por lo de Gabri?— Insinúa Reynolds.
—¿Qué?— Dice alzando la cabeza rápido. —No, no, tío, solo pienso en otra cosa— explica Francis.
***
—Alex, es que son tontos. Perdón por la palabra, pero es cierto— asegura John mientras sigue tomando a Hamilton.
—Lo sé. Perdón— dice después de pisarle. —los bailes de salón son complicados— murmura concentrado en sus pies. —El profesor de artes escénicas lo hace parecer todo fácil y tú también.
—No te preocupes.
—Yo si quieres te perreo en la discoteca— bromea Hamilton mirando al otro. —Nah, pero si quieres una bachatita sí.
—Entonces no se te dan mal.
—No, Jack, no he dicho que se me de mal dije: complicado— asegura mientras cambia de pose. —¿Sabes bailar en una buena fiesta?— Pregunta Hamilton.
—Supongo. Aunque no crea que la bachata sea lo mío.
—Tan solo déjate llevar— pide el pelirrojo.
—Empieza moviendo la derecha hacia atrás siempre que te diga y déjate totalmente— aclara mientras se pega un poco más a Laurens y mueve un poco las caderas.
John se deja llevar por la diferente forma de "elegancia" de la bachata. Él se considera más un hombre de poco contacto, y el único que tiene en el ballet suele ser para levantar a Martha o ayudarla a dar vueltas, esto es diferente. Siente las piernas de Alex que se mueven idealmente rozando con las suyas. Intenta concentrarse en algunos de los pasos que sabe de la bachata, no es un experto pero algo sabe. Normalmente le dicen que es un poco "palo tieso" para ese tipo de bailes.
Le cuesta mover las caderas y sacar esa faceta de sí mismo. La elegancia del ballet no le exige eso, es un baile muy regido y objetivamente poco llamativo de forma candente. Pero con Alexander se siente un poquito más libre, sobretodo porque le deja un poco más el rol quieto mientras él le guía en algunos movimientos bastante cercanos.
Hamilton extiende su cuello para que John acerque su cara y, en poder le deja un beso en sus labios largo, mientras, aún mueve sus caderas al ritmo y sujeta al chico.
Los cálidos labios del pelirrojo le invaden y siente al chico acercarse más hasta quedar rozándose, pero el movimiento del otro no cesa causando un leve sonrojo en Laurens.
—A-Alex, me diste un roce— murmura viendo al otro que le sigue comiendo los labios.
—No será la última vez... Estamos bailando— murmura continuando con el beso.
—No puedo hacerlo, lo siento— dice separándose un poco y sentándose en su cama.
Hamilton le mira preocupado y se acerca delicadamente para sentarse en la cama a su lado. —Está bien. Lo siento yo sí te presioné en algún momento. Deberíamos hablar ¿no crees? Establéceme unos límites y los cumpliré.
—Yo no quiero molestarte— murmura el rubio.
—No me gustaría desperdiciar el tiempo en cosas que no te lo pasas bien, podemos hacer mil cosas más— asegura dejándole un beso en la mejilla. —¿Qué te gusta?
—Los abrazos— dice antes de dar un suspiro. —Escucha, Alex, sabes que yo tengo que ser muy puro para todo.
—¿Por qué crees tanto en Dios?
—Si hay algo superior al ser humano, no se me subirá el ego. Es una forma de mantenerte usando la cabeza constantemente.
—Sí te gusta no te puedo criticar— asegura el pelirrojo dándole un abrazo. —Creo que entendí a lo que quieres llegar respecto a lo nuestro.
—¿Sí?
—Inocentes puros— ríe Alexander y Laurens asiente. —Yo puedo controlarme, no te preocupes.
Hamilton tiene algo más de fama por ser un chico bastante atractivo para las chicas, cosa que le ha llevado a varias relaciones. Nunca ha estado con un chico, ni con un cristiano tan fiel, así que, son experiencias nuevas.
—Gracias, mi chico—. Dice dándole un abrazo al pelirrojo.

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El número tres | Lams
FanfictionUn joven se enamora de un polista católico apasionado por la danza, finamente ambos deciden seguir el destino hasta ver que sucede. Esta es la segunda edición de mi libro (la única que se puede leer actualmente). Cuenta con unas 78.000 palabras.