T R E I N T A Y O C H O

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Jungkook:

Observar a Yoongi desde el asiento Imperial me daba mucha superioridad, verlo de rodillas, pidiendo perdón era algo que dolía en mi ser. Soy el Emperador, muchas personas quieren verme morir, personas a diario me roban y dicen porquerías de mi, mi hijo fue secuestrado y se que muchos desearon la muerte de Taemin también de Jeon Yul y mi esposa.

¿En quien puedo confiar? Ni mi propia madre piensa en mí, mi esposa no se de qué lado está y mi único general de confianza acaba de apuñalarme por la espalda.

Estoy solo.

-Majestad...

-¿A caso te dije que hables? -mi voz fue dura y directa. Yoongi llevaba ahí más de una hora, arrodillado, yo ni siquiera sabía que decir- ¿A caso te he hecho algo? ¿Te he fallado? ¿No te pago lo suficiente? ¿Qué demonios es?

-Majestad perdóneme... Usted sabe que yo no puedo negarme a una orden de la Emperatriz y...

-Cállate -susurre riéndome con sarcasmo- ¿Disfrutaste estar entre las piernas de mi esposa? -Yoongi se quedo callado- ¿Así es como me pagas todo lo que he hecho por ti?

-Su Majestad, le juro por mi madre y buda es mi testigo en los cielos... Que bebí hasta quedarme inconsciente y no hice nada con su Majestad, mi lealtad hacia usted es más grande que cualquier otra cosa -levantó su mirada- No hice nada con la Emperatriz.

¿Podía creerle? No... Sinceramente no le creo.

-General... Usted me dijo que vendría a informarme si ella lo llamaba, pero no lo hizo.

-Estaba con la Señorita Lee, no podía interrumpir en una ceremonia de nombramiento.

Luego de unos minutos más, la Emperatriz entro sola, sin su séquito y yo endureci mi mirada.

La amaba, juro que amaba a esa mujer. Pero no puedo dejar de pensar en todas las veces que se metió con otro hombre, ella dice que no, pero sé y estoy seguro que cuando fue el cumpleaños número uno de los mellizos Hoseok no salió hasta el día siguiente por algo. Y ahora Yoongi, mi hombre de confianza había entrado en la habitación de la mujer que amo.

-Ya basta -dijo ella- Levántese General, vaya a descansar.

-Esto es una reunión privada, no puede estar aquí.

-Estás actuando muy mal Emperador. ¿Va a castigar a todos los hombres que entren a mi habitación? Si es así también castigue al Príncipe Jimin, el Eunuco Han, su madre y hasta usted mismo también ha entrado a mis aposentos.

-No sea ridícula.

-¡Usted es más ridículo! -su pequeño grito hizo arder mi corazón- El general Min le tiene tanto respeto y lealtad que me rogó para que no hagamos nada, así que solo lo invite a beber, no a cometido nada. Pero... Si así fuera ¿que tiene de malo? ¿Yo no puedo estar con nadie pero usted si? ¿Ayer no estaba con Lee Sunny? Eso es un poco hipócrita de su parte.

-Te has encargado de que ninguna mujer se acerque a mi. ¿Quién no puede hacer que ahora? Si fuera como usted... Hace mucho tiempo todos los de esa lista estarían muertos, pero no lo soy -me levante molesto y con el corazón muy acelerado- ¡No te atrevas a entrar sin mi permiso de nuevo!

Sus manos estaban temblando igual de enojada que yo, pero ahora ya no tenía pelos en la lengua.

-¿De qué demonios estás hablando? -me acerque hasta llegar a ella- Tus acusaciones son muy graves.

Tome su mandíbula fuertemente pegandola a mi, mi intensión no era lastimarla pero creo que lo hice y mi orgullo era más como para pedir perdón.

-Se todo, no me creas un idiota -hable entre dientes- Jamás he sido un idiota solo ciego, ahora te advierto que te largues antes de que pierda la poca paciencia que tengo.

Emperador Jeon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora