Capitulo 38

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Levy Rizzo.

Todo lo que hicieron fue una declaratoria de guerra, nuestros informantes nos habían dicho que el líder Moratti se había trincherado en su propiedad cerca de la Storta al norte de Roma.

Mi gente y los Bianchi íbamos contra todo.

- ¡Vamos! - les doy órdenes a mis hombres para que derriben las
puertas de hierro. Fueron presionados y doblados como pedazos de madera con la maquinaria pesada que los hombres consiguieron. Los
disparos comenzaron cuando los hombres de Moratti intentaron defender la propiedad, pero contra nosotros eso no iba a suceder.
Cuando entramos los cadáveres ya estaban por todas partes, la sangre empapada en los perfectos y cuidados jardines que rodeaban la propiedad. Sólo unos pocos hombres se quedaron de rodillas y otros usaban la casa para cubrirse.

Fueron superados en números fue un intento patético de supervivencia de su parte, sabían que esto ha llegado a su fin. Levanté la mano para que mis hombres dejaran de disparar, a esos pocos hombres que quedaban y observaban con miedo Valentino les dio una última oportunidad antes de su ejecución.

- Si se rinden y cazan a su amo podrán unirse a nosotros, sólo que se los advierto no tolere las traiciones y valoro la lealtad, la lealtad la recompenso pero la traición la cobro muy caro. Así que el que quiera vivir ayuden a localizarlo y serán liberado.

Sabía exactamente cómo responderían estos hombres ante el temor de la muerte, ellos también tienen familia y no van a morir por un perro, no eran leales a un imbécil como el líder Moratti sólo lucharon por el sueldo. La lealtad es algo que no podía comprar, el respeto se gana y es algo que le faltaba a los Moratti, trataban a su gente como viles basuras.

Bajaron sus armas y algunos salieron de su escondite, Valentino sonrió porque era otra forma de venganza. Conseguír que sus propios hombres se revelarán contra él con unas pocas palabras. Los hombres corriendo dentro de la propiedad en busca del imbécil, fue retenido a punta de pistola por sus propios hombres, este momento fue memorable.

-Traiganlo delante de mí ¡Ahora! - Mi suegro no era alguien benevolente con sus adversarios, en este momento me recordó a mi padre con su frialdad y su ferocidad.

-Fue arrastrado por sus hombres mientras se vio obligado a bajar las escaleras y en nuestra presencia -¡Traidores! - gritaba tratando de torcer buscando huir a toda costa pero no tenía sentido. Cada hombre en esa propiedad se habían declarado su enemigo.

Cómo vil deshecho lo tiraron a los pies de Valentino. Cayó al suelo, sin la voluntad de levantarse una vez más, patético.

Miró fijamente al suelo, tan avergonzado que no podía mirar hacia arriba para hacer contacto visual, respiró fuerte, entró en pánico y cubierto de sudor a pesar del frío se convirtió en una gelatina, sus dientes parecían castañuelas en navidad.

Esperé pacientemente a que se hiciera la ejecución. La humillación fue tan entretenida.

Finalmente encontró la fuerza para
mirar hacia arriba, para ver al hombre que había intentando matar pero de eso el que encontraría la muerte sería él.

Valentino quería vengarse de lo que nos había hecho, intentó llevarse a mi esposa, intentó matar a los Bianchi e intentó llevarse a mi cuñado eso lo iba a pagar muy caro y la idea de hacerlo sufrir era tan buena que no podía creer.

Uno de sus hombres llegó con un chaleco lleno de explosivos, era la mejor muerte y una enseñanza a quienes en el futuro tuvieran la osadía de meterse con nosotros. Mi suegro lo ató alrededor de su cuerpo y empezó a temblar.

- Valentino, lo siento, lo siento, ¿de acuerdo? - empezó a suplicar era muy patético - tú mataste a mí hijo y me lo enviaste en paquetería !No podía quedarme con los brazos cruzados! Entiende.

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