Capítulo tres: Entrando en su círculo de confianza

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Me despertó un rayo de luz que entraba por la ventana, el sol estaba muy fuerte ese día

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Me despertó un rayo de luz que entraba por la ventana, el sol estaba muy fuerte ese día. Me dispuse a ir a entrenar con la arquera, aunque sabía que era probable que no me dejara hacer nada.

Mire aquel cuchillo haciéndome recordar los sucesos de hace unas horas.

No quería tener que usarlo, pero la arquera tenía razón, tenía que andar con protección, porque si ellos me hicieron eso, seguro había más personas queriendo hacerme daño.

Me puse la ropa que tenía al venir aquí, no aguantaba esa ropa de lino, prefiero mi jean, mi remera, mis borcegos y mi campera de cuero.

Fui a la orilla donde seguro ella estaría allí. Al llegar la vi, con su traje, su arco en su mano derecha y una flecha estaba apunto de ser lanzada. Tenia una venda de color negro en sus ojos.

Lanzó la flecha, la cual quedó clavada en el blanco sin problema alguno. Increíble.

—Erick dijo que no hicieras esfuerzos, así que no estaremos hasta que te cures —se quitó la venda.

—¿Cómo supiste que era yo? —fruncí mi ceño.

—Una de las cosas que sé es ver con los ojos cerrados —me acerqué a ella.

—Creo que no te agradecí por ayudarme la otra noche. Gracias... —sonrió de lado.

—Descansa y mantente alejada de los problemas.

—No soy una persona que esté acostumbrada a no hacer nada, ¿No existe alguna actividad aquí que no requiera hacer movimientos bruscos?

—Una chica de acción, mejor tomate unas vacaciones —dijo manteniendo su sonrisa de lado.

—Créeme si tuviera vacaciones no me las tomaría en esta isla —solté con sarcasmo.

—Como veo que no vas a descansar creo que puedo enseñarte la aldea.

—Claro un tour por una aldea del infierno ¿por qué no? —pregunté retóricamente, ella rodó los ojos y comenzó a caminar.

—Sí, pero no será para ver algo histórico —se burló.

Ella sostenía el arco en su mano, con una carcajada en su espalda y fuimos a recorrer toda la aldea. Estaba repleta de personas, lleno de vendedores y de personas en situación de calle.

La verdad no era muy interesante, pero ya había encontrado algunos lugares para estar sola, la arquera parecía que no había dormido nada, tenía ojeras y era notorio que estaba cansada, pero no le preste atención al fin y al cabo nuestra relación era de ser enemigas, no de mejores amigas.

—Tengo una pregunta, ¿cómo hacen aquí para bañarse?

—Te bañas en el océano —respondió con naturalidad.

—¡¿En el océano?! —abrí mis ojos como platos.

—No —ella se reía—. Tenemos tinas y aceites para que te bañes —dijo, mientras intentaba no reírse.

LA NOCHE EN LA QUE TODO COMENZÓ [LGBT] #1 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora