Capítulo veintiuno: Todavía la amo

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Abrí los ojos y recordé que no estaba en la mansión

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Abrí los ojos y recordé que no estaba en la mansión. Sigo en el departamento de Ana. Anoche nos quedamos buscando pistas hasta tarde y creo que me quedé dormida.

Su departamento es lindo, es un piso diez, con una vista increíble, las paredes son de color blanco, el piso es de baldosas de color grisáceo. El olor que hay en su casa es relajante y eso me gusta.

Estuvimos toda la noche revisando las cámaras de seguridad, la patente de su motocicleta y lo único que hayamos fue que luego del incidente, su motocicleta fue quemada.

Me froté los ojos y me di cuenta que estaba en el sillón de cuero de color negro, tapada con una manta de color beige con pequeños rombos de color blanco.

—Buenos días, dormilona —dijo sonriendo mientras preparaba su café.

—No recuerdo haberme dormido con esta manta —dije mientras veía como su cabello caía por su espalda.

Ella estaba con una blusa de tirantes de color blanca, pero era casi transparente, dejando ver parte de su espalda. Trae unos pequeños short de color blanco y está descalza.

—Te dormiste y para que no pasaras frío te puse la manta —en cuanto me levanté el celular de Ana empezó a sonar.

Ella atendió y me hizo una seña con la mano para que hiciera silencio.

—Mamá, todo está bien —ella hizo una mueca de frustración—. No te metas en mi vida —colgó.

Me muero de hambre, pero no quiero ser descortés y usar su cocina como si fuera la mansión.

—Perdona, pero mi madre y yo no nos llevamos muy bien —dijo dejando el celular sobre la mesada.

—¿Una relación difícil? —me deshice de la manta para dejarla doblada a un lado del sillón.

—Ni te imaginas —bebió de su taza de café.

Ella me preparó una taza de café y volvimos al trabajo. Ana tiene una pizarra en donde anotamos las cosas que sucedieron ayer y todo lo que sabíamos hasta ahora sobre el enmascarado.

Excluyendo todo lo que sucedió en la isla, claro.

Aunque yo tenía todo eso muy presente, no le diría nada respecto a la isla.

—Entonces tenemos a un enmascarado que voló un edificio, que asesinó a algunas personas, siete oficiales muertos y una moto quemada para que no encontremos nada sobre él.

—El sueño de toda comisionada —ironicé.

—Es que no entiendo el motivo. Siempre hay un motivo.

—Creo que quiere demostrar algo, pero no sé qué pueda ser.

—Bueno, cuando dio su comunicado actuamos como cualquier oficial haría. Tal vez quiere mostrarnos que nos tiene en la palma de su mano y que puede manejarnos a su antojo.

LA NOCHE EN LA QUE TODO COMENZÓ [LGBT] #1 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora