Izuku volvió a casa de su madre, la cual estaba feliz, porque había recibido una llamada de su anterior trabajo diciendo que podría volver a trabajar y cobrar el salario regular de la empresa. Llena de felicidad, sólo pudo pensar en cómo no podría haber tenido un hijo mejor que Izuku. Ambos se despidieron, para luego seguir su camino, no sin antes pasar por la residencia Bakugo, ya que presentía que, si Kacchan le contaba a la tía Mitsuki que había visitado Japón sin haber pasado a saludar, lo mataría, encontraría su reencarnación, y lo volvería a matar.
Cuando llegó de vuelta a su cuerpo orgánico, siguió con su búsqueda mediante entrenamiento espiritual. Llegó a aprender a canalizar su aura en objetos físicos, y adquirió unos orbes ceremoniales del monasterio para probar su técnica. Seguido, prosiguió con el entrenamiento de agradecimiento que había seguido durante los tres años que había estado allí. El entrenamiento consistía en agradecer y golpear. Después de golpear, juntar las manos en agradecimiento. Y después de agradecer, volver a golpear. Así hasta completar 10.000 golpes de gratitud. Mostraba agradecimiento por haber nacido. Mostraba gratitud por todo lo que ha tenido que existir para que existiera él. Mostraba gratitud por todos los eventos en su vida, y en la de sus antepasados, que le llevaron a estar en donde está. Agradecía a la primera estrella por crear el universo con su muerte (el Big Bang). Agradecía todos los procesos físicos y químicos por el que estuvo sujeto su planeta. Agradecía todas las criaturas que habían existido en este planeta para que llegara él.
Toda la información que estas criaturas antes que él había almacenado en sus vidas se encontraba en su cuerpo, en su ADN. Y fue cuando la luz lo iluminó de nuevo. Él había nacido de una estrella. De la estrella que formó el universo. Él era hijo del universo. Y los hijos del universo formaban parte del universo. Él formaba parte del universo. Una diminuta parte del universo. Una parte que se encargaría de agrandar. Propagaría su esencia por todo el universo. Hasta expandirse a lo largo y ancho de este.
Cuando volvió en su cuerpo, se dio cuenta de que había transcendido de nuevo. Sus manos estaban en pose de agradecimiento, pero de su alma salían otros brazos que estaban en diferentes poses. Podía verse a sí mismo en tercera persona. Parecía una estrella. Notaba cómo la nieve a su alrededor no se deshacía. Lo pensó, y la nieve se deshizo. Pensó en la tierra debajo suyo, en toda la vida que albergaba, y esta brotó. Una serie de flores hermosas blancas y negras brotaron, formando una figura, que desde arriba se reconocía como el Ying y el Yang.
(así pero con el aspecto descrito en capítulos anteriores)
Su mente había registrado que había alcanzado los 10.000 golpes de gratitud en menos de una hora. Estaba tan concentrado en su mente que no se dio cuenta de lo que hacía su cuerpo. Ahora, su alma brillaba, imbuyendo su cuerpo y mente de una luz brillante dorada. La luz de una estrella. La estrella de la que todo surgió. La estrella que creó el universo. Todo lo que existía, era debido a una serie de coincidencias que llevaron al universo a tener hijos. Múltiples hijos, que adornaban su infinito espacio. Y sus hijos eran el universo. Y él había nacido del padre de todos estos hijos del universo, y del propio universo. La primera estrella, cuya muerte dio origen a todo.
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Izuku: del Conocimiento al Entendimiento
Hayran KurguNacido con una enfermedad que le paralizó el cuerpo, tuvo mucho tiempo para pensar. Reflexionar. Comprender. Decidido a encontrar respuestas, viajará a un lugar en dónde se descubrirá a si mismo, y a todo lo que le rodea. ¿Cómo pudo viajar si estaba...