AMOR ESCRITO CON SANGRE (PRIMER LIBRO DE LA SAGA AES)

62. Ven por lo que es tuyo

Daimon

Vincent está limpiando los platos mientras yo lo observo, fingía ver mi celular aun cuando mi atención solo estuviera en él. ¿Qué es lo que me pasa? No entiendo como mi mente quiere dejar de lado el hecho de hacerte sufrir, quiero verte sonreír y tranquilo... ¿Qué estás haciendo conmigo?

- ¿Tienes algún poder que involucre afectar mentalmente a alguien? - pregunte tratando de buscarle sentido a lo que me pasaba.

Debe ser eso, está utilizando sus poderes en mí y por eso de repente lo estoy viendo diferente.

- Si hipnosis, cuando mis ojos se colocan de otro color es porque lo estoy haciendo- respondió aun de espalda siguiendo su tarea de limpiar.

Deje mi celular en la mesa y me acerque a él, últimamente sentía que su estatura era superior a la mía, lo cual era raro porque cuando nos conocimos mediamos casi lo mismo.

- ¿Alguna vez has usado tus poderes conmigo? Digo en varias ocasiones he visto tus ojos de otro color- señale mirándolo a los ojos y recordando la primera vez que note un cambio en sus ojos. El día que comenzó su etapa 0 sus ojos se veían amarillo, cuando recordó lo hicimos también cambiaron de color y cuando lo hicimos en el sofá también.

Vincent se secó las manos y me miro como si mis palabras lo hubiesen lastimado, dejo la toalla con la que se había secado a un lado.

- ¿Crees que sería capaz de manipularte para que hagas algo? – pregunto mientras sus ojos se colocaban cristalizado como si quisiera llorar por lo que yo había insinuado- Sé que es difícil creer en mi cuando utilice mis poder para dañar a alguien que quiero, pero juro que no soy ese tipo de personas, me equivoque con Dafne y realmente me siento culpable y no encuentro como darle la cara por ello, pero yo...- parecía que estuviera a punto de derrumbarse de nuevo así que coloque mis manos encima de las suyas para detener que estas siguieran temblando.

- Lo de Dafne no es tu culpa- me acerque más mientras entrelazaba nuestras manos.

La culpa es mía y en estos momentos desearía cambiar todo y no entiendo por qué. Desde que llegamos aquí he tratado de ser el que era antes, ser cruel, vengativo y frio, pero no puedo... contigo no puedo ser así y eso me confunde. Daimon Acatriel no tiene sentimientos por alguien que no es su familia, se supone que no me importaba lo que sucedía con mis víctimas, que solo me divertía recordando el sufrimiento que causaba, no obstante, te veo así, apunto de llorar y.... algo dentro de mí se oprime.

- Vincent eres la persona más pura que conozco, no eres malo- lo mire a los ojos sintiendo por primera vez arrepentimiento.

¿Si te dijera la verdad dejarías de sentirte triste? ¡MIERDA, NO PUEDO! Si le digo lo que hice me podrías odiar y... ¿Por qué me siento mal por ello? ¡NO ENTIENDO QUE ME PASA!

- ¿De verdad si podre arreglar lo que hice? – susurro antes de bajar su cabeza para mirar nuestras manos.

Solté una de sus manos y levanté su barbilla para que me mirara.

- Soy Daimon Acatriel, puedo hacer lo que quiera- exclame con seguridad.

La esperanza y la fe que hay en tu mirada me hace sentir como una mierda... todo sería fácil si nunca no hubiésemos conocido, así seguiría siendo el Daimon sin sentimientos que me hagan débil.

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- ¿Te puedo hacer una pregunta? - murmuro Vincent mientras se colocaba el pijama que le había dado.

Después de tranquilizarlo me di cuenta que su ropa se había ensuciado así que le ofrecí ropa para dormir y lo obligué a cambiarse enfrente de mi con la excusa de que éramos hombres y no había nada que avergonzarse. Sinceramente solo quería admirar la vista.