58. Pídele disculpa

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Alaia

Nos entrenaron para torturar y ser torturados, claro que dolía cada que acercaba el fuego a mi piel y lo pegaba con brusquedad, gritaba porque era la única manera que mi cuerpo dejaba salir el dolor, pero no suplicaba que parará porque no puedo ser débil.

— Lastímame todo lo que quieras, pero por favor saca a Toby de ahí él no... ¡Ahhh...!— grité adolorida cuando quemó el inicio de la base de mis senos.

Él sonrió y sus ojos se abrieron mucho demostrando que estaba disfrutando lastimarme.

— Por favor— supliqué queriendo que sacará a mi perro de ese recipiente hirviendo.

Este soltó una risa malvada y metió la mano en el agua hirviendo como si está no le hiciera nada y saco a mi perro... ¡No! Cerré los ojos queriendo borrar esa imagen de mi mente.

— Eso no es real, él está bien— repetí una y otra cerrando los ojos con fuerza ante la imagen tan cruel que tenía enfrente.

No quiero abrir los ojos, me niego a creer que Toby este así, me niego.

— ¡ABRE LOS OJOS!— me grito enojado— Es real, muy real y esto es culpa de tu hermano— susurro con frialdad.

Abrí los ojos, no porque quisiera verlo, me estaba obligando a hacerlo, estaba usando sus poderes y aun cuando suplique en ese instante que parará con los ojos lagrimosos, solo se rio y solo volvió a meter lo que quedaba del cuerpo de Toby en el recipiente.

— Es hora de alimentarte— agarro un plato y lo lleno con el agua que mojaba el cuerpo sin vida de mi compañero fiel— Te gustará la sopa de perro— tomo una cuchara y se acercó a mí.

Me negué de inmediato, no iba a hacer eso.

— Detente por favor, no quiero— suplique con desespero.

Él solo se comenzó a reír como un loco y negó, me obligó a abrir la boca y aun cuando intenté morderlo para detenerlo, uso sus poderes para paralizar por completo todo mi ser para luego dirigir una cucharada del líquido a mi boca. En ese momento las lágrimas salían con violencia de boca y quería gritar, golpearlo y alejarlo porque me estaba obligando a tomar de los residuos de mi perro.

— ¿Está rico? Vamos trágatela...— no termino de hablar porque algo salto sobre él.

Un lobo blanco de dos metros de altura y ojos azules, gigante al lado de los dos, aplastó al hermano de Dafne.

Los ojos azules de este lobo comenzaron a brillar y en un instante el chico de cabello cobrizo se desmayó y el lobo mostró su verdadera apariencia.

— Debes ser la hermana de Daimon ¿Estás bien?— pregunto Massimo mientras sus huesos se acomodaban a su figura humana para luego robarle la ropa el chico que estaba desmayado en el suelo.

Negué de inmediato y comencé a vomitar mientras las lágrimas se salían de mis ojos.

— Sangre— exclamó el lobo blanco preocupado al ver mi cuerpo, claramente las quemaduras había provocado sangrado, pero eso no me dolía.

Me dolía asimilar lo estaba en ese recipiente y lo que estuvo en mi boca durante unos minutos.

— Mato a mi perro— me abracé a mí misma tratando de quitar de mi mente la imagen del cuerpo sin vida de mi pequeño amigo— Es... mi-iii culpa-aa— un nudo comenzó aparecer en mi garganta y ahí fue inevitable parar las lágrimas.

El chico de cabello blanco apagó la estufa y luego se acercó a mí para darle unas palmaditas a mi cabello levemente como si quisiera darme ánimo.

— No soy bueno en esto, pero se que ésto no es tu culpa — se notaba que no sabía cómo consolar.

AMOR ESCRITO CON SANGRE (PRIMER LIBRO DE LA SAGA AES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora