AMOR ESCRITO CON SANGRE (PRIMER LIBRO DE LA SAGA AES)

27. Jugar

Bradly

Creo que la parte más dolorosa de perder a alguien que quieres es cuando todo a tu alrededor parece que te recuerda a él, una foto, una canción incluso los lugares, se vuelven un arma de doble filo a tu alma melancólica que no perder la esperanza y quiere creer que está es una horrible pesadilla.

Dicen que hay etapas para asimilar todo esto, pero si soy sincero conmigo mismo aún cuando pase el tiempo yo no salgo del dolor, lo intento aceptar, de verdad lo intento, pero solo me lleno de más odio en mi interior con solo pensar que no estuve lo suficiente para esa persona. Que no le dije que lo quería, que no pase suficiente tiempo con él por escusas que ahora no tienen sentido... Lo extraño mucho.

No lloro delante de mi familia, ni mucho menos delante de mis conocidos porque siento que solo creerían que soy un exagerado, después de todo ellos ya lo superaron. Pero yo no puedo, se me revuelve el estómago, me siento vacío y me duele la cabeza hasta el punto que no quiero seguir.

— Hijo la cena ya está lista— me avisó mi padre tocando levemente la puerta para sacarme de mis pensamientos.

Estaba pintando, haciendo lo único que me hace sentir que mi abuela y mi primo siguen aquí.

Mi padre no espero respuesta, solo se fue esquivando el tema aún cuando todo el cuarto estuviera lleno de pinturas de mi primo y la abuela.

— ¿Por qué no fui yo?— exclamé apretando la pintura hasta dañarla.

Soy una decepción, nada me sale bien, no soy poderoso ni inteligente. No tengo nada que aportar a este lugar ¿Por qué no me fui yo de aquí, en vez de ustedes? Ellos si tenían ganas de vivir.

— Vamos Brando... Regre-esa No-oo... Pue-edoo sin ti-ii— abrace el papel de la pintura arrugado intentando aferrarme a ellos— Abuela tu sa-abías lo que-ee sentía por-r mi pro-oopio herma-ano-o... Pero no me jugazte— solloze sintiéndome una vez más derrotado.

Soy un maldito desastre. Enterré mi rostro entre mis piernas tratando de imaginar que aún ellos seguían con vida y me podían abrazar, consolar en medio del caos de mi propia existencia.

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Baje a cenar fingiendo que todo estaba bien, que no había llorado ni mucho menos lamentado por lo que soy.

— ¿Que haces aquí? Deberías estar en el internado, Bradly ¡Por Dios! Si sigues haciendo cosas como estás me seguirán metiendo en problemas por darte privilegios— exclamó mi hermano molesto al verme.

Se supone que debemos quedarnos en nuestros dormitorios y no salir. Pero estar en unas cuatro paredes solo... No puedo, me asusta lo que pueda pensar y hacer.

— En algo tienes que fallar Owen eso de ser perfecto ni tú te lo crees— exclamé con enojo sentándome en la mesa.

No toda la vida fue un imbécil, desde que nací fue muy protector conmigo, el fue el que me enseñó a caminar y también a levantarme cuando caía. Era mi héroe en muchos sentidos, mi ejemplo a seguir y el de mi primo también lo era en ese entonces.

Owen siempre ha sido fuerte, inteligente y poderoso. Queríamos ser como él, al menos mi primo lo quería ser de la forma normal, como un ejemplo a seguir, pero yo descubrí que había algo más en mi admiración.

— No hagan de esta cena una pelea— nos advirtió nuestro padre de inmediato.

Mi madre comenzó a servir la comida, comenzando con papá, dejándole siempre la mejor presa y porción cantidad de comida. Para luego seguir con nosotros.

— Es cierto, no peleen aprovechemos esta cena para pasar tiempo en familia y hablar un poco— dijo mi madre cuando se sentó.

Mire a mi hermano el cual me miraba enojado porque odiaba cuando no le daban la razón ¿Cómo carajo puede gustarme alguien así? Ya de por sí es enfermo que me guste mi hermano de sangre, pero es terrible también que me guste alguien con el ego y la superioridad por el cielo que además me detesta.