Capítulo 36🐍

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KEEGAN PETROV

Nunca en mi vida me hubiera imaginado que existía realmente el amor verdadero, ese que te llena el alma y del cual ni siquiera eres capaz de expresarlo en palabras. Un amor sano y sincero, aquel amor que acabo de experimentar por dos pequeñas personitas que a penas llegaron al mundo.

Tenía la vaga idea de que el amor nacía con el tiempo y los momentos vividos pero acabo de descubrir que no es así, amo a dos seres que a penas conozco hace tan solo unas horas y ni siquiera tengo que preguntarme el porqué, simplemente lo sentí al instante en cuanto los vi nacer y emitir ese pequeño llanto mientras que tenía el placer de sostenerlos en mis brazos.

El corazón se me estalla y me siento un idiota por estar consumido por estas emociones pero en este momento soy el idiota más feliz de mundo.

Adeline sufrió demasiado y me sentía un inútil por no poder hacer nada para que le fuera más leve, la vi con mis propios ojos llorar y retorcerse del dolor mientras que sus ojos azules solo suplicaban que todo terminara lo antes posible. Verla parir fue una de las experiencias más raras de mi vida y de igual manera no me arrepiento. Estoy orgulloso de Adeline, orgulloso de la mujer y la madre qué es porque mientras que a nosotros solo nos ha tocado la parte fácil ella se ha llevado lo más doloroso y complicado, y aún así ha sido demasiado fuerte dándonos el placer de haber traído a nuestros mellizos al mundo.

Supongo que ni todos estos meses de su embarazo había sido consciente de lo que realmente significaba, me siento tan culpable de haberle restado importancia a todo su trabajo llevando el embarazo por nueve meses. Pero a veces solo logramos reaccionar y ver las cosas de otra manera en momentos claves que nos dan un golpe de realidad sin previo aviso...

No sé que sea o que nombre tenga para el mundo esto que siento en lo más profundo de mi pecho al verla junto a los mellizos en sus brazos pero no quiero dejar de sentirlo nunca.

Observo la más bella imagen que mis ojos son capaces de captar a través del cristal de la puerta de la habitación de la clínica en la que se encuentra, está recostada con la bata gris que le queda perfecta y aún al natural y con ojeras se sigue viendo hermosa.
Está amamantando a Kataleya, aquella diminuta niña que lleva puesto una ropita de color rojo y un gorrito que cubre toda su cabeza.

¿Cómo carajos se pueden ver tan tiernos incluso sin hacer nada?

Maldita sea, me estoy volviendo un cursi de mierda.

—¿Te asusta entrar?—pronuncia la voz de Khlaus que aparece a mi lado.

Ambos estamos parados frente a la puerta observando con las manos en el bolsillo del pantalón, viéndola a través del vidrio mientras que Kaia la acompaña con gran felicidad.

Soy consciente de que todos estamos en la mierda pero sé que Khalid y Kataleya nos traerán la paz que necesitamos todos.

—Observar desde aquí me hace sentir que esto jamás se acabará—expreso en un tono serio.

Sé que Khlaus está pensando lo mismo que yo y no hace falta ponerlo en palabras para comprendernos.

Mi hermano se queda en silencio y puedo sentir desde acá como traga grueso y su cuerpo reacciona tensandose.
Cuando encontramos a Adeline en aquella cueva, aunque nuestra mayor preocupación fue ella ninguno de los dos pudo ignorar el hecho de que ella misma torturó y mató al Boss sin dudarlo cuando mi padre lleva años tratando de deshacerse de ellos mediante una guerra con putos honores y pactos de tregua mientras que ella acabó con todo sin pensarlo.

Por supuesto que Vladimir está odiando a Adeline porque lo que para mí es valentía, él lo llama actuar con debilidad y dejarse llevar por el impulso.

El juicio del Diablo ||#2 TRILOGÍA PURGATORIO||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora