ADELINE IVANOVA
Sexo.
El Sexo siempre ha sido mi refugio, el único momento en donde disfruto ser yo misma y me olvidó de todo, tan solo siento placer. En el momento en que me di cuenta que un orgasmo me daba más que un día de lágrimas, supe que estaba jodida.
Hay peor cosa que ser atormentada por mi propia mente y es refugiarme en algo aún sabiendo que me destruirá aún más.
Pero una vez que te hundes en la miseria, es imposible parar de nadar.
—Keegan—suelto en un gemido lleno de placer.
Sus caderas se mueven encima mío al ritmo de las embestidas fuertes y rápidas, lo hace tal y como lo quiero. Nuestros cuerpos se unen en un calor corporal mutuo y mi respiración agitada se complementa con la suya. Hay algunos rastros de sudor en su frente y no puedo evitar concentrarme en su mirada totalmente excitada.
—No pronuncies de esa manera mi nombre porque me voy a venir muy rápido—susurra en un tono sensual.
Me muerdo el labio inferior y sonrío al mismo tiempo.
El orgasmo se acerca rápidamente y siento como todo mi cuerpo se paraliza para explotar de placer, suelto un gemido excitado y a penas puedo dar un respiro cuando Keegan se sale y me voltea rápidamente para quedar encima de él. Suelto una pequeña risa traviesa al entender lo que quiere y compartimos una mirada de complicidad, me subo arriba suyo y en cuanto lo siento dentro mío la boca se me abre dejando escapar un jadeo deseoso.
Él me toma de las caderas y fija su mirada azul en mí, me concentro en sus ojos mientras comienzo a moverme con más velocidad montada arriba de él. Su agarre me ayuda a moverme con más velocidad y no puedo siquiera explicar la sensación hermosa que este momento me provoca. Aquí, en este momento, puedo afirmar que el sexo es maravilloso con la persona correcta. Hacerlo con Keegan siempre ha sido así, sentirme follada como debe ser pero al mismo tiempo siendo la puta ama.
—Hasta embarazada te ves jodidamente sexy, Adeline—expresa como si fuera un reclamo.
Me sigo moviendo al ritmo y noto en su rostro que está a punto de venirse. Con él dentro de mí, me inclino hacia su rostro llevando todo el peso de mi cuerpo allí y lo beso justo en el momento en que estalla de placer.
—Soy tu perdición, Petrov—susurro encima de él.
Traga grueso y me corro para tirarme al otro lado de la cama.
Respiro hondo y fijo la vista en el techo de la habitación, ambos estamos tumbados en la cama completamente desnudos y en un profundo silencio que nos agobia.
Ninguno es capaz de decir alguna palabra porque cuando el placer se acaba, la realidad nos golpea. Y ni él ni yo estamos dispuestos a enfrentar esto. Keegan cedió a esta noche porque el deseo siempre es más fuerte que el corazón pero tengo en claro que lo que acaba de suceder no cambia nada. Giro mi rostro como si fuera un robot para verlo y me encuentro con su mirada una vez más. Nos miramos intensamente en silencio pero a veces el silencio castiga más que las palabras.
Ambos sabemos que nos haremos daño.
Y una simple mirada basta para confirmarlo.
Una mirada fría y distante, una maldita mirada que divide lo que alguna vez fuimos y lo que nunca volveremos a ser.
Me sorprende cuando extiende su mano y siento su tacto deslizarse por mi mejilla, cierro los ojos como si quisiera sentirlo más allá de lo físico. Su pulgar acaricia mi rostro y siento como todo el cuerpo se me electrocuta.
No es una simple caricia.
Es una despedida emocional.
Abro los ojos en cuanto me encuentro con sus labios sobre los míos, un pequeño roce que se siente tentador. Lo miro a los ojos y en ese instante se separa de mí y se levanta de la cama para alejarse. Lo veo colocarse la ropa interior para luego salir de la habitación de una manera fría y castigadora.
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El juicio del Diablo ||#2 TRILOGÍA PURGATORIO||
Roman d'amourAdeline arriesgó todo lo que le quedaba en destruirlos, incluso su vida y un mal paso está por acabar con ella. La traición no tiene perdón y los hermanos Petrov harán lo que sea para castigarla por ello. Una guerra sangrienta está en camino. Una pa...