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Pov Erick

No puedo evitar sentirme un poco ansioso al llegar al edificio donde está el consultorio de la terapeuta de mi esposa y si yo estoy así no quiero ni pensar cómo está Sasha.

En recepción, una vez aviso con su secretaria que estoy aquí, ella sale de una habitación, sé quién es porque he visto fotos de ella, una mujer un poco mayor, alta, rubia, muy estudiada.

—Señor Litman, un gusto — dice estrechando mi mano. 

—Igualmente, ¿en serio Sasha está de acuerdo con esto? — le preguntó de nuevo, no quiero que ella se sienta presionada a contarme algo que ella no quiere hacer aun.

—Lo está a medias, lo que se espera hablar con ella es un tema muy delicado y eso la pone ansiosa — me dice — lo principal y se lo pido encarecidamente es que maneje sus reacciones, sea comprensivo, a Sasha le duele más que suficiente esté tema y usted se ha vuelto alguien muy importante para ella, por lo que si usted se toma mal lo que ella le va a decir o lo que le logre decir, porque no creo que lo diga, todo es posible que estás secciones se vuelvan varias — 

—Lo que sea necesario para que ella pueda dormir tranquila y...mmmm, ¿de verdad ella me considera alguien importante en su vida? — le preguntó sin poder evitar mi sorpresa, ella sonríe con gentileza.

—Por supuesto, usted es su esposo — dice.

—Pero tengo entendido que sabe la verdad del matrimonio que nosotros tenemos — comentó.

—Si, lo sé y a pesar de ustedes tienen un matrimonio de apariencia, usted la cuida y vela por ella cómo un esposo debe de hacerlo, ¿le gusta Sasha? — pregunta de golpe.

—¿Tengo que contestar? — preguntó un poco incómodo, no sé muy bien cómo podría contestar a eso, no me case para esto, me case para evitar esto, pero Sasha es....

—Ya me contestó, venga — me dice y me lleva a la habitación de donde salió antes, en la habitación amplia, con un escritorio a la izquierda y a la derecha un sillón con varios muebles más donde está sentada Sasha con ese viejo cubo rugby en su mano, jugando con él de manera nerviosa — tome asiento señor Litman — me indica la terapeuta y un poco dudoso me acerco a Sasha y me siento a su lado, dudando tomo su mano. 

—Hola Fierecilla — la saludo besando su mano.

—Hola esposo — me saluda de vuelta, pero no me mira a los ojos, mira nuestras manos y los anillos.

—Bien Sasha, ya que explique al tu esposo cómo íbamos a tratar esto, lo importante es que tú te sientas tranquila, esté es un espacio seguro, ninguno de nosotros va a juzgarte — dice ella.

—Por supuesto que no — le digo con seguridad.

—Muy bien, la mejor manera de empezar a contar algo es por el inicio, empieza por ahí ─ le dice.

Sasha respira profundo varias veces antes de empezar a hablar.

─Lo que había dicho Lana.... lo de que yo tuve otro nombre es verdad, mi nombre e-era Anastasia, Anastasia Macclaren ─ dice ─ yo nací en el sur, de una madre ucraniana y el hombre con él que se casó es estadounidense ─ suspira es notorio, lo que le cuesta hablar del tema y lo que la desgasta ─ él, él ese hombre, él nos... ─ se le corta la voz al hablar de él y su mano tiembla más intensamente ─ él nunca nos quiso, nos trataba mejor que a animales, nunca me quiso, nunca lo hizo y lo fue demostrando mientras crecía una y otra vez, hasta el punto de....

─Tranquila no saltes tanto ─ le dice su terapeuta.
─Si no quieres seguir hablando, no lo hagas ─ le digo, no me gusta verla así, no me gusta verla sufrir.

─Pero tengo que hacerlo, tengo que decirte lo, porque tu y tu familia pueden estar en peligro por mi culpa ─ dice con sus ojos llenos de lagrimas.

─Sasha nada de eso es tu culpa ─ le dice su terapeuta.

─Si lo es ─

─No lo es ─ le digo.

─Erick tu ni siquiera sabes ─ me dice triste.

Ya no aguanto

─Si lo sé, lo sé todo Sasha ─ le digo y ella frunce el ceño ─ sé él, nombre de tus padres, tus padres biológicos, la dirección de la casa donde viviste con ellos, lo sé todo ─ le digo y se pone  .

─¿Co.... Cómo lo sabes?, se... se supone que no podías saber eso, tú ni nadie ─ dice preocupada ─ si tu pudiste... en- entonces más personas también lo haran y y y ─

─No, eso no pasará ─ le digo para tranquilizarla y le explico cómo fue que encontramos su información ─ de no ser por esos correos no lo hubiéramos sabido de ti y todo lo que pasaste, además del miedo que le tienes ahora, pero lo único que no entiendo es porque crees que el escapo, ¿quién te lo dijo?, porque eso no es cierto, él sigue encerrado en esa cárcel de máxima seguridad sin ningún tipo de posibilidad de hacerte daño, el único contacto que podría tener contigo es por medio de esos asquerosos correos que te enviaba y aun te envia, pero ahora en lugar de recibirlos tú lo recibe el jefe de seguridad de la familia y.... ─ le digo y de repente ella me empieza a pegar con una almohada.

─¡¿Cómo pudiste?!, ¿cómo pudiste, preocuparme dé esta manera?, ¿tienes una idea de lo aterrada que he estado los últimos días porque ya no recibía esos correos? ─ me reclama mientras me sigue pegando con la almohada ─ me estaba muriendo de la preocupación pensando que está libre y que te podía hacer daño y tú ni siquiera sabías que había alguien tan peligroso y asqueroso detrás de ti, pero tú lo sabías todo, tú.... lo sabías todo ─ susurra lo último dejándome de golpear con la almohada ─ ¿Erick desde cuando lo sabes todo de mí? ─ pregunta entre confundida y asustada.

─Desde el día que volviste de México y República Dominicana ─

─O sea que casi desde el inicio ─ dice asiento ─ y aun así continuaste casado conmigo, a pesar de lo que me hizo ─ dice con apenas voz.

─Lo que él te hizo no define quién eres, tú eres una mujer fuerte, inteligente, talentosa, valiente y hermosa, muy hermosa, nada cambiara la perspectiva que tengo de ti, si lo que te paso fue horrible, a él debieron de condenarlo a muerte hace mucho, pero eso no te define o te hace menos que nadie fierecilla ─ le aseguro acariciando su mejilla.

─¿Entonces no quieres el divorció? ─ pregunta con alivio.

─Pues claro que no ─ 

─¿Seguro? ─ me pregunta de nuevo y busco apoyo en la terapeuta que nos ha dejado solo en esto.

─Ayúdeme ─ le digo.

─Usted lo está haciendo muy bien, continúe ─ me dice ella y suena una campana ─ pero será en otra cita, mi secretaria le avisará cuando salgan....


Erick Litman ◇Herederos Litman 3◇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora