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Pov Sasha 

─Mira cómo está ─ dice Eeick preocupado quitándome los tenis para ver mi pie que está medianamente hinchada a cómo se suele poner.

─Aun no está tan mal para preocuparse ─ le aseguro ─ ¿que les parecieron los estudiantes en general? ─ les preguntó, su padre y su abuelo también están en él auto con nosotros.

─Lambiscones ─ dice Erick con mi pie en su regazo. 

─Si esa es la palabra más acertada, muy poco se salva en especial para él puesto de jefes pasteleros ─ me dice el señor Alexander. 

─De ser por mi habría sacado a varios desde la segunda ronda.

─No niego que también lo quise, los estudiantes de está ocasión me dejaron mucho que desear ─ digo.

─Se tenían que sacar y punto ─ dice Erick.

─No es cómo acostumbro a hacerlo y aunque dejaron mucho que desear se pueden salvar aun, a quienes culpa más son a los profesores y demás encargados ─ digo.

De verdad es que los culpa a ellos por la falta de  creatividad de los estudiantes de está ocasión.

─Cuando terminamos de las preguntas, ellos estaban pálidos, ¿qué pasó?─ me pregunta mi esposo.

─Los pienso despedir, el hecha de que ellos fueron mis maestros y que los haya contratado para preparar a los demás, les ha dado una falsa seguridad y autoritaria sobre lo que ellos piensan que saben lo que yo pienso y quiero, pero ya es suficiente, yo deje de ser su estudiante hace tiempo ahora soy su jefes y no pueden imponer su opinión sobre la mía ─ digo ─ al menos es lo que considero ─ agregó.

─Deja de considerarlo tanto y despidelos de una vez ─ me dice mi esposo.

─Son buenos en su trabajo ─ 

─Pero no le puedes seguir permitiendo esos atrevimientos ─

─Y no lo haré, se los deje claro, en todo caso el comportamiento que tengan en la evaluación dependera si se quedan o no, en caso de que no, necesitar buscar nuevos profesores ─ le cuento.

─Te ayudará a buscar nuevos ─ dice mi guapo esposo, en eso llegamos a la casa

Primero bajan él abuelo y mi suegro, después Erick conmigo en brazos, que aunque proteste no me baja.

─Erick bájame, tengo que ir a la habitación ─ le digo antes de que entremos. 

─Ok, te llevo ─ dice cómo si nada y se va directamente a las escaleras para llevarme a nuestra habitación.

Él es imposible.

─Listo, ¿que necesitas?─ me pregunta dejándome en la orilla de la cama.

─Que dejes de hacerlo todo, me haces sentir cómo una inútil ─ le digo.

─Él único inútil aquí sería yo si no te ayudará, además si te sigues apoyando en tu pie se pondrá peor ─.dice, no niego que tiene razón en eso último, pedo tampoco estoy acostumbrada a que siempre esten haciendo todo por mi, suspiro.

─¿Me traes por favor la sudadera gris?, la que tiene un perrito con una boina y también una crema que está en él tercer cajón, dentro de una caja con brillos, la crema es de color azul, es la única ─ le pido.

─Enseguida vuelvo ─ dice perdiéndolo de vista dentro del armario. 

Se siente raro, lindo, pero raro que esté tan al pendiente y tan dispuesto a ayudarme, aunque no me lo pida y le diga que deje de hacerlo, en él tiempo que estuve inmobil, me dispuse a aprender aunque sea lo más mínimo, lo que fuera, por mi misma para no molestar a los demás y menos a mi madre que ya tenía demasiado encima para lidiando también con una hija paralitica que hasta los modos le tenía que limpiar, los doctores dijeron que ese empezó en no depender de los demás fue lo que me ayudó a recuperarme, eso y mi terquedad.

Erick Litman ◇Herederos Litman 3◇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora