Capítulo 1

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Yuna abrazó a Lia y le deseó buena suerte en la reunión.

-Tengo que prepararme para ir al trabajo. Esta noche podríamos pedir pizza y alquilar unas películas.

-Suena genial -excepto por lo de la pizza, que hizo que el estómago de lia se rebelara otra vez. Abrió la puerta y le indicó a su madre que saliera primero, pero Tisha no se movió-. Mamá, tengo que ir a la reunión.

Su madre sonrió, aunque fue la clase de sonrisa que le dijo a Lia que se aproximaba una conversación que no le apetecía nada.

-Si quieres, podría llamar a Soobin...

-No tienes que llamar a Soobin.

-Lia, en serio, creo que estás siendo extremadamente dura con él. ¿No podéis solucionarlo?

¿Solucionar qué? Soobin y ella llevaban divorciados unos dos años, pero su madre seguía pensando que resucitar su matrimonio fracasado era tan sencillo como levantar el teléfono y concertar una cita para cenar. No parecía comprender que tantas discusiones habían abierto una gran brecha entre Soobin y ella, y que tenían diferencias en todo, desde el modo en que veían el mundo hasta el futuro que se imaginaban juntos.

Había sido una ingenua al casarse con Soobin. Se vio atraída por su carisma, por el modo en que se ocupaba de cada pequeño detalle y hacía que su ocupada vida de pronto pareciera sencilla. Al principio, fue fácil caer en el mundo de Soobin y dejar que él tomara todas las decisiones, pero después, cuando ya era demasiado tarde, se dio cuenta de que él no tenía ninguna intención de cambiar las estrictas reglas que regían su vida. El hombre que parecía tan organizado y que lo tenía todo bajo control, ahora se mostraba inflexible y se cerraba en banda ante la idea de tener una vida llena de hijos. La vida que ella quería.

Si volvía a casarse alguna vez, lo meditaría durante semanas o incluso meses.

Nada de apresurarse, nada de pensar con las hormonas en lugar de con la cabeza. Sería lista. No se encapricharía de nadie. Nunca más.

-Soobin está hundido -añadió su madre antes de suspirar-. Sólo quiero que seáis felices, como lo fuimos tu padre y yo -los ojos de su madre se humedecieron ante la mención de su difunto marido.

-Yo soy feliz, mamá.

-¿Estando sola? ¿Cómo?

Entonces Lia comprendió que la preocupación de su madre partía más de sus problemas para asumir la muerte de su esposo, hacía dieciocho meses, que de la muerte del matrimonio de Lia.

-Haz algo para estar entretenida, mamá. Únete a ese club de bridge del que has estado hablando. Ve al club de lectura de la biblioteca. Tisha miró a otro lado.

-Mamá...

-Este mes están leyendo Cumbres borrascosas -susurró la mujer.

-Te encanta Brontë. Tisha se giró hacia su hija.

-¿Seguro que te encuentras bien?-dijo, cambiando de tema y volviendo al papel de madre volcada en sus hijos, ése en el que se sentía más segura-. Si quieres, puedo quedarme.

El estómago de Lia estaba rebelándose y sólo la idea de pensar en los nueve kilómetros que tenía que conducir hasta el trabajo le dio ganas de darse la vuelta y meterse en la cama, pero eso no se lo dijo a su madre.

-Ve a la reunión del club de lectura, mamá. Estoy bien. Luego te llamo -le dio un beso en la mejilla e inhaló su familiar aroma-. Te lo prometo.

Después, se metió en el coche y se marchó antes de que su madre pudiera terminar la frase que pretendía decir.

Embarazo en las Vegas (YEJISU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora