Capítulo 14

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Bueno, una sola palabra no era la respuesta que se esperaba. ¿Cómo iba a llegar a conocer a la madre de su bebé si Yeji levantaba un muro cada vez que intentaba entablar una conversación más personal? No estaba preguntándole su número de la seguridad social, sólo era la típica información que la gente compartía a diario. Pero no se rendiría tan fácilmente. Era demasiado persistente.

-¿Son sólo dos hermanos? Yo soy hija única, pero siempre deseé tener hermanos.

-Harry ha dicho que la nueva muestra de tiburones leopardos es increíble -insistió Yeji-. Puede que no esté tan abarrotada. Vamos a ver -se mostró algo irritada cuando un gran grupo de niños, probablemente de excursión, pasó delante de ellos
dando gritos-. No me gustan mucho estas... multitudes -la agarró de la mano y atravesaron el laberinto de padres, carritos y cuerpecillos de menos de un metro de estatura.

-Apuesto a que no se parece en nada a lo que estás acostumbrada en tu trabajo -dijo ella-, pero créeme, cuando pasas mucho tiempo rodeado de niños, te encariñas y acabas acostumbrado a los ruidos, al desorden y a tanta energía.

"Como podrías acostumbrarte al nuestro, si quisieras. Te encantaría tener un hijo, seguro"

-Bueno, no es algo que planee para mi futuro.

Esa frase supuso un golpe para Lia. No lo tenía planeado para su futuro. ¿Quería decir que no quería tener hijos? ¿Nunca? ¿O sólo por el momento? ¿Qué diría si supiera que estaba embarazada de su bebé? ¿Le diría que deseaba tenerlo? ¿O se alejaría de ella?

Sus dedos juguetearon sobre su aún plano vientre y decidió que no estaba dispuesta a conocer la respuesta. Aún no.

Salieron del alboroto de la sala principal para adentrarse en una más pequeña y oscura que daba a una enorme pecera rodeada por unos marcos con estampados de leopardo. En el centro del tanque de los tiburones había una estatua de un leopardo.

Yeji se rió.

-Harry sí que sabe darle un toque de humor a sus muestras.

Estaba claro que Lia no lograría entablar una conversación personal con Yeji. O no quería abrirse porque el acuario estaba demasiado abarrotado o lo más probable era que no quisiera sincerarse con ella directamente porque implicaría iniciar una
relación y dos meses atrás había dejado claro que eso no le interesaba.

En aquella ocasión, ella se había alegrado. Ahora, no tanto. Por el bebé, se dijo. Sólo por el bebé.

Y aun así... se preguntó por qué Yeji la había llevado allí si no estaba interesada en ella a nivel personal.

¿Por qué le había pedido salir como si fuera una cita? ¿Por qué entablar una relación con ella si no era la clase de mujer que quería una vida con esposa e hijos?

Pensó en preguntarle de nuevo, pero descartó la idea. Hwang Yeji era todo lo opuesto a la clase de mujer que ella quería. A pesar de aquella noche era una mujer que vivía según los dictados de una agenda y después de lo que le había dicho, en su vida tampoco habría espacio para el pequeño caos que traería un bebé.

Ella no necesitaba otra pareja como Soobin. Y tampoco quería iniciar algo con una persona que decía una y otra vez que no le interesaban los niños.

Ya había cometido ese error.

-Un aspecto interesante sobre los tiburones leopardo -dijo Lia acercándose al tanque-, es que no cazan en el sentido estricto de la palabra, sino que se ha observado a parejas de estos tiburones nadando en dirección contraria a un banco de peces. Cada tiburón se sitúa en un flanco del banco, abre la boca sin más y come -se giró hacia Yeji y sonrió-. No es mucho trabajo, pero sí una gran recompensa.

-¿Los peces no se dan cuenta del truco?

-Los bancos de peces tienen un comportamiento bastante arraigado. Siguen al jefe... directos hasta la boca del tiburón.

Yeji rió.

-Suena como la vida empresarial.

Lia observó a los tiburones y pensó en el mundo en que vivía Yeji. ¿Era eso lo que le hacía oponerse a la idea de tener hijos? ¿O era por algo más, algo relacionado con su pasado?

-Es un mundo muy distinto al de la enseñanza de preescolar.

-Bueno, tú ahora ya estás metida de lleno en el mundo empresarial -se giró hacia ella-. No me has dicho qué te ha hecho querer dejar el mundo de los niños a cambio del mundo empresarial. Podrías haberte quedado en San Diego y haber buscado otro trabajo como profesora en lugar de venir aquí a trabajar para un fabricante de software.

-Pensé que mientras esperaba a que me saliera otro trabajo como profesora estaría bien probar algo nuevo -dijo dándole forma cuidadosamente a su respuesta y alejándose todo lo posible de la verdad-. Y tu propuesta me pareció verdaderamente interesante.

Yeji se detuvo para observarla.

-He hablado con algunas personas sobre ese programa y la mayoría me ha dicho que estaba loca, que era un desperdicio de los recursos y del tiempo de la empresa.

Lia se encogió de hombros.

-Yo no soy especialista en números, como tú, pero creo que cualquier cosa que fomente un aprendizaje no es una pérdida de recursos -señaló a los niños que entraban y salían corriendo de la sala emocionados al ver esos "peligrosos" tiburones
-. El acuario de Harry, por ejemplo. Probablemente no sea el negocio que más dinero dé en Las Vegas, pero mira a tu alrededor. Estos niños están emocionados. Están aprendiendo. Y a Harry le encanta este lugar. Lo que él obtiene con esto no se mide según las pérdidas y beneficios económicos.

Yeji tardó en responder, simplemente se quedó mirándola. Lia se sintió cada vez más incómoda ante su inquisidora mirada, segura de que podía leer todos sus secretos.

Pero entonces la voz de Harry se oyó por los altavoces y rompió esa tensión que se había creado entre los dos. La sala comenzó a vaciarse y unos decepcionados niños se marcharon anregañadientes.

-Los niños no son los únicos que aprenden cosas -dijo Yeji en voz baja. Estaban solas y el único ruido que se oía era el de las burbujas del agua de los
depósitos. Unas luces azules jugueteaban sobre el rostro de Yeji dándole un aspecto más oscuro, de misterio, y tiñendo sus ojos de un pícaro tono.

-¿A quién te refieres? -le preguntó ella con la voz entrecortada. Yeji dio un paso adelante.

-¿Por qué has venido a Las Vegas, Choi Lia?

Lia se giró para mirarla a los ojos. Abrió la boca para decirle la verdad, pero volvió a cerrarla, incapaz de articular palabra.

-¿Ha sido porque teníamos algo a medio terminar? -le preguntó Yeji antes de acariciar un mechón de su pelo-. Porque creo que lo tenemos, ¿tú no?

Ella asintió invadida de nuevo por su hechizo ¿Había escapado de ella alguna vez? No. Y estaba engañándose si creía que lo había hecho. Cientos, miles de veces desde aquella noche se había imaginado a Yeji, la había imaginado besándola, había pensado en sus manos deslizándose por su cuerpo, había recordado cómo vibraron sus cuerpos una contra la otra.

Se quedó sin aliento, se le aceleró el pulso y no dejó de mirarla. Esperando. Anhelando. Deseándo.

Yeji bajó la boca hasta la suya, despacio, muy despacio, y ella pudo ver el futuro: Hwang Yeji la besaría y ella haría lo que había hecho dos meses atrás. Caer rendida a sus pies.

Y cometer el mayor error de su vida. Por segunda vez...

Embarazo en las Vegas (YEJISU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora