Capítulo 23

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Lia se acurrucó contra los brazos de Yeji, contra la calidez de su torso, satisfecha y más feliz de lo que podía recordar haber estado nunca. Yeji le dio un beso en la frente y deslizó las manos sobre su espalda dejándole claro un mensaje: La deseaba. Otra vez.

Ella sonrió. ¿Quién iba a decir que esa mujer, una extraña, pudiera despertarle unos sentimientos tan increíbles? ¿Que alguien a quien no conocía pudiera hacerla sentirse tan bella, tan deseada, que pudiera borrar los años de duda generados por Soobin, que la había hecho sentir que no era suficiente? Ni lo suficientemente perfecta ni lo
suficientemente adecuada para su estricta vida.
Le había hecho sentir que su deseo de un matrimonio que satisficiera sus necesidades era ridículo.

Yeji la agarró de la barbilla para besarla a modo de anticipo de lo que vendría a continuación: más del mismo acto de amor apasionado que acababan de disfrutar.

No habían dormido nada en toda la noche, pero a Lia no le importaba. Sólo quería estar con ella, disfrutar de esa exquisita sensación una y otra vez... Algo sonaba... ¿qué demonios era eso?

Lia se despertó bruscamente y se incorporó, desorientada al principio. ¿Dónde estaba? Ni en la cama del Bellagio, que era lo que había estado soñando, ni en la cama de su casa en San Diego.

Oh, Dios mío. Se había quedado dormida sobre la mesa de la sala de desarrollo e investigación. Tenía que ser el resultado de un largo día bajo el sol unido a su embarazo, que la hacía sentirse cansada y que disparaba sus hormonas... haciendo que el sueño resultara extremadamente realista.

El sonido continuaba y Lia miró a su alrededor, confundida durante un largo segundo antes de darse cuenta de que provenía del ordenador.

¡Yuna! Había olvidado la vídeo llamada. Las dos habían estado chateando casi diariamente y
manteniendo unas conversaciones que Lia siempre estaba deseando no sólo porque la mantenían en contacto con su amiga, sino también con su vida en casa.

Abrió el programa, respondió a la llamada y encendió la webcam mientras se atusaba el pelo y esperaba que de su cara se hubieran borrado todos los rastros visuales de ese sexy y detallado sueño con Yeji.

El rostro de Yuna llenó la pantalla.

-Hola, Yuna. ¡Qué alegría verte!

-¡Lo mismo digo! ¿Cómo estás?

-Bien, aunque un poco cansada -unos días antes le había contado a Yuna que estaba esperando un bebé y su amiga, al igual que Ryujin y Chaeryeong, se había mostrado eufórica con la noticia, aunque también preocupada por ella.

Lia se recostó en la silla de la sala contenta de que Roy ya se hubiera marchado a casa y que tuviera la habitación para ella sola. Ahora mismo lo único que quería era estar sola. Habían pasado dos horas desde que habían vuelto del lago Mead y desde entonces no había hecho otra cosa que evitar a Yeji.

Le había mentido sobre lo de reunirse con sus amigas y lo había hecho porque Yeji se había acercado demasiado y ella no sabía cómo reaccionar ante eso.

-¿Cómo van las cosas con la madre del bebé? -preguntó Yuna, a quien podía ver con su perrita Bella sentado sobre su regazo.

Lia suspiró mientras jugueteaba con el diario del bebé, que seguía tan en blanco como siempre.

-Es complicado.

¿En serio había creído Lia que podía trabajar para Yeji, la mujer con la que había compartido esa increíble noche, y no recordar constantemente el tiempo que había pasado en sus brazos? ¿De verdad había pensado que ser su empleada le permitiría obtener acceso a su vida personal? ¿Que ella se abriría a Lia, como si fuera su mejor amiga?

Debería haber actuado de otra forma, haberle dicho directamente que estaba embarazada y haber visto qué hacer a partir de ahí.

-¿Sabe ya lo del bebé? -le preguntó Yuna. Bella alzó las orejas. Lia sacudió la cabeza.

-Aún no he encontrado el modo de decírselo.

-Lia, tienes que hacerlo. No puedes seguir ocultando algo así si de todos modos ella va a enterarse en unos meses.

-Lo sé, pero... me da miedo su reacción cuando se entere.

Yuna se rió.

-¿Crees que hará algo terrible, como casarse contigo?

-Sí -sabía que Yeji querría hacer lo más honorable, pero eso la pondría a ella en la misma situación en que estaba antes, casada con alguien que era todo lo opuesto a ella. Alguien que sólo se había casado porque eso era lo correcto, no porque la amara o porque quisiera formar una familia a su lado.

Yeji y ella podían compartir una atracción, sí, una atracción increíblemente apasionada, pero estaba claro que querían cosas distintas para sus futuros y sus vidas.

Ella quería la clase de matrimonio feliz que había visto en sus padres durante treinta y tantos años.

Habían estado enamorados y eso se había reflejado en cada gesto, en cada palabra. Eso era lo que Lia quería, no una relación laboral, que era lo que
Yeji estaba proponiendo.

-O peor -siguió diciendo Lia-, podría no querer al bebé.

-Eso nunca lo sabrás si no hablas con ella.

Lia tamborileó los dedos sobre la mesa. Lo sabía, y aun así seguía sin contarle la verdad. Pero en algún momento tendría que hacerlo, Yeji merecía saberlo y era lo correcto... para ella y para el bebé. Y si después de contárselo, Yeji no quería saber nada de los dos, pues entonces peor para Yeji. Al menos Lia habría hecho lo correcto.

-Lo sé, sólo necesito tiempo -guardó el diario del bebé en su bolsa de piel, la dejó en el suelo y se obligó a sacarse a Yeji de la cabeza. Ya había pensado en ella bastante durante el día; ya era suficiente y sobre todo después de ese sueño-. Bueno, dime, ¿qué tal van las cosas por San Diego? ¿Estás cuidando bien de mi jardín? ¿Cómo está mi perrita?

-El jardín... umm... está bien. No es que sea una experta, pero todavía no se me ha muerto nada -las dos se rieron-. Bella está bien, aunque sé que te echa de menos porque se pasa todo el día sentada en la puerta esperando. Creo que piensa que vas a cruzarla en cualquier momento.

Lia se rió.

-Ey, Bella, volveré pronto. Te lo prometo. Dile a la tía Yuna que te dé chucherías.

Yuna la acarició detrás de las orejas y la perrita soltó un gruñido de satisfacción mientras se acurrucaba contra su pecho.

-Ey, casi olvidaba decírtelo. Ha llegado una invitación por correo para ti. ¿Quieres que la abra? Puede que sea algo importante y que tengas que venir a casa.

-Claro -Lia vio a Yuna abrir el sobre color melocotón y sacar una tarjeta.

-Eh... Lia... voy a tirar esto.

-¿Qué? ¿Qué pasa?

-No... no quieres saberlo.

-No, en serio, venga. Dímelo.

Yuna vaciló y giró la tarjeta hacia la pantalla. Lia tardó un segundo en procesar lo que vio y cuando lo hizo...

Se le encogió el estómago. No podía creerlo. Pero la prueba estaba ahí, en una fotografía en blanco y negro.

El doctor Soobin iba a casarse con una mujer llamada Arin en dos semanas. Pero la noticia no la impactó tanto como lo que vio en los brazos de Arin... Un bebé recién nacido.

Yuna bajó la fotografía y sonrió a Lia con tristeza.

-Es un cretino y lo sabes. Uno, por invitarte y dos, por haberte abandonado. Si hay un rey de los cretinos, ése es él.

Embarazo en las Vegas (YEJISU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora