Capítulo 7

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-Estás loca -le dijo Yeonjun a Yeji la mañana siguiente-. Pero es la clase de locura que me gusta.

Yeji levantó la vista de la pila de papeles que tenía sobre el escritorio, una pila que no parecía haber hecho más que aumentar desde que había llegado a la oficina poco después de las siete de la mañana.

-¿Qué significa eso?

-He oído lo del nuevo proyecto -Yeonjun se sentó en una de las sillas de caoba-. ¿Así que vas a seguir adelante después de todo? -Yeji asintió.

-Digamos que es una decisión ejecutiva. Estoy ignorando el consejo de los demás -. Yeonjun se rió.

-Ya era hora.

-¿Qué?

-Que ya era hora de que hicieras algo que no esté anotado en tu agenda, algo que nadie se espera. Dios mío, Yeji, has vivido en una cárcel demasiado tiempo -Yeonjun sonrió-. Vi a la guapa mujer que has contratado para que esté al mando del programa. No intentes decirme que aquí no hay segundas intenciones por tu parte.

-Las hay... -se detuvo al no querer hablar de su vida privada con Yeonjun. Por mucho que intentara explicar la relación que tenía con Lia, estaba destinada a salir mal. No había modo de tener una aventura de una noche con ella, decir que ya no estaba interesada por esa chica y que pareciera creíble-. La he contratado para desentenderme del proyecto. Por nada más.

Era una decisión que había cimentado en su cabeza la noche anterior, después de dejar a Lia en las Torres Hamilton y de pedirle a Saúl que diera una vuelta por Las Vegas antes de llevarla al mismo edificio. Se había visto demasiado tentada a seguirla hasta dentro y continuar con lo que habían dejado dos meses atrás. A invitarla a su ático y ver si esa increíble química que habían compartido seguía intacta.

Era el modo en que le sonreía, el modo en que sus ojos marrones parecían bailar, cómo esos largo y atractivo cabello castaño se enroscaban suavemente alrededor de su cara y de sus hombros. Todo en ella parecía gritarle que la tomara en brazos, que saboreara otra vez esa dulce y sedosa piel, que le hiciera el amor una vez más.

Se había marchado del restaurante deseándola más de lo que la había deseado aquella primera noche. Habían estado muy cerca en la limusina y había captado su aroma a flores, el calor que emanaba de su cuerpo, la cercanía de su sedosa piel.

Cuando ella salió del coche, tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para quedarse dentro y ponerle la excusa de que tenía que ir a hacer un recado. Hizo conducir a Saúl hasta que se le pasó el deseo de seguirla, o por lo menos, hasta
que pensó con sensatez, y entonces tomó el ascensor que subía directo a su ático ignorando la tentación de detenerse en el apartamento que le había dado a ella en el piso décimo.

-Estás loca -le dijo Yeonjun-. Si yo fuera tú y esa mujer estuviera a sólo unos pisos de mí...

-Ya sabes lo ocupada que estoy -dijo Yeji, interrumpiéndolo-. Por Dios, estamos diseñando las oficinas de la Costa Este, tenemos un producto de seguridad que lanzar en otoño y...

-Y si te dejo, encontrarás diez razones más por las que no puedas tener una sencilla cita con ella. ¿Prestaste atención cuando esa mujer vino a hablar contigo ayer? Tendrías que estar muerta, Yeji, para no sentirte atraída por ella. ¿Qué mal harías en preguntárselo? -Yeonjun se echó hacia delante y puso una mano sobre los papeles-. No soy el jefe y no pretendo serlo, pero sé que no todos los días cruza estas puertas una mujer tan bella buscando un trabajo que suponga trabajar codo con codo contigo.

Era verdad. Y por un segundo Yeji pensó en lo que sería ver a Lia todos los días, estar a su lado otra vez, inhalar las embriagadoras notas de su perfume o escuchar el sonido de su risa.

-Ya le he pedido a Roy que se ocupe del proyecto. Él tiene experiencia, conocimientos...

-Pero no la pasión necesaria. Yeji, este proyecto es como tu bebé. Llevas años hablando de él.

-Estaré en contacto con Roy. ¿No eres tú el mismo que me dijo que en mi agenda no había cabida para nada más?

-Pero eso fue antes de ver a Lia -Yeonjun sonrió-. Puedes decir todo lo que quieras, que no estás interesada en ella, por ejemplo, pero lo vi en tu cara. Lo estás.

-Tengo que seguir trabajando -Yeonjun se echó atrás y levantó las manos.

-Tú misma. Pero creo que estás dejando pasar una fantástica oportunidad de tener todo lo que tienen los demás.

Yeji ya estaba mirando sus papeles, aunque lo único que veía de esos números era una masa borrosa.

-¿Y qué es eso?

-Una vida -y con eso, Yeojun se marchó.

Yeji dejó escapar un suspiro y centró su atención en los números y tablas diciéndose que encontrar consuelo en el trabajo era lo mejor que podía hacer. Lo único que necesitaba era mirar el despacho vacío que tenía al lado si necesitaba un recordatorio de por qué debería seguir sentado junto a su escritorio en lugar de salir corriendo como una adolescente encaprichada de la única mujer que le había hecho olvidarse de su vida durante una inolvidable noche.

"Trabaja. No pienses en Lia. Sé inteligente. Concéntrate"

Aguantó allí hasta las diez. Después dejó el pretexto de tener que trabajar, ya que había perdido la concentración desde que su asistente le había dicho que Lia ya había llegado, y se dirigió a la sexta planta.

Comprobaría cómo iba el proyecto, nada más, y volvería a trabajar y a centrarse. Cuando llegó a la sala de investigación y desarrollo, se detuvo fuera de la puerta abierta. Lia estaba medio sentada en uno de las mesas mirando lo que hacía Roy, uno de los diseñadores gráficos de la empresa. Jerome, otro diseñador gráfico, estaba sentado frente a otro ordenador trabajando también en el programa.

Lia se rió con algo que dijo Roy y fue un sonido tan ligero y alegre como el sol de primavera. Yeji sonrió y quiso saber qué chiste había provocado un sonido tan agradable, al mismo tiempo que la invadía una extraña sensación que se negó a identificar con un ataque de celos por no haber sido ella la que la había hecho reír.

-¿Qué tal?

Lia se giró ante el sonido de su voz.

-Yeji.

A ella se le aceleró el pulso cuando esas dos sílabas que formaba su nombre salió de la lengua de Lia; estaba metido en un buen lío. Pero había bajado sólo a ver cómo progresaba el trabajo, de modo que haría unas cuantas preguntas y se marcharía.

Sin embargo, ya estaba buscando una silla donde sentarse al lado de Lia. Roy se giró hacia Yeji.

-Genial, señorita Hwang. Estamos progresando mucho. Ya que usted tenía el diseño preliminar, Lia está ayudándonos a crear distintos módulos dentro del software. En unos días tendré una muestra para que la vea.

Yeji asintió y, cuando Roy se giró de nuevo hacia el ordenador, supo que tenía que irse porque ya tenía lo que había ido a buscar: un informe del trabajo.

-¿Quieres verlo? ―le preguntó Lia. Y eso fue todo lo que necesitó oír para ir a su lado.

-Veo que has entendido mis notas -dijo señalando la libreta que tenía Lia. Lia se rió.

-Si puedo leer la letra de niños de preescolar que es... creativa, por no decir otra cosa, cuando están aprendiendo a escribir, entonces también puedo leer la tuya.

Yeji sonrió.

Embarazo en las Vegas (YEJISU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora