Capítulo 21

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-Entonces puede que me cueste un poco mantenerme a flote -respondió Yeji-. Para que puedas practicar conmigo.

Lia rió.

-¿Pondrías tu vida en mis manos? Tú sí que eres valiente.

-Ésa soy yo, siempre viviendo al límite.

Lia estalló en carcajadas y Yeji también se rió con ganas por primera vez en mucho tiempo... En meses. ¿Sería así abrirle su vida a alguien? ¿Permitirse tener lo que tenían los demás?

-Voy a ponerme el bañador antes de que me derrita con este calor -dijo Lia-. ¿Nos vemos en la cubierta?

-Claro.

Mientras Lia se cambiaba, el capitán se sentó en su silla, se puso una gorra sobre la cara y se quedó dormido dejando solas a Yeji y Lia. Un momento después, Yeji oyó un sonido detrás de ella y se giró.

¡Madre mía! Tragó con dificultad y se recordó que tenía que respirar.

Ahí estaba Lia, con un biquini azul oscuro que resaltaba sus curvas y acentuaba esas partes de su cuerpo que a Yeji más le gustaban, además de dejar al descubierto esa delicada piel melocotón de su vientre. Sin embargo, ella parecía algo avergonzada y no levantaba la mano de su abdomen. Por otro lado, el biquini no era tan provocativo como para acabar en la portada de alguna revista y eso era lo que más le gustaba a Yeji, esa mezcla entre lo dulce y lo picante, la idea de sugerir más que enseñar.

-Estás... increíble -logró decir Yeji-. Impresionante.

Lia se sonrojó.

-Eh... bueno... gracias -sin levantar la mano de su abdomen, se dio la vuelta y al hacerlo Yeji se dio cuenta de que había aumentado un poco de peso, no mucho, y que se le notaba en la cintura. ¿Por eso parecía tan avergonzada? De ser así, no había necesidad, porque para Yeji estaba preciosa.

-Dame treinta segundos para cambiarme -dijo Yeji, no sin antes mirarla una vez más-. ¡Que sean diez! -bajó corriendo, se puso el bañador que se había comprado en la tienda de regalos y subió a la cubierta.

Lia se rió.

-Has sido rápida.

-Tenía mis motivaciones -quería volver a tomarla en sus brazos, quería sentir su cálida piel contra la suya, pero sabía que hacerlo complicaría las cosas. ¿Estaban preparadas para ello? O mejor dicho, ¿estaba Yeji preparada o debería ser lista y pisar
el freno?

Antes de poder decidirlo, Lia se situó sobre la pequeña plataforma que había en la parte trasera del barco y saltó al agua con un suave y sencillo movimiento. Desapareció en las azules profundidades.

Yeji la siguió y el calor del día se evaporó en el instante en que su cuerpo se adentró en las frescas aguas del lago. Bajó varios metros antes de volver a salir a la superficie no muy lejos de donde estaba Lia, y esta le salpicó, sonriendo. Su cabello oscuro caía como una lacia y brillante cortina sobre su espalda y unas gotas de agua acariciaban su rostro y sus labios.

-Tenías razón. Esto es mucho mejor que pescar -dijo Yeji.

-Mucho mejor. ¿Y mejor que trabajar?

-Sí. Sin duda.

Pensó en todos los días que había pasado en su despacho; no habían sido sólo días entre semana, sino también sábados, domingos, noches y madrugadas mientras sus empleados salían con sus familias y visitaban lagos o hacían cruceros. Días enteros que habían pasado sin que Yeji se diera cuenta de si el sol se había puesto o si había salido porque había llegado demasiado temprano y se había marchado demasiado tarde y había dado comienzo a su día cuando aún era de noche. ¿Era esto lo que había estado echando de menos? ¿Esa sensación de libertad?

Había tenido buenas razones para trabajar tanto, pero aun así la invadió una sensación de pérdida y no pudo evitar pensar en lo que había dicho Harry.
¿Cuando fuera mayor miraría atrás y vería esos años con satisfacción porque había hecho lo que se había esperado de ella? ¿O los vería con remordimientos porque había renunciado a lo que todo el mundo tenía?

Hoy había probado un poco de esa vida; no sólo había sido el baño, sino el modo en que se había desarrollado la jornada, sin reglas ni agendas.

Lia había propuesto algo y lo habían hecho, sin más, durante el tiempo que habían querido y después habían pasado a otra cosa. Ni siquiera se había dado cuenta hasta ahora de que no había echado de menos su teléfono móvil... Porque se lo había dejado en la limusina... por accidente, tal vez, aunque quizá lo había hecho más a propósito de lo que creía.

-Deberías intentar hacer novillos más a menudo, señorita Rectitud -le dijo Lia salpicándole agua-. ¿Quién sabe? Tomarte un día de descanso de vez en cuando podría venirte bien.

-¿Ah, sí? -Yeji la salpicó a ella, pero Lia lo esquivó hundiendo la cabeza y alejándose unos metros a nado-. ¿Y cómo?

-Se llama "recargar pilas", señorita Hwang, y es el último grito -sonrió.

Sí, sin duda estaba flirteando con Yeji. Y ella estaba respondiendo del mismo modo... y divirtiéndose inmensamente.

¿Cuándo había sido la última vez que había flirteado con una mujer tan en serio?

La respuesta fue sencilla; dos meses atrás. Con esa misma mujer. Antes de ese día... no podía recordar otra ocasión en que lo hubiera hecho, lo cual era un claro signo de que estaba pasando demasiado tiempo en su despacho. Tal vez no le interesaba tener relaciones a largo plazo, pero estar sola tampoco era bueno para Yeji.

Sonrió a Lia.

-Entonces me aseguraré de anotar algo de tiempo libre en mi agenda..

-Eso no puedes hacerlo, tonta. Así no es divertido. Tienes que... -cuando fue nadando hasta Yeji y la miró, el sol se reflejaba en sus ojos como si fuera oro-, hacerlo sin más.

Hacerlo. Oh, claro que quería. Y quería mucho más que únicamente tomarse un día libre.

La tentación de volver a besarla bramó con fuerza en su interior y se inclinó para hacerlo, pero ella se apartó, jugueteando, provocándola.

-Entonces, ¿quién dirigirá la compañía?

-Tienes empleados. Deja que hagan su trabajo.

-No puedo, si algunos de mis empleados están haciendo novillos... -le salpicó agua y se acercó a Lia.

-Es verdad. Entonces tal vez deberías aprovecharte de las oportunidades que tienes
más cerca de casa. Como esa increíble piscina que hay en las Torres Hamilton. Aún no he tenido tiempo de probarla, pero tiene una pinta fabulosa. Apuesto a que te encanta.

-¿Es que hay una piscina en las Torres Hamilton? -intentó pensar si alguna vez había salido al jardín o si había ido más allá del vestíbulo del edificio o de su piso. Se había mudado sin más... o mejor dicho, de eso se habían encargado los de la empresa de mudanzas porque ella... ¡cómo no!... había tenido que trabajar. ¿Qué otros servicios del edificio se había perdido?

Lia se rió.

-¿No te has dado cuenta de que hay una piscina? Es increíble. Tiene palmeras y rocas y parece una laguna.

Yeji se fijó en su sonrisa y en sus ojos, y el deseo que tanto había intentado ignorar le recorrió las venas de un modo imparable.

Dejó de intentar resistirse y rodeó a Lia por la cintura para llevarla hasta sí. Lia abrió los ojos y la boca de par en par, con gesto de sorpresa. Sus piernas se entrelazaron bajo el agua en una danza sensual y resbaladiza que les trajo el recuerdo
de la noche que habían pasado juntas.

El deseo rugía por las venas de Yeji y aporreaba su cabeza. La rodeó con más fuerza. Quería más de lo que podían hacer en el agua, quería estar de nuevo en el Bellagio, con horas y horas por delante y Lia tendida a su lado y esbozando esa increíble sonrisa.

-Creo que no deberíamos estar haciendo esto.

Embarazo en las Vegas (YEJISU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora