-Ya sabes, cuando oyes una entrevista por televisión las primeras palabras que salen de la boca del periodista son el nombre, la edad y la profesión del personaje en cuestión. Muchas mujeres que he conocido en el pasado sólo se han mostrado interesadas en eso. Tal vez quieran asegurarse de que tengo trabajo o que tengo dinero suficiente para pagar la cuenta de la cena.
Soltó una amarga carcajada que reflejaba una larga lista de citas decepcionantes.
-Pero tú... -Lia agachó la cabeza, algo avergonzada por la simplicidad de las primeras palabras que le había dirigido-. Te pregunté cuál era el cumpleaños del que tenías más recuerdos.
-Fue tan... inesperado, tan diferente -sonrió-. Y cuando te respondí...
-Me hablaste del día en que cumpliste siete años -recordó ella como si todo eso hubiera sucedido la noche antes y deseando haber dicho algo más inteligente-, y te regalaron tu primera bici de dos ruedas.
-Y mi primer hueso roto -Yeji se rió-. Fue el modo de romper el hielo.
-Es algo que utilizo en mis clases para ayudar a que los niños se conozcan entre sí.
-Funciona.
Lia se mordió el labio y le hizo la otra pregunta que había estado inquietándola desde que había llegado a Las Vegas.
-¿Y la mujer que conocí aquella noche, la que iba vestida de manera informal, era la verdadera Yeji -"¿La que podía llevar una vida sencilla con una esposa y un hijo?" Esas palabras no las pronunció porque no quería volver a ver el maldito talonario y que el corazón se le rompiera por segunda vez en dos días.
Yeji se quedó absorta y Lia pensó que no respondería.
-No importa si lo era o no. No puedo ser esa mujer, ni aunque quisiera.
Lia se sintió frustrada.
-¿Qué significa eso? ¿No puedes llevar una vida normal?
Yeji se volvió hacia ella.
-No debería. No lo haría bien.
Lia suspiró. ¿Qué se había esperado? ¿Que sólo con hacer preguntas, ella le daría la respuesta que quería oír?
-Debería... debería irme -dijo mientras se levantaba-. No quiero retrasarte.
"Y no quiero llorar delante de ti. No quiero que sepas lo mucho que quería oírte decir algo más. Lo mucho que quería oírte decir que ayer te equivocaste y que has cambiado de idea"
Había llegado a las puertas dobles de cristal cuando Yeji habló.
-No es que no quiera lo que quiere todo el mundo, Lia, o que no quiera ser madre, es que no puedo.
Lia se detuvo en seco y se giró hacia ella.
-Eso es una locura. Lo único que tienes que hacer es intentarlo, Yeji.
-Lo he hecho. Y fui terrible -suspiró-. Le fallé a la persona que tenía que proteger.
No podía imaginarse a la poderosa y entregada Yeji haciendo algo así.
-¿A quién?
Ella se quedó de nuevo absorta y en silencio tanto rato que Lia estaba segura de que no respondería. Se acercó a Yeji y le puso una mano en el hombro.
-¿A quién?
-A mi hermano -dijo en voz baja.
-¿A Hyunjin?
Yeji asintió.
-Hice la promesa de cuidar de él. De estar a su lado. Y la rompí -se giró hacia Lia y en sus ojos ella vio dolor, pesar, arrepentimiento-. No estuve allí cuando me necesitó y por eso no puedo prometer estar ahí para nadie más.
-Yeji...
-No, Lia. No -alzó una mano-. Si necesitas dinero, necesitas una casa, un coche, lo que sea, te lo daré. Pero no me pidas que te ayude a criar a este bebé.
A ella la invadieron la decepción y un intenso dolor. Debería haber sido lo suficientemente lista como para no ir allí a intentar hacerle cambiar de opinión. ¿No le había dejado claro desde el principio que Yeji no era una mujer de familia?
-Sólo he venido a Las Vegas para conocerte por si el niño algún día me hace preguntas. Sólo quiero la información necesaria para rellenar unas cuantas páginas de ese libro y después... -se forzó a continuar a pesar de ese nudo de tristeza en la
garganta que le impedía hablar-. Volveré a San Diego y criaré al bebé yo sola. No espero que te cases conmigo o que te impliques más.-¿Es que no quieres que forme parte de la vida del niño? ¿O de la tuya?
-Yo no espero que seas nada -repitió, porque "esperar" y "desear" eran dos cosas distintas y si admitía que en lo más hondo de su ser había esperado que ella quisiera formar parte de sus vidas, se echaría a llorar-. Lo has dejado todo muy claro.
Su mente, su estúpida mente, no dejaba de mostrarle esa tonta imagen de postal navideña en la que aparecían Yeji, el bebé y ella delante de un árbol de Navidad, donde todo eran sonrisas y esperanza.
Ridículo. ¿Por qué no podía asumirlo y aceptar la realidad?
-No intento hacerte daño, Lia, créeme.
-No es a mí a quien haces daño. Es a ti y al bebé. Te guste o no, este bebé estará aquí dentro de siete meses y cuando llegue te perderás algo espectacular -se giró y dio un paso atrás-. La mujer que conocí hace dos meses era la clase de mujer que podría haber... -ahí se detuvo. Se negaba a ser vulnerable, se negaba a caer otra vez en esa trampa. ¿Es que no había aprendido la lección con Soobin? Compartiendo sus sueños con otra persona no había logrado más que perderlos-. La clase de mujer que podría haber corrido un riesgo como éste, que no habría dejado que el miedo impidiera que disfrutara de unos de los mejores regalos que la vida puede ofrecer.
Yeji dejó escapar un suspiro.
-Sabes que los mantendré, a este niño y a ti. No tienes que preocuparte por eso.
-No quiero tu dinero, Yeji. Esto nunca ha sido por el dinero.
-No puedo irme a vivir a un barrio residencial a una casita con una valla blanca. No soy esa clase de mujer.
-Uno de estos días, este bebé... nuestro hijo, tu hijo, va a crecer y me preguntará... -respiró hondo porque las siguientes palabras le resultaron dolorosas incluso antes de pronunciarlas- "¿dónde está mi mamá?, ¿por qué no está aquí? ¿es que no me quería?". ¿Qué quieres que le diga entonces?
Yeji se dio la vuelta y apoyó la espalda contra la barandilla.
-La verdad. Que una mujer como yo no tiene nada que hacer criando a un niño. Soy buena como presidente de una empresa, Lia, pero cuando se trata de relacionarme con la gente... -se detuvo y ella esperó a que terminara-. Con la gente no soy una persona en la que quisieras depositar todas tus esperanzas.
Lia perdió el ánimo. Conscientemente o no, ella había puesto esperanza en Yeji, esperanza de que supiera lo del bebé y cambiara de idea y se mostrara tan emocionado con la noticia como ella.
Había tenido la esperanza de que no fuera como su exmarido.
-Me aseguraré de enviarte fotos de vez en cuando -le dijo intentando no llorar y controlarse hasta haber salido de su piso. Hasta haberse alejado de Yeji-. De ese modo, al menos, sabrás cómo es tu hijo y que estamos bien. Pero no... no esperes nada más.
Y con eso se marchó, con el corazón roto por descubrir finalmente que la Yeji que había conocido había sido una figura temporal, como un fantasma, mientras que la auténtica no era la mujer que ella quería.
Para nada.
Yeji se quedó en la terraza un largo rato después de que Lia se marchara.
Luego, deambuló por su piso y recorrió su vida a través de las fotografías que tenía por todas las habitaciones.
Cuando finalmente se marchó a trabajar y ocupó su puesto detrás del escritorio de caoba que había sido suyo desde el día en que Sistemas Hwang abrió sus puertas, no duró mucho allí sentada.
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Embarazo en las Vegas (YEJISU)
FanfictionDesde que Lia vio a Yeji en Las Vegas, donde había ido a pasar un fin de semana con sus amigas, se quedó prendada de ella. Conectaron al instante y se dejaron llevar por el momento. Lia volvió a casa tras esa fantástica aventura, pero nunca imaginó...