Lia se despertó antes de que amaneciera. Sus náuseas matutinas habían comenzado a disminuir y después de unas galletitas saladas y de un poco de ginger se sintió bien... por lo menos en lo que concernía a las nauseas del embarazo.
Pero en cuanto a sus emociones... No tanto.
¿Qué había esperado que hiciera Yeji cuando descubriera lo del bebé? ¿Abrazarla y decirle que los tres vivirían felices para siempre?
Bueno...
Sí. Una parte de ella había esperado eso, por muy descabellado que sonara. Ni siquiera la parte más realista y cauta de su persona se había esperado que fuera a darle dinero como si así pudiera librarse del problema.
Se incorporó, negándose a ceder ante ese caos de emociones que revoloteaba en su interior. Estaba bien, se dijo, y eso era lo que le diría a Yeji.
Sí, no había dado saltos de alegría ni se había puesto a bailar con ella, pero eso era de esperar. Después de todo, ella lo había mantenido en secreto y probablemente no debería haberlo hecho. Pero se negaba a reconocer que su reacción la había decepcionado.
Pensó en su madre, en cómo había estado ahí para enseñarla a montar en bici, a construir una casita para pájaros, enseñarle a nadar. Quería que su hijo tuviera lo mismo, pero ¿también lo quería Yeji? Hablaría con ella. Tal vez se había quedado impactada y de ahí su reacción.
Se vistió y salió de su apartamento. En el ascensor, en lugar de pulsar el botón del vestíbulo, pulsó el del ático mientras en su mente pensaba en las miles de cosas distintas que quería decirle: sin embargo, en cuanto Yeji abrió la puerta, se quedó muda.
Yeji estaba ahí, en su gran piso, sin camiseta y con unos pantalones de vestir azules oscuros. Tenía un cuerpo firme, unos músculos bien definidos y a pesar haberse presentado allí con sus mejores intenciones, Lia no pudo evitar desearla y pensar en el día anterior, cuando había estado en el agua aferrada a su cálido y fuerte pecho.
¡Cuánto la deseaba!
Pero estar con ella no era la solución y Yeji misma le había dejado claro que quería algo totalmente opuesto a lo que ella buscaba. "Céntrate, Lia, céntrate"
-¿Lia? -estaba sorprendida-. ¿Qué haces aquí tan temprano?
-Quería hablar contigo. A solas.
Yeji se echó atrás y cuando Lia entró en su piso le sorprendió ver que todo era... impropio de Yeji.
Se había esperado un piso con una decoración tan austera y lineal como la de las oficinas de Sistemas Hwang, pero por el contrario encontró un lugar cálido y acogedor lleno de mobiliario de piel en color caramelo, alfombras color hueso y
fotografías...Toneladas de fotografías. Hyunjin de todas las formas, tamaños y estilos dominaban la mesa que había junto al sofá, las estanterías a ambos lados de la chimenea y la larga repisa de la ventana que había en la pared opuesta.
-Tu piso es... precioso -dijo dando la vuelta y fijándose en la cocina, en el íntimo comedor, en el acogedor salón. Tenía una mezcla ecléctica de mobiliario que pasaba de una antigua mesa en color cerezo al más moderno mobiliario de piel. Aun así, en conjunto resultaba bonito-. No es para nada como me lo imaginaba.
-Gracias. Muchas de estas cosas las heredé cuando mis padres murieron hace diez años, pero he de admitir que contraté a un decorador para que lo combinara todo. Mi talento no se extiende más allá de la sala de juntas.
Lia le sonrió.
-No sé qué decirte a eso...
Y ahí estaba, flirteando de nuevo con Yeji. A la mínima de cambio se dejaba llevar por las hormonas. Tenía que ser eso, el exceso de estrógenos por el embarazo. Y no el hecho de que esa sexy Yeji estuviera a escasos metros de ella. Con solo un top, tan tentadora, y haciéndole recordar el sueño que había tenido el día antes y el momento que habían compartido en el agua, esa resbaladiza y sensual sensación de piel contra piel. De sus besos...
-¿Te apetece un café?
-¿Eh? -tuvo que apartar la mirada de su pecho y volver a centrarse. Le había hecho una pregunta.
-¿Te apetece un café? -volvió a preguntarle.
-No, gracias -deslizó una mano sobre el respaldo del sofá de piel. No podía quedarse todo el día allí admirando su apartamento. Había ido por una razón en concreto y tenía que abordar ese punto.
-¿Por qué hablaste conmigo aquella noche en el bar? Hay miles de mujeres solteras en Las Vegas. ¿Por qué yo? ¿Por qué una simple maestra de preescolar, cuando una mujer como Hwang Yeji podría haber elegido a cualquiera?
Yeji señaló al balcón y a dos sillones de mimbre colocados bajo un toldo que ofrecía una agradable sombra que protegía del sol de Las Vegas. Salieron fuera y tomaron asiento.
-Es una respuesta muy simple. Porque ni eras ni eres como ninguna de las mujeres que he conocido en Las Vegas. Y, además, no es que haya conocido a muchas.
El cumplido la hizo sentirse mejor.
-¿Qué quieres decir?
-Que, como habrás podido comprobar, no tengo muchas citas, sólo tengo citas relacionadas con mi trabajo. Y cuando quedo con alguna mujer, la mayoría me ve como... -se detuvo un momento-, como Hwang Yeji, y no simplemente Yeji.
-Quieres decir que te ven como la presidenta de una compañía, pero no como a una mujer -y entendía por qué. Con su traje resultaba una figura imponente. No había oído a ningún empleado llamarlo otra cosa que no fuera "señorita Hwang" y estaba segura de que nadie podía verla de otro modo, imaginársela de otra forma.
-Cuando entré en el bar aquella noche, me vestí de manera informal a propósito. No quería que se me viera como a una jefa, o como una mujer de negocios. Por una vez quería ser simplemente... yo.
Lia sonrió.
-Conozco esa sensación.
-¿Y eso por qué?
Lia dejó escapar un suspiro. Si quería que Yeji le abriera su corazón, entonces tal vez ella tendría que hacer lo mismo.
-Estuve casada con un médico. No duró mucho y nos divorciamos hace dos años. Él era muy... cuadriculado y quería tener nuestras vidas bajo un estricto control. No me di cuenta de lo mucho que eso me asfixiaba hasta después de divorciarme. Fue como quitarme el anillo de casada y de pronto volver a ser yo misma -más tarde había visto hasta qué punto se había perdido a sí misma durante el matrimonio con Soobin y cómo una vez que se habían separado había empezado a ser feliz. A sentirse libre. A vivir una vida donde cada momento no estaba planeado.
-No puedo imaginarte casada con alguien así -dijo Yeji.
-Al principio era encantador, supongo que con una buena sonrisa se pueden ocultar muchos defectos. Bueno, el caso es que eso acabó y no voy a volver a cometer el mismo error.
Yeji la miró a los ojos y Lia se preguntó si sabría que con eso quería decir que no tenía la más mínima intención de enamorarse de ella, a pesar de los besos del día anterior.
No deseaba a la presidenta Hwang, deseaba a Yeji, a la mujer que habia conocido aquella noche, la Yeji relajada que había visto en el lago Mead y en el barco...
Pero esa mujer ya no parecía estar ahí. La decepción se apoderó de ella.
-Sé lo que quieres decir. Yo estuve a punto de casarme.
-¿Sí?
Yeji asintió.
-Pero como no podía ser una buena esposa, lo cancelé. Ella se merecía más de lo que yo podía darle.
Lia se preguntó qué querría decir con eso. ¿Qué clase de esposa no podía ser? ¿Seguía pensando lo mismo?
-Cuando te conocí -siguió Yeji-, fue como entrar en otro mundo. Nuestra conversación fue tan... normal, tan sencilla. No empezaste la conversación con la "cita corta".
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Embarazo en las Vegas (YEJISU)
FanfictionDesde que Lia vio a Yeji en Las Vegas, donde había ido a pasar un fin de semana con sus amigas, se quedó prendada de ella. Conectaron al instante y se dejaron llevar por el momento. Lia volvió a casa tras esa fantástica aventura, pero nunca imaginó...