Capítulo 22

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-Sí. Podrían surgir... complicaciones.

-Exacto -pero ahora mismo a Yeji no le importaban las complicaciones, parecían estar muy lejos.

Deslizó las manos sobre su cintura y su espalda, a lo largo de esa sedosa y suave piel mientras la acercaba más a sí-. Compliquemos las cosas, Lia -le dijo y decidió dejar de preocuparse por lo que no debería hacer y hacer lo que quería.

Y así, la besó otra vez.

En algún momento del día Lia había perdido la pista de sus buenas intenciones. Había pensado que sabía lo que estaba haciendo cuando le había pedido a Yeji que se tomara el día libre. Había pensado que tenía un buen plan cuando la había llevado hasta el lago Mead para pasar un día de aventuras en plena naturaleza. Sin embargo, vio que la que estaba viviendo una aventura era su corazón... Y ése no era el plan.

Pero mientras Yeji la besaba de nuevo, no podía encontrar los medios para volver a su plan, ni recordar en qué consistía. Acompañada por el susurro del agua contra su piel, esa experiencia no hizo más que aumentar su deseo por Yeji, intensificar la atracción que había sentido aquella primera noche.

Sus manos se aferraban a la espalda de Yeji, a sus músculos, mientras ella se movía para abrazarla con más fuerza. Sus pechos estaban aplastados contra su torso, pero quería más, quería que la acariciara centímetro a centímetro, que volvieran a aquella noche que habían pasado juntas. Dios, cómo la deseaba. Siempre la había deseado.

La lengua de Yeji se deslizó dentro de su boca y bailó con la suya. Una de sus manos llegó hasta uno de sus pechos y lo acarició a través de la tela del biquini. Lia se arqueó contra su cuerpo, deseando más, deseando que Yeji le arrancara la parte de arriba y le pusiera fin a ese insoportable anhelo.

Los dedos de Yeji se colaron bajo la tela y acariciaron su sensible pezón. Ella gimió y presionó la pelvis contra su prominente erección, que le indicó que Yeji estaba tan excitada como ella.

En ese momento se desvaneció todo pensamiento racional y cada latido de su corazón comenzaba y terminaba con las caricias de Yeji, con sus besos.

Entonces Yeji se apartó lo suficiente como para susurrar su nombre contra su boca y Lia supo que iba a enamorarse... que iba a enamorarse a lo grande.

-Lia, ¿qué estamos haciendo? -le preguntó Yeji con una voz ronca.

Lia sólo deseaba acariciarla, volver dos meses atrás porque nunca había olvidado lo increíble que había sido aquella noche y cómo Yeji la había hecho sentirse la mujer más bella del mundo gracias al modo en que había besado su cuerpo y la había acariciado pausadamente antes de darle una completa satisfacción.

-No lo sé -susurró ella hundiendo la cabeza en la curva de su cuello mientras intentaba encontrar algo de coherencia en su cabeza.

¿Qué estaba haciendo? Eso no era lo que ella quería, no era lo que pretendía hacer. Pero... oh... sólo por un momento, quería eso y mucho más.

Había ido a Las Vegas con la intención de volver sola a San Diego, pero cuanto más tiempo pasaba con Yeji más unida se sentía a ella a pesar de saber que cuando le dijera que iba a tener un hijo suyo, que iba a convertirse en madre, Yeji le daría la
espalda como lo había hecho su ex marido. ¿No le había dejado claro ese punto una y otra vez?

Yeji no quería hijos y estaba claro que no querría el hijo de Lia.

"El bebé. El bebé es lo primero"

La realidad la hizo salir bruscamente de esa bruma de deseo.

-Lo siento -le dijo-. No... no puedo hacer esto -se apartó de los brazos de Yeji y subió al barco. Un segundo después, ella estaba detrás de ella.

-¿Qué pasa? ¿He dicho algo malo?

-No. Es sólo que... me he acordado de que tengo que ir a un sitio -era igual de mala mintiendo que ciñéndose a sus primeras intenciones.

Se dio la vuelta para que Yeji no viera la decepción que se reflejaba en su cara y Yeji agarró una toalla para secarse la cara y los brazos.

-¿Tienes que ir a un sitio? ¿Ahora?

Ella asintió ocultando su rostro y la parte delantera de su cuerpo con la toalla con la que estaba secándose el pelo. Debería habérselo pensado dos veces antes de comprar ese biquini que dejaría expuesto su abdomen.

Se había fijado en que Yeji la había mirado. ¿Habría visto que había ganado peso? ¿Se habría fijado en el pequeño abultamiento de su vientre? De ser así, no le había preguntado nada.

-Tengo unas amigas en Las Vegas y me había olvidado de que había quedado con ellas para tomar algo. Lo siento, pero tenemos que dejarlo por hoy.

Yeji se quedó mirándola un largo rato, como si intentara decidir si la dejaba marchar o se aseguraba de que esa excusa era cierta. A Lia le pareció ver un brillo de decepción en su mirada.

-Supongo que me viene bien -dijo Yeji con una voz más fría que el agua. Lo que fuera que hubiera podido suceder entre las dos había llegado a su fin.
Ella había logrado su objetivo, aunque no podía decir que ganar esa batalla hubiera sido satisfactorio-. Debería volver a la oficina -siguió diciendo-. Seguro que han enviado una patrulla de rescate para buscarme.

-De vuelta a la realidad, ¿eh?

-Siempre. Puede que escape de ella un minuto, pero al final... -se detuvo para contemplar las calmadas aguas del lago Mead un momento antes de volver a mirarla-, sigo siendo la jefa y eso significa que mi prioridad siempre es el trabajo...

-Y que tu vida personal queda relegada a un segundo lugar -terminó por decir Lia, recordando lo que le había dicho a Harry en el acuario.

Una lección que ella haría bien en recordar. Por su bien y por el bien del bebé.

Embarazo en las Vegas (YEJISU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora