Capítulo 29

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Yeji estaba sentada en un sofá blanco pensando que había esperado demasiado tiempo para ir ahí, que había dejado pasar demasiado tiempo... Porque eso le había resultado más fácil.

-Toma -Minji Hwang dejó un vaso de limonada delante de ella y después se sentó en un sillón a juego al otro lado de la mesa de café de cristal y cromo-. Los niños llegarán enseguida. Están en casa de Jeannie, nuestra vecina, nadando en su piscina -se rió-. Les da igual lo bonita que es la nuestra, la de la casa de al lado les parece más divertida.

-¿Cómo están los niños?

Minji miró por la ventana hacia la casa blanca de estilo colonial.

-Están bien. Cuanto más tiempo pasa se hace más fácil y más difícil a la vez, si es que eso tiene algún sentido.

Yeji le dio un sorbo a la limonada, no porque tuviera sed, sino por tener algo que hacer. En los tres años que siguieron a la muerte de su hermano había intentado no mantener esas conversaciones con su cuñada. Le había enviado cheques, tarjetas de
felicitación por sus cumpleaños, regalos de Navidad, pero ella no había estado con ellos, no más de lo necesario. No era que no quisiera o no se preocupara por la viuda y los hijos de Hyunjin, sino que era demasiado doloroso verlos y evitarlo resultaba más sencillo para todos.

-¿En qué sentido se vuelve más fácil? -le preguntó a Minji, porque quería conocer la respuesta, ya que Yeji no la había descubierto en esos tres años.

Minji suspiró.

-Los niños se acostumbran a no tenerlo aquí. Siguen adelante. Cuando pasa un tiempo llegas a un punto en el que dejas de pensar en ello cada cinco minutos. Después se hace más difícil porque cuando dejas de hacerlo y te das cuenta de que se ha ido... -respiró hondo-. Vuelve a doler mucho otra vez.

Yeji se sintió culpable al ver tanto dolor reflejado en su rostro.

-Lo siento, Minji -dijo pensando que nunca pronunciaría esas palabras demasiadas veces-. Lo siento mucho.

Una triste sonrisa curvó los labios de la joven.

-Yeji, no tienes que...

-Debería haber estado allí ese día -se levantó y se puso frente a la ventana por la que Minji había estado mirando hacía un momento. Podía ver la esquina de la piscina de los vecinos, pero no a sus sobrinos. A través del cristal, sin embargo, sí que
podía oír sus gritos de alegría y saber que estaban bien. Se sintió agradecida por ello-. Si no me hubiera marchado, se habría cuidado, habría tomado su medicación...

-Yeji, era adulto. Él tomaba sus propias decisiones.

-Era yo la que se suponía que tenía que cuidar de él. Se lo prometí a mis padres. Prometí...-se le quebró la voz con esas últimas palabras y se agarró al marco de la ventana.

-No fue culpa tuya, Yeji.

Yeji acudió la cabeza. Ella sabía la verdad.

Hyunjin había sido su responsabilidad y por muy inteligente que fuera su hermano, no lo había sido en lo que concernía a su salud.

-Me dijo que no me preocupara, que se tomaría la medicación. Pero debería haber sabido que no lo haría. Siempre se le olvidaba y como yo no estaba allí...

-No podías estar vigilándolo cada minuto del día. Era adulto. Ni siquiera... -se detuvo ahí y Yeji pudo oír el eco del mismo lamento que invadía su pecho-. Ni siquiera me lo contó nunca.

Yeji se giró hacia su cuñada y le puso una mano en el brazo.

-No quería preocuparte.

Una agridulce sonrisa curvó los labios de Minji.

-¿Qué clase de marido no le cuenta a su mujer que está enfermo del corazón?

-Uno que no quería que lo vieras débil. Hyunjin odiaba estar enfermo. Odiaba todo lo que él veía fuera de lo normal. Nunca se lo contó a nadie.

-Ojalá lo hubiera hecho -sus ojos llenos de lágrimas brillaban-. Nunca debería haber sido únicamente tu responsabilidad, Yeji.

Yeji se dio la vuelta. Minji nunca la había culpado, pero Yeji ya se había culpado a sí misma bastante.

-Si yo hubiera...

-Si tú hubieras hecho esto o aquello él podría haber sufrido un infarto de todos modos -Minji se acercó y le echó una mano sobre el hombro-. Hyunjin adoraba su trabajo, Yeji. Adoraba su vida. Le encantaba divertirse.

Yeji asintió. Su hermano había vivido por y para el momento.

-No fue el trabajo lo que le provocó el infarto. Le llegó... su hora. Y tú deberías saberlo mejor que nadie. El médico dijo que...

Yeji se giró.

-No me importa lo que dijera el médico, Minji. Si yo hubiera estado allí, me habría asegurado de que se tomara hasta la última pastilla. Habría ido al médico cuando empezó a encontrarse mal en lugar de seguir el día como si nada hubiera pasado. Ése
era mi trabajo, cuidar de Hyunjin, protegerlo. Y fracasé.

Minji le acarició la cara.

-No, Yeji, no fracasaste. Y sabes muy bien que Hyunjin te diría lo mismo si estuviera aquí. ¿Por qué sigues mortificándote por algo que no se puede cambiar?

Una puerta se abrió en la parte trasera de la casa y unas risas y gritos se oyeron en el salón.

-¡Mamá! ¿Podemos poner un tobogán en nuestra piscina? -a esa voz la siguieron dos vivas imágenes de Hyunjin...

Haewon y Felix. Los niños se detuvieron en seco. Haewon, la más pequeña, ladeó la cabeza confundida, pero Felix sonrió.

-Hola, tía Yeji.

-Hola, chicos -le parecía imposible lo mucho que Felix, de ocho años, se parecía a su padre. Tenía la misma sonrisa, los mismos ojos, el mismo remolino que hacía que el pelo se le curvara en la parte delantera de la cabeza-. Les he traído unas cosas -Yeji se giró y les dio una bolsa llena de juguetes que había comprado antes de ir allí. No había sabido qué elegir y por eso se había dejado aconsejar por la dependienta de la tienda.

Felix exclamó emocionado al ver el coche teledirigido y Haewon abrazó a su muñeca de trapo demostrándole así a Yeji que para no saber nada de niños, había elegido bien.

Durante un segundo pensó en Lia, en el bebé que llevaba en su interior. Vio su propia imagen en las caras de sus sobrinos y se preguntó cómo sería ver esa sonrisa algún día en el rostro de su propio hijo.

Cómo sería comprarle algo y haber elegido el
juguete perfecto y ver a su hijo corriendo hacia ella con los brazos abiertos y un abrazo preparado...

Apartó esa imagen de su cabeza. Había tomado una decisión, la mejor para ella y para Lia. Los hijos de Hyunjin le dieron las gracias y después salieron al jardín a jugar con sus nuevos regalos.

-Gracias, Yeji -dijo Minji.

-Es lo mínimo que puedo hacer -respondió ella apartando la mirada del espacio vacío que habían dejado los niños al marcharse y dirigiéndose de nuevo a su cuñada-. ¿Estás bien de dinero?

-Estamos bien, Yeji. Sigo intentando decirte -le puso una mano en el brazo-, que no tienes que ocuparte más de nosotros, al menos económicamente. Nos va bien. Estoy trabajando y el seguro de vida era cuantioso. Estamos bien, de verdad.

-Es lo mínimo que puedo hacer -repitió.

Minji recogió la bolsa de regalos y un pañuelo de papel y los puso sobre la mesa.

Después suspiró y se sentó.



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Hola amigxs, para informarles que no actualicé porque sucedió un accidente en mi casa, les comento esto para que sepan que no es que me dio la gana de no actualizar :( , solo que el tiempo que tenía libre era para Wattpad y con este imprevisto en mi hogar pues se me complicó

Embarazo en las Vegas (YEJISU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora