† 36. NOCTU †

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| Capítulo 36 |

A medida que despertaba, poco a poco sus ojos fueron adaptándose a la luz proveniente de la luna y de los postes de la calle. Ya era de noche.

Camelot se percató de que había alguien apoyado en el alféizar de la ventana, viendo la luna.

—Hola, Mikey. —musitó con una ligeramente sonrisa viendo a la persona.

Mikhail al escuchar ese viejo apodo, volteó a verlo. Su aspecto melancólico fue suplantado por una amplia sonrisa.

—Por fin despiertas, bello durmiente. —soltó Mikhail. Al decir aquello, ambos comenzaron a reír.

—¿Sabes qué fue lo que me pasó? —formuló Camelot, sentándose mejor en su cama.

—¿Qué tanto recuerdas?

—No mucho. —admitió Camelot, algo pensativo— Lo último que recuerdo fue haber estado examinando el dije que encontré, además de que me sentía sumamente hiponotizado. Y de un momento a otro desperté aquí.

—No te perdiste de nada. Solo estabas como loco diciendo y escribiendo cosas raras —confesó Mikhail encogiéndose de hombros— Ya sabes, lo normal. —El pelinegro hizo un ademán con su mano restándole importancia junto con un tono de voz algo bromista.

Camelot soltó una carcajada.

—Por cierto, tu madre dijo que era mejor que te mantuvieras en cama hasta que te sintieras mejor. De lo contrario, era posible que te llegaras a marear.

—Gracias. —Camelot asintió.

—Por cierto, dijiste algo de un dije. ¿Es el mismo que me mencionaste la otra vez? —inquirió Mikhail frunciendo su ceño.

—Sí, ese.

—Será mejor que te mantengas alejado de él por un buen tiempo. —indicó el pelinegro. No quería tener que presenciar como Camelot se descontrolaba de tal manera. Era casi irreconocible ante la manera en la que actuó.

—Lo prometo. —verbalizó Camelot haciendo una cruz en su pecho, con su dedo índice, en donde se suponía que debería de estar su corazón.

Mikhail le dedicó una floja sonrisa como respuesta, para luego sentarse en la orilla de la cama de forma cabizbaja.

—¿Qué sucede? —preguntó Camelot con cara de preocupación.

—Mis padres se están debilitando. —soltó Mikhail, contectando miradas con su amigo— Y si no hago algo, en poco tiempo se irán.

Camelot quedó en shock con la declaración del pelinegro, además de ver como su amigo empezaba a llorar.

—No quiero perderlos nuevamente. —musitó Mikhail en medio de sollozos.

—No te preocupes. Todo va a estar bien. —Camelot esbozó una ligera sonrisa. Esperanzado con que solo con eso, su amigo pudiera sentirse al menos un poco mejor.

—En realidad tengo un plan para hacer que no se vayan del todo. —confesó Mikhail luego de un rato.

Algo que Camelot admiraba mucho de Mikhail era su lealtad, pero a pesar de lo terco que fuera el chico, Camelot no podía dejar que pusiera en marcha una idea tan descabellada.

—Ni se te ocurra hacer esa locura, Mikhail. —masculló Camelot con su mandíbula tensa, dedicándole una dura mirada.

—¡Pero ni te he contado cuál es mi plan! —exclamó Mikhail, levantándose de golpe.

—No se hace falta. Te conozco muy bien y sé cuando estás por arriesgar tu vida. —formuló Camelot señalándolo con un dedo, sin dejar mirarlo fijamente.

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