† 38. CONTRITOS CORDE †

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| Capítulo 38 |

Al llegar a su casa, Camelot vio que había correo nuevo. Eso le extrañó mucho, ya que desde hace semanas que no recibían noticias nuevas de la familia, o de alguna novedad del barrio.

Vio como Salem lo recibió batiéndola cola y maullando, en un acto de suma emoción por ver al chico. Además de que los ojos verdes del gato; resaltaban sobre su pelaje negro, tenía esta vez su pupila dilatada, dándole un aspecto más tierno.

—Hola amigo. —Camelot se agachó para sobarle la cabeza a medida en la que Salem restregaba su cuerpo sobre él. Eso le gracia condujo al chico.

Se levantó y caminó unos pocos pasos hasta quedar frente al buzón. Soltó un suspiro, y por fin lo abrió. Dentro había una carta, pero al sacarla, su sonrisa se ensanchó mucho más.

Era de Casandra.

-¡MAMÁ! ¡MAMÁ! —Camelot entró a la casa sumamente emocionado. Sus padres yacían en la sala viendo sus celulares.

— ¿Qué sucede, Camelot? —preguntó su madre con el ceño fruncido. Dejando su celular para acomodarse mejor en el sofá junto a su esposo.

—¡Recibí una carta de Cassandra! —soltó por fin el chico.

Sus padres esbozaron una amplia sonrisa.

—Ya la abriste? —Esta vez su padre preguntó.

-No. La emoción me ganó —admitió Camelot, rascándose la nuca con la carta en su otra mano—, pero espero que sean buenas noticias.

—Ábrela. —Le incitó lo madre, emocionada por la nueva noticia.

Al hacerlo, la enorme sonrisa de mejilla a mejilla que Camelot tenía, se esfumó en un segundo, siendo reemplazada por una expresión más decaída.

— ¿Qué sucede, corazón? —cuestionó su madre preocupada al ver ese cambio tan brusco en su actitud. 

—Cassandra que no podrá venir a Hunllef Town. —Aquellas palabras salieron como dagas directas al corazón de Camelot.

Los padres de Camelot se miraron con una expresión de tristeza compartida.

—Cuánto lo siento, Cam. Sé lo mucho que te emocionaba volverla a ver. —dijo su padre. Cuando estaba dispuesto a levantarse del sofá para darle un abrazo, Camelot se volvió a hablar.

—Sí... No importa. —Camelot se aclaró la garganta— Quiero estar solo. —formuló cabizbajo, para luego irse a su habitación.

Al llegar a su habitación, cerró la puerta de un golpe. Y una vez que yacía en su "lugar seguro" , se permitió llorar. Se recostó sobre la puerta blanca de su habitación. Su espalda se fue deslizando hasta llegar a estar en el suelo con sus piernas flexionadas, su llanto era tan intenso que sus ojos le ardían, sentía como su corazón se oprimía cada vez más sobre su pecho.

—A caso es tan difícil volverla a ver? —soltó un poco alto. Se podía notar su amargura en su tono de voz.

Se limpió bruscamente sus lágrimas para luego apoyar su cabeza en la puerta y mirar al techo de su habitación.

—Por favor Eros te pido que quites esta amargura de mi corazón para poder volver a ver a mi Cassandra. —Hizo un corto silencio donde se le hizo difícil respirar por todas aquellas lágrimas que estaba derramando— Yo sin ella no soy nada. —Empezó a sollozar, dejando caer su cabeza sobre sus piernas.

En ese momento, escucha unos rasguños en su puerta. Con el ceño fruncido, pero con su cara llena de lágrimas y sus ojos rojos e hinchados, se acomodó en el suelo para poder entreabrir la puerta. Al asomarse, pudo ver que se trataba de Salem.

PARASOMNIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora