| Capítulo 39 |
Inhaló.
Una bomba de oxigeno entró a su sistema, poniendo en blanco todo sus pensamientos.
Exhaló.
Expulsó aire a medida en la que todos aquellos pensamientos externos dejaban de estar presente.
Los radiantes rayos del sol chocando contra su piel, calentando el ambiente, la suave brisa de otoño de vez en cuando agitando sus cabellos grises y el cesped y la hojas secas crujiendo bajo el peso de su cuerpo.
Camelot le encantaba meditar en el cementerio todas las veces que pudiera, ya que no solo se había dado cuenta que sorprendentemente el cementerio de Hunllef Town era un lugar muy pacífico que no estaba plagado de malas energías, sino que además era el lugar perfecto para sus sesiones de meditación. Además de que le gustaba mucho hacerlo porque podía conectar con sus sentidos y tratar de equilibrar no solo sus emociones e intentar entenderlas, sino también intentar controlar mejor sus poderes.
Estaba tan concentrado meditando bajo los rayos de sol que, cuando sintió como se oscurecía repentinamente, abrió sus ojos extrañado.
Detrás de la lapida en la que estaba meditando, estaba una señora de edad avanzada con vestimenta algo elegante, pero con una papable cara de horror.
«Algo me dice que no tiene esa cara por el montón de velitas encendidas.»
—¡Por Dios, mi niño! ¿Sabes a dónde irás después de esta vida si sigues con estas cosas? —inquirió la señora con cara de preocupación.
—¡Oh, sí! Claro que lo sé. —respondió Camelot todavía en el suelo— Iré directo al infierno. A la condenación eterna —Hubo un tono de sarcasmo en la voz de Camelot. Con lo último, agitó ambas manos haciendo un ademán de dramatismo— Gracias por preguntar. —soltó Camelot con una sonrisa en su rostro, como si aquello no le hubiera afectado en lo absoluto.
Ante la respuesta del joven, sin decir más, la mujer se fue ofendida, refunfuñando entre dientes sobre que los jóvenes de hoy en día se estaban alejando cada vez más del Señor.
Cuando Camelot iba a seguir con su meditación, su teléfono recibió una notificación. Lo sacó de su mochila y cuando revisó, se trataba de un recordatorio:
📍Comité de bienvenida con los vecinos (NO FALTAR!!)
En ese momento se recordó que tenía una reunión con sus vecinos para darles la bienvenida a su familia. Y no se había podido hacer antes porque todos estaban muy ocupados.
Soltó un suspiro.
—Iré, pero con mis terminos. —Se dijo a sí mismo.
Sacó su grimorio de su mochila y lo abrió. Buscó entre sus páginas hasta que por fin consiguió lo que buscaba: ritual de invisibilidad.
No quería que nadie lo percibiera energéticamente para no entablar alguna conversación, no le gustaba mucho socializar y menos cuando se trataba de "nuevos vecinos" que seguramente lo único que iban a ser a sus espaldas era hablar mal acerca de su familia, o de algún otro chisme del barrio.
Mientras caminaba en dirección a su casa, tuvo que cruzar una calle. Luego de asegurarse de que el semáforo estaba en rojo, decidió cruzar.
Mientras pasaba tranquilamente, no se dio cuenta, pero el semáforo habia cambiado a verde.
Cuando Camelot ya estaba a mitad de la calle, el estruendoso ruido del claxon de un auto hizo que se asustara y se volteara alarmando. Vio que un carro venía muy rápido y estaba a punto de atropellarlo. Su cara se convirtió en una que reflejaba un completo terror, pensaba que este iba a ser su fin. No supo en que momento, pero lo esquivó agilmente.
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PARASOMNIA
رعبTodos alguna vez en la vida hemos experimentado de una pesadilla; de esa horrible sensación de miedo, pánico, angustia y desesperación por lo que nuestros sueños nos muestran. Pero ¿me crees si te digo que las pesadillas pueden hacerse realidad? Que...