capítulo 3

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Eran las 12 de la noche, el profesor se dejaba llevar entre vasos de vodka, uno tras otro en la barra del bar que estaba debajo del hotel. Nunca le había gustado beber pero últimamente encontraba un poco de alivio en las copas. Él siempre había vivido solo pero desde que conoció a su peculiar banda de atracadores, los echaba de menos aunque él era consciente de que no podía llamarlos,mucho menos ir a buscarlos, no quería ponerlos en riesgo y que la policía diese con ellos, aunque él sabía que estaban bien. Pensaba en Raquel, en cómo lo había abandonado y en la culpa de perder tantas personas queridas en el atraco. Y por último y sin esperarlo, pensó en Alicia, no era bueno que dos fugitivos de la justicia se escondiesen en el mismo lugar. Tenía que convencerla de que volviese a Ámsterdam junto con su transportador aunque sinceramente no sabía cómo hacer eso ante una mujer con semejante carácter.

En el bar había un grupo de chicas, parecían estar celebrando un cumpleaños y una de aquellas mujeres se le acercó y se sentó al lado de él pidiendo un ron desde la barra.

-¿Por qué tienes esa cara tan triste? ¿Problemas con la novia?- le preguntó aquella mujer morena mientras observaba la barba y la ropa holgada de Sergio.

-se podría decir que si - le contestó él con seriedad mientras daba un sorbo a su copa y la mirada hacia al frente.

-bueno todo en ésta vida tiene solución- le dijo ella con una sonrisa en la cara mientras esperaba su bebida

-permíteme que me presente, soy Laura Verlice , tu vecina, me alojo aqui mismo, en la 101, te vi antes cuando salías del ascensor- se presentó la mujer intentando ser agradable

-encantado, yo soy Alejandro Guzmán- se presentó el profesor con el que ahora era su falso y nuevo nombre.

-encantada también, y deje el vodka, lo mejor para olvidar, es el ron - le dijo Laura con una sonrisa mientras se alejaba hacia sus amigas recogiendo su copa.

En ese momento por la mente del profesor pasaron muchas ideas no muy buenas, nunca se había sentido débil, de esa manera, estaba intentando luchar contra sus sentimientos y sentía que él estaba perdiendo. Pidió tres botellas de ron y subió hacia su habitación.

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-Victoria vete ya a la cama- ordenó Alicia a su pequeña mientras miraba los dibujos en la TV pero la niña no hacía caso.

- Victoria- reprendió Alicia y la niña se quejó

-si te he dejado ver la TV hasta tan tarde es porque mañana no hay colegio, pero ya es suficiente cariño, ve a la cama anda- le explicó su madre en tono suave.

La niña resopló y dándole un beso en la mejilla a su madre se dirigió hacia el cuarto del baño.

Alicia apagó las luces y recogió todas las palomitas que su hija había esparcido por el suelo, se dirigió hacia la cocina cuando derrepente un hombre entró en casa sorprendiéndola por la espalda.
Sin tiempo para reaccionar, aquel hombre puso a Alicia fuertemente contra la encimera de la cocina

-se que eres tú, te reconocí en la salida del colegio- avisó el hombre mientras Alicia respiraba cada vez más rápido.

-quiero dinero, se que ayudaste a esos ladrones a huir con el botín por lo tanto tendrás mucho- siguió hablando el hombre

Alicia sudaba y sus pulsaciones iban demasiado rápido como para sentirse bien, asustada mientras estaba en el agarre de ese hombre, solo miraba hacia la puerta del cuarto de baño rezando para que su hija no saliese todavía de allí.

-quiero 20 millones, no te daré direcciones para dejar el dinero simplemente yo vendré a ti.- le susurró en el oído

-tienes hasta mañana por la noche si no date por jodida porque simplemente puedo llamar a la policía para decirles donde estás escondida- añadió el hombre mientras reía.

-no te valdrá de nada huir, sé todos tus pasos- amenazó el hombre.

La soltó agresivamente y mientras la apuntaba con una pistola, poco a poco se acercaba hacia la puerta,Alicia sin moverse esperó a que ese hombre saliese de la casa para ir a abrazar fuertemente a su hija.

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-¿Mami adonde vamos?- preguntó victoria con su peluche favorito en la mano

-cariño vamos a ir a otra ciudad ¿vale?- le dijo Alicia mientras recogía la ropa a toda prisa.

La expresión de la niña cambió completamente.

-pero mami ya nos fuimos de la otra casa, y de la otra ¿Nos vamos a volver a ir? -Preguntó otra vez la niña en un tono triste

Alicia dejó un momento la mochila a un lado y poniéndose a la altura de su pequeña intentó calmarla

-cariño, ¿qué es lo que siempre te digo yo?- preguntó Alicia

-que tenemos que huir de los malos - le contestó la pequeña

-por eso mi amor tenemos que irnos, porque los malos nos han encontrado, si nos pillan no ganaremos ¿entiendes?- le dijo su madre intentando que su pequeña entendiese un poco la situación.

-si- contestó victoria mirando triste hacia el suelo.

El alma de Alicia quemaba cada vez que tenía que huir con su hija. Deseaba tener una vida normal con ella sin huir de país en país. En sus cortos 5 años habían pasado ya por tres países distintos y eso afectaba enormemente a su pequeña hija, tres casas, tres escuelas... en donde a Victoria no le daba tiempo a adaptarse a ninguno de ellos porque siempre tenían que huir a la más mínima sospecha.

-cariño ve a coger tu abrigo y mete algunas muñecas en tu mochila- le ordenó Alicia a su hija aunque en realidad era una excusa para aprovechar a derramar unas cuantas lágrimas sin que victoria la viese.

Saliendo a toda prisa de su casa Alicia agarró su abrigo y del bolsillo cayó en el suelo una tarjeta, la dirección del profesor. Alicia se quedó mirándola y resoplando no tuvo más remedio que acudir al hombre que una vez odió.

Un atraco al deseo (Sergio Marquina Y Alicia Sierra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora